
H – ¿Qué es para ti la literatura y cuál es la frontera que, como autor, no te gustaría cruzar?
J.L. – ¡Menuda pregunta para empezar! Diría que la literatura es magia sin trucos, una suerte de milagro capaz de cambiarnos por completo y, por ende, capaz de transformar el mundo. A pesar de los avances tecnológicos y la multiplicidad de formatos que se nos ofrecen en la actualidad, nada como la palabra escrita para que entremos en trance.
En cuanto a las fronteras, siempre he opinado que un creador, independientemente de la disciplina artística que cultive, ha de derribar cualquier muro o límite que se le enfrente. ¡Abajo las fronteras!
José Luis Pascual es un pionero, un explorador que busca nuevos caminos literarios y vitales. Un hombre que ha pasado gran parte de su vida consumiendo, analizando y creando literatura. Tras casi una década de formación, ha desarrollado un estilo único y auténtico, y por fin ha decidido darse a conocer como autor. Lo ha hecho publicando dos obras muy diferentes en pocos meses. Sobre ellas, y sobre su visión del arte de escribir, charlaremos a continuación. ¿Nos acompañas?

H – Por tu trayectoria con Dentro del Monolito, se te cataloga como escritor de terror. Sin embargo, tengo la impresión de que lo oscuro, lo extraño, es el medio en el que te sientes más cómodo para hablar de aquello que te preocupa, enfada o no comprendes. ¿Estoy muy desencaminado?
J.L – Muy bien visto. Aunque tocamos otras muchas temáticas, la revista lleva diez años centrada en el terror. Eso me ha obligado a leer exclusivamente género durante mucho tiempo, pero por suerte he conseguido doblegar esa inercia y durante el último año he ido intercalando obras muy diversas. Aunque lo que escribo siempre contiene algún elemento siniestro, no considero que sea estrictamente terror. Opto más bien por una querencia hacia lo insólito que, como bien dices, a menudo proviene de situaciones o experiencias personales. No me atrevería a decir que mis textos son un grito contra lo que no me gusta, no es esa mi intención al escribir. Ahora bien, supongo que el subconsciente siempre está ahí haciendo de las suyas.
H – Huyes de lo convencional. ¿Te consideras un autor experimental? ¿Visceral? ¿Kafkiano, tal vez? El autor austrohúngaro está muy presente en Júpiter bajo el crescógrafo y en uno de los mejores relatos de Conocerás el mar, esa ancha tumba.
J.L – Kafka fue tal vez el primer autor que me hizo vislumbrar dimensiones literarias que nunca habría imaginado. Por eso, es innegable que le debo mucho, aunque siempre digo que mi escritura admite al menos dos vertientes: la fragmentada, surrealista y rayana con lo experimental; y otra más aterrizada a nivel formal. Conocerás el mar, esa ancha tumba se nutre de ambas, y posiblemente mi obra futura también vaya por esos derroteros.
Más que visceral, diría que me considero espontáneo en cuanto a que muchas de las metáforas o imágenes que salpican mis cuentos aparecen de la nada.

H – ¿Cuál es el nexo entre los doce cuentos que componen Conocerás el mar, esa ancha tumba? Todos oscilan entre polos opuestos como la melancolía y el horror, lo bello y lo desasosegante, lo ordinario y lo insólito, pero ¿dónde está el hilo que los une?
J.L – En estos últimos meses de preparación, publicación y promoción del libro he estado pensando en ello. Sin embargo, han sido los lectores quienes me han proporcionado la clave (de hecho, tú fuiste uno de ellos). Creo que hay dos elementos que se imbrican de manera natural en la antología. Uno es la muerte, que sobrevuela de manera amenazante, cuando no explícita, casi todos los cuentos. El otro es el concepto de huella, es decir, aquello que queda en los personajes tras el trauma, tras lo que cambia sus vidas, tras su encuentro con lo imposible.
