La ciencia ficción es, en contra de lo que la mayoría piensa, un género literario tremendamente humanista. Explora posibilidades científicas y filosóficas, fomenta el pensamiento crítico, denuncia nuestras lacras actuales y advierte sobre los posibles peligros que nos aguardan. Sus muchos subgéneros nos recuerdan tanto lo que significa ser humano como los valores y virtudes que nos estamos dejando por el camino.
Si hacemos un recorrido a través de las obras más relevantes de la historia, comprobaremos cómo nuestra evolución social ha ido modificando, década a década, la forma en que imaginamos el futuro. Ahora, el mundo se enfrenta a nuevos retos. Por eso, la buena ciencia ficción actual se centra en las inquietudes, preocupaciones y anhelos de los hombres y mujeres de hoy. ¿Estoy menospreciando a los clásicos? Ni mucho menos, pero cuando alguien que no se ha acercado nunca a este género me pide consejo, tiendo a recomendar alguna antología lo más actual y ecléctica posible. Una de calidad contrastada, exenta de odios y prejuicios, y que mire al futuro desde puntos de vista tan diversos como imaginativos. Una como esta:
Los pintores de estrellas verdes es una magnífica colección de relatos que, con cierto regusto clásico, nos transporta a toda clase de futuros para que exploremos en ellos nuestra propia naturaleza. De hecho, Pedro P. Enguita nos retrata como víctimas y como verdugos, nos obliga a cuestionarnos el camino que estamos tomando y, sobre todo, a plantearnos si algún día desaparecerá la barrera que separa lo humano de lo artificial.
El autor catalán nos habla de desigualdad y deshumanización, nos da la posibilidad de convertirnos en inteligencias artificiales totalmente libres o en máquinas programadas con una sola misión. Nos advierte de lo peligroso que sería depender en exceso de la tecnología y nos recuerda cómo viviríamos sin ella. Nos revela una “invasión silenciosa” de las que le gustaban a Heinlein y nos muestra cómo la pérdida de identidad puede conducirnos a la muerte. A través del drama, la sátira y la sorpresa, nos hace pensar, reír y dudar.
Por supuesto, no es una antología perfecta. Es imposible que los catorce relatos que la componen tengan el mismo nivel, pero todos merecen la pena y algunos, como La obra maestra o el que da título al volumen, son realmente magníficos.
¿Os gustan las historias originales, divertidas y con giros impredecibles? ¿Os gustan series como Black Mirror? Entonces, ¿a qué esperáis para descubrir quiénes fueron Los pintores de estrellas verdes?
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