Al ser humano siempre le ha fascinado la muerte. Siempre le ha supuesto un misterio que es necesario resolver antes de que ella misma se presente. Tal vez pretenda con ello calmar sus temores, realizar un tránsito más dulce, o reafirmar sus creencias religiosas. ¿Habrá un cielo o un infierno? ¿La nada? Hay quienes, aun deseando que no sea el final, no pueden concebir un panorama demasiado distinto del de nuestra existencia terrenal. Tal vez sean estos los que más crean en la posibilidad de un estado transitorio, una primera fase o un lugar de adaptación para los desorientados y para aquellos cuyas vidas fueron segadas antes de tiempo. De ser así, ¿habrá posibilidad de saldar cuentas tras nuestro último latido o la venganza ya carecerá de sentido? ¿Nos invadirá una sensación de paz o sucumbiremos al desasosiego?
Bram es un hombre solitario, sensible e incapaz de ver sufrir a un animal. Cuando, por cuestiones del azar, llegan hasta él los restos óseos de un niño que fue asesinado el mismo año en que él nació, se establece un vínculo entre ambos; el espíritu atormentado del pequeño Adam se le aparece exigiéndole que le ayude a vengarse de su asesino. Al acceder a acompañarle (empujado por su inclinación a la justicia), no es consciente de que el viaje que inicia junto al peculiar espíritu le llevará a descubrir una realidad, no exenta de crueldad, que está más allá del plano de percepción de los mortales.
Pícnic a la luz de la luna, obra ganadora del premio Shirley Jackson a la mejor novela breve en 2009, es más onírica y melancólica que aterradora. Una Road novel profusa en diálogos y de ritmo ágil que engancha inevitablemente al lector por la empatía que le despiertan casi todos sus personajes, y por el enorme misterio que genera la descripción de una dimensión extracorpórea cuyas normas parecen tan estrictas como incognoscibles.
Su autor, creador y guionista de la serie de televisión Channel Zero, realiza un ejercicio literario enormemente visual y de vocación introspectiva con el que desmonta ideas preconcebidas y expone la complejidad de conceptos aparentemente sencillos como pueden ser los del bien y el mal. Y esto lo logra a través de un narrador omnisciente que nos va mostrando, a su debido tiempo, el mundo interior de cada uno de los protagonistas con lo que consigue, tal vez, exonerar de culpa a quien hizo lo imperdonable y demostrar que inocencia no siempre es sinónimo de bondad.
No es necesario que os embarguen la tristeza o la soledad para que os embarquéis en esta aventura. Tampoco que se os aparezca un espectro con la mentalidad y la energía de un niño pequeño. Lo único que tenéis que hacer es leer las primeras páginas de esta novela. Cuando lo hagáis, cuando os unáis a Bram y Adam, entenderéis que aún no ha llegado el momento de que os preocupéis por la naturaleza de la muerte, sino por vuestras acciones en vida. Os plantearéis irremediablemente cómo se puede distinguir la justicia de la venganza, cómo castigar a quien también sufrió, o si la eternidad no es demasiado tiempo para pagar por los pecados. Vida, muerte, inocencia, ira, tristeza, amor, pérdida… ¿son suficientes estos ingredientes para que asistáis a un Pícnic a la luz de la luna?
No conocía esta editorial. Se podría llenar un universo (pequeño) con lo que no conozco. Y un pozo (con fondo) con lo que he olvidado. Haces unas reflexiones sugerentes (exonerar de culpa a quien hizo lo imperdonable, inocencia no es siempre sinónimo de bondad) que inducen a comprar, que es de lo que se trata, aunque vender un libro hoy día es toda una aventura con final incierto.
El pozo con lo que has olvidado no es tan profundo como el que contiene lo que sabes (al menos de literatura). Yo no trato de inducir a comprar, sino a leer aquello que merece (por una cuestión u otra), ser leído. Que compren libros es inevitable para que gire la rueda.
Esta Editorial (Orciny Press) la descubrí el año pasado: he reseñado 6 de sus libros, entrevistado a dos de sus autores, y leído 4 títulos más de los que no he tenido tiempo de hablar aún. Es, como imaginas, un sello que me encanta. Literatura fresca y diferente (Bizarro dicen algun@s), rebosante de talento y con vocación de romper moldes.
Ahora que lo pienso, tu literatura-metaliteratura tiene las mismas intenciones que la que publica Orciny…
Pues tendré que leer algo. Tomo nota. Ya miraré en su catálogo.