La literatura es como nuestra sociedad, una realidad cíclica en la que todo está ordenado y amoldado según el dictamen de unos pocos. Una rueda que gira y gira, repitiendo criterios, arquetipos, argumentos, aciertos y fracasos.
Un mundo en el que todas las piezas rotan de la misma forma, engranando unas con otras, repitiendo etapas continuamente, está condenado a la podredumbre. Así que, para sacudir a un universo que creemos único e inalterable, para aportar savia nueva y forzar un reinicio con la esperanza de algo mejor, es necesario un elemento disruptor. Alguien que altere la armonía y desvele la verdadera naturaleza de quienes se ocultan bajo la máscara de la cotidianeidad.
El desconocido inesperado es ese elemento. Un ser atemporal que irrumpe en una Vilanova i la Geltrú entre histórica y mitológica, acosando, hostigando, y forzando la eclosión de la auténtica esencia de doce seres aparentemente ordinarios que encarnan cada signo del zodiaco. Esa entidad portadora del caos es, al mismo tiempo, algo terrible y necesario, extraño e intrínseco, real e irreal.
Francisco Jota-Pérez ha decidido sacudir al lector con su literatura experimental y no apta para cualquier perfil. Imprimir en su retina imágenes oníricas y trasgresoras que sacan a la superficie toda la purulencia soterrada, al igual que un exorcista extrae los demonios de la carne. Pero esta obra, catalogada como zodiaco psicodélico por su propia editorial, delata que su autor es otro ser disruptor decidido a alterar el pacífico devenir cíclico del mundo literario y obligarnos a reconocer, de una forma contundente, que la creación narrativa no tiene que sujetarse siempre a los mismos parámetros, que no puede ni debe tener límites o ataduras impuestas por el mercado, la crítica, ni la realidad histórica o social.
Su escritura es críptica, reta al lector con cada frase. No se lo pone fácil pero, por otro lado, le seduce y le atrapa con un inagotable despliegue de imágenes impactantes que a veces se muestran sin la excusa de un contexto prefabricado. Juega con el lenguaje, con los términos que emplea volviendo sobre ellos, precisando o ampliando lo narrado, confundiéndonos y haciéndonos dudar sobre si lo que estamos leyendo son sus divagaciones o parte de la trama, sacándonos de ella y dejándonos en un estado ingrávido para, poco después, agarrarnos y volvernos a sumergir en la obra.
Endo no es una novela que se pueda recomendar a cualquiera. Es estimulante pero exigente. Es desconcertante y metafísica. Amenaza con destruir lo circular sin llegar a ser lineal. Por tanto, no os acerquéis a ella si no estáis dispuestos a ser lanzados al caos de lo imprevisible.
Buen reto. Buena reseña. Sin decir nada lo dices todo. Quien quiera, que se meta en la historia. No sé si leeré el libro, pero curiosidad sí tengo.
Cuando uno se enfrenta a un libro de la llamada "literatura experimental", debe asumir que no se va a encontrar un argumento al uso. Puede que tampoco una gramática ortodoxa. Debe estar dispuesto a dejarse llevar e intentar contactar con la mente del autor. Es algo exigente. Por eso, leer un libro como este debe ser una decisión totalmente personal. ¡Gracias por comentar!