¿Somos realmente únicos? ¿Nos gustaría serlo? El sistema no está diseñado para gente realmente extraordinaria. No admite a quienes no son suficientemente productivos. No tolera a quienes no se someten a su orden. Los seres excepcionales solo tienen dos destinos posibles: ser utilizados o ser aniquilados, porque el burdo engranaje económico-social no admite piezas demasiado grandes ni demasiado pequeñas. Fuimos nosotros quienes dimos vida al monstruo, quienes arrancamos su motor para convertirnos inmediatamente en sus esclavos. En meras piezas reemplazables y desechables.
La proliferación de obras distópicas (como esta) demuestra una cosa: somos conscientes de que algo va realmente mal. Nos cuesta más creer en futuros esperanzadores que en oscuras prisiones de cemento y acero donde todo está reglamentado y legislado. Deberíamos gritar. Deberíamos rebelarnos en vez de adaptarnos y seguir ignorando que la tasa de suicidios continúa aumentando al mismo ritmo que la venta de productos con frases motivacionales. Pero no lo hacemos porque no somos extraordinarios. No somos únicos. Somos clones, piezas. Seres que viven para servir al sistema y para criar nuevos componentes. Si fuésemos únicos, si fuésemos excepcionales, tendríamos valor para gritar. Tendríamos la determinación necesaria para oponernos a lo establecido y para detener ese motor que no puede ser imparable.
Daniel Aragonés es una bomba de ira e inconformismo. Un autor acostumbrado a ser leído por pocos e ignorado por la mayoría. Y eso le concede la libertad necesaria para poder utilizar la literatura como herramienta catártica. No ha de preocuparse por crear personajes con los que empatizar ni de conceder más esperanza a sus lectores de la que se concede a sí mismo. Desesperación, una “novela mínima” más pulp y lineal de lo que nos tiene acostumbrados, es una distopía cruda y hostil bañada en sangre. Y Dan, su protagonista, una versión evolucionada y justiciera de él mismo que es fácil imaginar como un personaje del Frank Miller más violento e irreverente. Pero no solo Dan es Daniel. También lo son, en mayor o menor medida, Dana y Darío. Porque Aragonés es consciente de que no es fácil mantenerse siempre en un lado del tablero. Porque entiende a sus adversarios como se entiende a sí mismo.
Sesenta páginas son suficientes para entretener y remover conciencias. Para crear un ambiente opresivo que obligue al lector a plantearse si, de tener ese poder, se convertiría en un ángel vengador que acabase con todo y con todos, o si concedería una segunda oportunidad a quienes no han peleado lo suficiente para ganársela. Desesperación es ciencia ficción que transmuta en terror. Es entretenimiento y protesta. Es una novela mínima que destila ira y esperanza.
¿Te ha gustado esta reseña? ¿Quieres descubrir más libros como este? ¡Hazte mecenas de El yunque de Hefesto! Hemos pensado en una serie de recompensas que esperamos que te gusten. Y cuando lleguemos a la cifra de diez (entre todos los niveles), sortearemos mensualmente uno de los libros reseñados en: www.elyunquedehefesto.blogspot.com (Sorteo solo para residentes en España).
También puedes ayudarnos puntualmente a través de Ko-fi o siguiendo, comentando y compartiendo nuestras publicaciones en redes sociales.