La electricidad nos dio luz y esta alejó las tinieblas. La ciencia y la tecnología nos proporcionaron datos, respuestas. Ahora sabemos que, aunque a veces no lo parezca, nada carece de una explicación racional. Por fin hemos dejado atrás las supersticiones de origen incierto y el temor a los demonios. Necesitamos psiquiatras, no exorcistas, así que cuando los muertos se levanten de sus tumbas, terribles visiones te atormenten y una poderosa voz resuene en tu cabeza, no temas. ¿O acaso crees que la gran mosca dejó en ti sus larvas?
Gael es la sombra de lo que fue. Agotado, vencido, incapaz de reconocer su derrota, malvive en un pequeño pueblo minero del interior de la península. Lejos quedan los años en que fue enviado por el Vaticano a combatir las fuerzas del mal. Ya no es el mejor de los exorcistas. Tal vez ni siquiera sea uno de ellos. Cada vez que las tinieblas le acechan prefiere cerrar los ojos e ignorar las palabras que le exhortan a marcharse. Duda de sí mismo, de su salud mental, y el alcohol y el tabaco son su refugio, lo único que le calma mientras espera una oportunidad para reparar una tragedia que no pudo o no supo evitar.
Cuando un terrible suceso sacude la vida tan aparentemente tranquila de la localidad, el sacerdote cree ver relación entre los nuevos acontecimientos y los que le llevaron allí diez años atrás. Nadie quiere remover demasiado lo ocurrido y todas las puertas se le van cerrando hasta que Anastasia, una periodista de duro pasado e inagotables recursos, entra en escena y le persuade para que colaboren a pesar de su aparente incompatibilidad.
Ángela Pinaud arranca la novela con imágenes impactantes y desasosegantes, dignas del propio Clive Barker. Enfrenta al lector a la presencia del mal más puro, el demoníaco y lo hace de una forma sobresaliente. La obra, cargada de personajes bien construidos, pronto toma la senda del género policiaco con una pareja protagonista cuya química es innegable. No permite que la tensión se diluya; periódicamente nos sacude con sucesos aterradores que generan un ambiente malsano y temible. La trama, muy bien planificada, gira en torno a extraños ritos, siniestras obras de arte y un misterioso libro, el Necronomicón. Implicar a personajes como Clark Ashton Smith o Lovecraft en una historia que no se separa (ni lo pretende) de la estela de El exorcista, es arriesgado. Pero la autora lo logra con una naturalidad aplastante.
Por supuesto, todo lo que encontraréis en Endémico es ficción, así que no temáis. Como decíamos al principio, los demonios no existen. Sed valientes, olvidaos del ruido de la civilización y leedlo a la luz de una vela. El silencio os ayudará. Ignorad los cánticos, los hedores y el frío. Si os sangran los tatuajes no os preocupéis y adentraos en este relato de muertos vivientes, posesiones demoniacas y crímenes atroces sin ninguna inquietud, pues las voces que escucharéis solo estarán en vuestra cabeza ¿o acaso creéis que la gran mosca os llama?
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