Acabo de llegar de tatuarme el nombre de Bruna Husky en el pecho… ya lo entenderéis cuando leáis el primer capítulo de la novela, pero os advierto: si leéis ese primer capítulo estaréis perdid@s. Ya no podréis dejarlo. Es tan hermoso como impactante y consigue eliminar todas las dudas que se plantean ante la frecuente dudosa calidad de una tercera parte… pero esta última entrega de la trilogía logra algo tan complicado como superar a las dos anteriores.
El lenguaje literario de Rosa Montero es maravilloso. Su manera de narrar enamora tanto que a veces eclipsa la trama. Nos hace abrazar una historia dura sin sufrir lo necesario ante lo descrito al estar anestesiados por sus palabras.
Como en las entregas anteriores se trata de una novela negra cyberpunk con una fuerte crítica social a la deriva de nuestro presente. Nos lleva un peldaño más allá donde la segregación de población se hace sin sutilezas generando una enorme tensión social que lo inunda todo. Donde los poderes económicos dirigen el mundo y la vida humana no vale nada. Además es capaz de conjugarlo con tramas gnóstico-esotéricas, fórmulas matemáticas, acción, situaciones de dependencia tecnológica y amor. Sobre todo amor en su lado más hermoso y en el más oscuro, el de la angustia. El de la pérdida. Porque, tal y como no deja de recordarnos, sin amor no merece la pena vivir.
Desde la segunda novela de la trilogía (El Peso del Corazón) Bruna tiene identidad propia. Ya no es un homenaje madrileño y en femenino a los replicantes de Riddley Scott. La obra sigue tramas y recurre a personajes que conocemos desde el inicio de la saga pero se puede leer independientemente. Rosa Montero nos recuerda la información necesaria para no perderse en el Siglo XXII.
Por otro lado, el ritmo es ágil, con capítulos que no dan tregua y la localización en un Madrid cambiado, semiderruido pero totalmente reconocible, es perfecta. La trama detectivesca no es demasiado compleja y a veces incluso algo predecible, pero es un vehículo más que digno para plasmar tantas ideas y rodearnos de personajes entrañables… y sobre todo para disfrutar una vez más de Bruna. Esa Rep de combate tan dura como sensible que siempre nos deja una sensación de vacío y nostalgia al finalizar cada aventura.
Por favor, Rosa. Que vuelva Husky…