Nos tomamos demasiado en serio. Tendemos a olvidar que reírnos de nosotros mismos, de nuestras obsesiones y defectos, puede ayudarnos a superarlos. Que desmitificar la historia nos abre la mente. Que el humor, cuando es inteligente y respetuoso, sirve para construir y no para destruir. Y que, casi siempre, nos resulta más fácil analizar las situaciones complejas distanciándonos del drama.
Sin embargo, es difícil encontrar obras satíricas que no se inclinen hacia el chiste fácil o el adoctrinamiento. Que exhiban la frescura y la sutileza suficientes para que nadie se pueda sentir ofendido. Que no recurran a la provocación para enganchar al lector y que construyan puentes entre lo real y lo fantástico para introducirnos en el juego propuesto por su autor. Cuando lo hacemos, cuando tenemos la suerte de toparnos con obras como esta, no podemos hacer otra cosa que asumir nuestra insignificancia. Al universo no le interesa nuestra vida y saberlo, lejos de hacernos sentir pequeños, nos da el superpoder de relativizar todos nuestros defectos y peculiaridades.
Esta antología, escrita con un humor ácido e inteligente que evoca al gran Terry Pratchett, supone una ingeniosa exploración de las contradicciones humanas. Las historias que la componen se apoyan en clichés y referencias históricas o culturales reconocibles y nos obligan a asumir que, muchas veces, lo solemne y lo cotidiano no están demasiado alejados de lo absurdo.
La componen diecisiete relatos autoconclusivos y de un eclecticismo desengrasante; la mezcla de géneros y los numerosos giros otorgan al conjunto una profundidad inesperada. En mi opinión sobresalen El caso de la ex desaparecida, una divertida reinterpretación de la relación entre Watson y Holmes, y La increíble mujer objeto, un potente alegato contra el machismo del que no se libran ni los superhéroes. Pero todos, absolutamente todos, son disfrutables; los más largos te atrapan y te dejan con ganas de más; los cortos tienen el mismo efecto que una oportuna inyección de adrenalina.
Si estáis desmotivados, tristes o aburridos, conseguid un ejemplar y leed Virus, el primer relato. Es todo lo que Borja Echeverría necesita para contagiaros de su enfermedad y arrastraros por un multiverso plagado de zombis, mafiosos, hombres «primitivos», escritores, influencers y demás seres peligrosos. Nada ni nadie podrá dañaros si activáis el escudo del humor, y cuando lo terminéis, sentiréis que habéis sobrevivido a una aventura irrepetible y podréis continuar con vuestra vida sin que tampoco a vosotros os importe un carajo el universo.
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