
Mari Carmen Copete logra, con una prosa pulcra y efectiva, arrastrarnos durante ciento ochenta páginas a través de la débil frontera que separa la fascinación de la repulsión. Consigue que, por momentos, nos tapemos los ojos y separemos los dedos para poder seguir leyendo. Y lo hace asombrándonos de principio a fin. Planificando y midiendo cuidadosamente cada escena, cada adjetivo. Haciéndonos conectar desde el primer párrafo con su protagonista (un hombre imperfecto y a la deriva), e hipnotizándonos con la promesa del apocalipsis.
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