Me pregunto si la noche y la soledad desdibujan la realidad o si, por el contrario, es el ambiente propicio para que se nos muestren otros mundos o seres que habitualmente somos incapaces de percibir. Si la creación literaria es una alternativa al suicidio, o si terminar con la propia vida es consecuencia de la incapacidad de transmitir lo que uno piensa o siente. También si el hecho de que la poesía nos toque, nos marque, y nos embriague es posible sin amor, o si la ternura y la pasión son viables sin un modo de expresión tan profundo e intenso como la rima. La lectura de Animales urticantes me ha generado todas estas preguntas y sólo me ha concedido una certeza: que la venganza es un error necesario e inevitable.
No es fácil dar con un libro de relatos como este, inclasificable, desasosegante, inspirador y estimulante. Carolina Sarmiento agita al lector con quince historias dispares en temática y extensión; de la reminiscencia Kafkiana nos lleva a la novela negra o la distopía, del romanticismo a la locura, del amor a la muerte. Y lo hace inquietándonos de principio a fin, introduciendo giros inesperados que a posteriori se perciben como inevitables. Del microrrelato a la micronovela. Del asombro a la carcajada. La autora obliga a permanecer en guardia a quien se adentre en su mundo, no porque le maltrate con escenas desagradables o deje su ánimo malherido, sino por la capacidad que tiene para sorprender, para hacer cotidiano y creíble lo extraordinario e increíble. Cada una de sus historias te obliga a leer la siguiente gracias al buen sabor de boca que van dejando. Y aunque los temas recurrentes que se abordan, como la venganza, la muerte, o la creación literaria, son tratados de muy distintas formas, el conjunto de la obra resulta cohesionado y homogéneo.
La escritura de Sarmiento es directa, sencilla, enemiga de lo superfluo, y por momentos hipnótica. La mayoría de títulos que recoge este trabajo están narrados en primera persona, pero incluso cuando no es así logra que sus personajes, tanto masculinos como femeninos, os hablen directamente mostrándoos sin complejos su mundo interior. Si os adentráis en el universo de Animales urticantes no debéis temer a la locura ni a la muerte, tales cuestiones no son el fin sino el principio, el motor o el origen de vivencias que, sin abrazar lo paranormal, están abiertas a otras visiones o realidades.
Relajaos, disfrutad del viaje, de las venganzas propias y las redenciones ajenas, de la elegancia y el humor negro de la autora. Dejad que ella disfrute también de vuestros quince gestos de asombro. Y rascaos, rascaos mucho. Porque el picor que sentiréis será sumamente placentero.
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Muchísimas gracias por tu visión sobre los relatos de Animales urticantes. Has sacado claves importantes. Lo extraordinario de lo cotidiano es mi mantra. ¡Claro que te invito a un café!
Al café te invito yo cuando vuelvas a publicar… o me firmes este ¡Me ha encantado!
¡Vaya, vaya! Un libro de relatos con reminiscencias de Poe, creo que me gustará, al menos tu reseña ha conseguido que me pique el gusanillo de la lectura. ¡Gracias!
Bueno, veo más a Kafka que a Poe en algunos relatos. Pero el terror, un terror a cosas cotidianas, está presente. Y sobre todo la rabia, mucha rabia.
¡Gracias por estar siempre ahí!