H – Has “arrancado” tu carrera con una tremenda madurez literaria, y eso se refleja en tus cuentos; prefieres generar atmósferas opresivas, oscuras o delirantes antes que recurrir a giros rápidos o a la casquería. La mayoría de tus historias orbitan, efectivamente, en torno a la tragedia y la muerte, y logras que asumamos lo peor como inevitable, y lo extraordinario como cotidiano. ¿Cuál es tu intención? ¿Qué efecto pretendes provocar en tus lectores? ¿Deseas alterar nuestra percepción de la realidad o solo nuestra visión de la literatura?
J.L – Si te refieres a si hay algún mensaje intencionado, no lo veo así. La mayor parte de mis historias nace de frases o imágenes potentes que luego se van desarrollando de manera orgánica, casi como si fueran ellas quienes me dictaran lo que he de escribir. Dicho esto, sí que me he propuesto intentar diferenciarme de tantos y tantos autores que recurren a lo formulaico y a la repetición o imitación. Trato de esforzarme en crear historias originales y ambiguas que obliguen al lector a permanecer atento a la lectura y a «trabajar» después de esta. Es un poco seguir la senda de Kafka y descubrir a los lectores que otra literatura es posible. Ojalá consiga, aunque sea mínimamente, ese efecto.
H – Tendemos a etiquetar lo que no entendemos como irreal o sobrenatural para apartarlo de nuestras vidas, y esa clasificación se extiende a la literatura. ¿Qué fórmula propones para terminar con esa barrera invisible que hemos levantado entre todos?
J.L – Vivimos en una época de absoluto descreimiento sobre cualquier aspecto o ámbito de nuestras vidas. Cada vez que se hace mención a algo extraño, tendemos a descartarlo con un simple chascarrillo, sin detenernos a investigar qué se esconde detrás. En las disciplinas artísticas discriminamos películas, novelas o canciones y las calificamos de «raras» como algo peyorativo. Me parece un tremendo error, porque eso no indica que la obra sea mala, sino que no la hemos entendido. Para que el público vaya eliminando ese prejuicio, una buena fórmula me parece la hibridación. Es decir, introducir el elemento insólito, raro o rompedor con cierta moderación para integrarlo dentro de una narración convencional. En otras palabras, ir acostumbrando al lector, espectador u oyente a la irrupción de la extrañeza.

H – Tus personajes son soberbios. Ahora bien, teniendo en cuenta que la mayoría tienden a la locura, el surrealismo o la desesperación, he de preguntarte cuánto de ti hay en ellos.
J.L – Si soy sincero, la verdad es que no tengo ni idea. No me considero un escritor de personajes, al menos cuando escribo cuento, pero sí me gusta escarbar en ciertos mecanismos mentales para mostrar personajes que se salgan de lo convencional, ya sea por cómo se comportan o, simplemente, por las circunstancias que atraviesan. Considerando que son creaciones mías, supongo que tendrán mucho de mí; sin embargo, mi vida es muy anodina. Reflexionando al respecto, creo que estos personajes simbolizan partes de mí que se expanden para llegar a situaciones inalcanzables, para bien o para mal, en la vida real.
H – Siguiendo con esto, a veces tratas con más cariño a seres que deberían darnos miedo que a aquellos con los que podríamos sentirnos identificados. Les concedes un cariz más íntimo, menos hostil… ¿Qué pensaría Freud?
J.L – Algún día, la evolución tecnológica nos permitirá preguntárselo directamente al buen Sigmund. La humanización del monstruo no es nada nuevo, solo hay que ver los telediarios para comprobarlo (perdón por el chiste). Ahora en serio, si piensas en ello, la visión que tenemos del monstruo, o de la figura del otro, es totalmente antropocéntrica. Es decir, somos nosotros quienes otorgamos un carácter monstruoso a aquello que no entendemos. Me parece un buen ejercicio escapar de esa limitación e intentar ponerse en la piel (en caso de que tenga piel) del monstruo. Quizá las razones de su comportamiento sean muy diferentes a lo que podamos imaginar. Esto es algo que siempre bordó Stanislaw Lem en sus obras, y me parece un tema a explorar.
H – Eolas es un hogar magnífico para Conocerás el mar, esa ancha tumba. La edición es preciosa. Pero dime, una vez impreso, publicado y releído, ¿de qué te sientes más orgulloso y qué cambiarías?
J.L – Aparecer en una colección como «Las puertas de lo posible» es todo un sueño. Ver este libro en un catálogo que incluye obras de gente como Ángel Olgoso, Luis Mateo Díez, Ana Martínez Castillo, Patricia Esteban Erlés o José María Merino me parece increíble. El orgullo viene, ante todo, de que las editoras hayan valorado mi obra como lo han hecho. No cambiaría nada, creo que ha quedado un volumen bastante redondo.
H – Saliéndome de tu rol de autor, necesito preguntarte algo sobre Terrores: en el bosque estás muerto. Fue, como dije en un programa de Gafas y Ojeras, una de mis mejores lecturas del 2023. Me sorprendió que no incluyeses ningún cuento tuyo en esta antología (sí lo hiciste en T. Errores). Y al leer Odio, una de las historias de Conocerás el mar, no podía dejar de pensar en lo bien que habría encajado.
J.L – La principal finalidad de las antologías T.Errores es dar a conocer nuevos talentos y, como tal, no me parece correcto quitar espacio a un autor para incluir un cuento de mi autoría. En la primera edición lo hice, pero es que en aquella época yo mismo podía considerarme un autor desconocido (aún lo soy, por supuesto). En la tercera edición, en la que estoy trabajando ahora mismo, prohibí la participación al staff de redactores de Dentro del Monolito, más que nada para evitar cualquier suspicacia.

H – ¿Qué nos puedes contar de tu próximo trabajo literario?
J.L – No mucho, ya que desconozco cuál será. Tengo una selección de cuentos con los que armar un nuevo libro de historias cortas, pero tendría que pulirlos del todo. Ahora mismo, el poco tiempo que saco para escribir lo dedico a una novela realista en la que se entromete un elemento fantástico bastante perturbador. Me gustaría acabarla y, después, decidir qué obra empezar a mover.
H – ¿Tienes algún consejo para quien quiera convertirse en escritor?
J.L – Mi primer consejo es trabajar en un taller literario. Sé que hay mucha gente que los denosta, pero, como sabrás, llevo más siete años formando parte de la Escuela de Imaginadores de Juan Jacinto Muñoz-Rengel y me parece una herramienta imprescindible para aprender a mirar tus textos con auténtica capacidad crítica. Al contrario que otros muchos talleres, aquí no hay una fecha de finalización, ya que lo importante es integrarse en un grupo en el que te sientas cómodo y en el que aprendas de cada uno de tus compañeros a lo largo de los años. Es difícil de explicar, pero puedo asegurar que funciona a niveles que nunca hubiera pensado.
Mi segundo consejo es la humildad. Nunca hay que creerse buen escritor, ni aunque recibas muchas buenas críticas de lectores o críticos literarios. Eso te permitirá retarte continuamente y buscar la perfección en cada frase.
Lo demás es revisar, corregir, pulir… Y leer, leer todo lo que se pueda.
H – Recomiéndanos un/a autor/a. Solo uno/a.
J.L – Para no repetir los nombres que siempre suelo dar, voy a recomendar a Damián Cordones. Un autor muy poco conocido que me parece verdaderamente especial y cuya obra sorprende en cada nuevo libro. Ojalá la gente lo descubra.
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Siempre se aprende con vosotros. Buena batería de preguntas, y muy buenas respuestas. Saludos.
Pedazo de entrevista!!! Completísima. Sois los putos amos ABRAZO