Javier Quevedo Puchal es un escritor de raza. Un autor valiente que tiene la capacidad de conmover y sorprender a partes iguales. Con la profundidad que otorga a sus personajes (todos excepcionales e inolvidables) y las pruebas a las que les somete, no busca el impacto gratuito ni el sensacionalismo. Indaga en quienes somos y en nuestras oscuridades interiores para que podamos, si así lo queremos, iluminar aquellas partes que nos dañan o lastran.
Leer sus novelas supone un ejercicio gozoso, catártico y humanizador. Pero también adictivo. Ahora, a pocos meses de que su nueva obra vea la luz, nos amenaza insinuando que podría ser la última.
H – Te decantaste por la filología inglesa y cursaste estudios literarios en la Universidad de Hudderfield (West Yorkshire, Inglaterra). Has sido crítico cinematográfico y articulista. Ahora ejerces como corrector y traductor, aunque todos los que te hemos leído sabemos que eres ESCRITOR. ¿Cuándo decidiste encaminar tu vida hacia la literatura? ¿Te viste influenciado de alguna forma por tu hermano Israel? ¿Y él por ti?
J.Q.P. – Yo creo que adopté una actitud muy imitativa, como cualquier hermano menor. En realidad, la literatura siempre ha estado muy presente en mi casa, pues mi padre era un lector voraz y tenía una biblioteca bien nutrida. Cuando nos inscribió a la biblioteca municipal de Onda, mi pueblo natal, tanto mi hermano como yo lo vivimos casi como una fiesta. De modo que, en ese sentido, la literatura siempre ha estado presente en mi vida. En cuanto a la escritura, seguramente imité a mi hermano Israel, aunque luego fui yo quien acabó dedicándole más tiempo y esfuerzo (por lo menos, hasta ahora, en que él lo ha retomado… y, curiosamente, yo lo tengo más aparcado).
H – Creo que eres uno de los mejores escritores de este país. Tu estilo narrativo es hermoso y elegante. Los diálogos que creas son fascinantes. ¿Cómo puedes conseguir que tu labor de traductor y corrector no corrompa tu propio estilo?
J.Q.P. – Muchas gracias por el halago, aunque ya quisiera. Si te soy sincero, las labores de traductor y corrector pueden ser una ayuda tanto como un obstáculo. A mí me ayudan a no calcar estructuras de otros idiomas, por ejemplo (cuántos escritores han leído tanta traducción mala que acaban escribiendo malas “traducciones originales” en su propio idioma…). O me permite también entregar a las editoriales textos bastante limpios, pues el trabajo de corrección está relativamente depurado de antemano. Pero también es verdad que todo esto puede entorpecerte si te obsesionas demasiado con la forma y con los engranajes. Con la lectura pasa un poco igual: si eres corrector y no te relajas un poco cuando lees por placer, acabas yendo a la caza del error.
H – Has reconocido abiertamente la influencia del Séptimo Arte en tu obra. Admites haber encontrado inspiración en ciertas películas para escribir, por ejemplo, Cuerpos descosidos y Ojos verdes, negra sombra ¿Qué cine es el que te hace querer crear? ¿Piensas que este fenómeno es más habitual en el mundo literario de lo que creemos?
J.Q.P. – Vivimos en una sociedad tan audiovisual que, hoy por hoy, me parece casi inevitable esquivar estas influencias. El problema llega cuando uno acaba escribiendo porque en realidad le resulta más barato y rápido que rodar una película, que es lo que de verdad le gustaría (no sé si me explico…). Está fenomenal que te influya el cine, pero siempre y cuando no pierdas de vista que estás escribiendo una novela o un relato, no dirigiendo una peli para Netflix. A mí me influyen secuencias, diálogos, incluso sensaciones que he vivido frente a una pantalla… pero luego siempre las paso por el filtro literario, no me olvido para nada del medio que estoy usando. Y luego la gente ve influencias que quizá tú no tenías tan presentes.
|
Hermanas Heredia de
Ojos Verdes, negra sombra
Por Fernando Villanueva |
Mi editor de Dilatando Mentes me dijo que mi nueva novela le recordaba bastante al cine de Pedro Almodóvar, y sin embargo yo veía mucho más otras influencias (aunque Almodóvar me encanta y, desde luego, es una influencia que no descarto y que incluso comparto en algunos puntos). “El manjar inmundo” estaba plagada de referencias cinematográficas: “Mary Reilly”, “El ansia”, “En compañía de lobos”, “The Ring”… pero también pictóricas, como “La romería de San Isidro”, de Goya. Respecto a “Ojos verdes, negra sombra”, para mí fue una fiesta, pues está plagada de homenajes al cine español (incluso hay citas literales, como una que remite explícitamente a una escena de “El espíritu de la colmena”).
|
La Romería de San Isidro – Francisco de Goya |
H – Pero no solo de cine vive el creador moderno: en El tercer deseo podemos encontrar cuentos de hadas. En El manjar inmundo (antología de relatos de terror gótico), te inspiras en los hermanos Grimm, Andersen y Perrault entre otros. En Ojos verdes, negra sombra, hay una presencia constante de elementos mitológicos patrios como, por ejemplo, la Santa Compaña ¿Qué es lo que tanto te atrae de estas leyendas y mitos de la cultura popular?
J.Q.P. – Hay algo atávico en los cuentos que me sigue hipnotizando incluso hoy. Y supongo que me seguirá fascinando hasta que muera. Recientemente, leí un libro sobre leyendas valencianas y me quedé maravillado con la riqueza que hay en ese sentido. En cierto modo, los cuentos, las leyendas, el folclore… todo ello son una especie de ancla que me mantiene conectado a mi infancia, y a mí me parece una de las cosas más bonitas que puedes conservar en tu vida adulta. Hay gente que retoma el contacto con su yo infantil únicamente cuando por fin se convierten en padres. Solo entonces pueden revisar los cuentos que leían de pequeños o las pelis que vieron decenas de veces en su infancia, y lo disfrutan de forma muy pura vigilando de reojo las reacciones de sus retoños. Y ojo, me parece precioso, de verdad. Pero al mismo tiempo me entristece. ¿No sería maravilloso que fuésemos capaces de mantener el contacto con nuestro yo infantil por nosotros mismos, sin coartadas ni ayudas externas? Siempre me recuerda a aquello que cantaba Enrique Bunbury de “de mayor voy a aprender a ser pequeño”. Para mí, pocas cosas hay más auténticas y valiosas que mantener el contacto con esa parte de nosotros mismos que habla tan elocuentemente de lo que somos y de donde venimos. Del legado que hemos heredado.
H – El tercer deseo (tu primera novela) es una obra LGTB. Con Todas las maldiciones del mundo (la segunda), conseguiste ser finalista del Premio Shangay. Sin embargo, esta última es, a todas luces, una novela de ciencia ficción. ¿Crees que hay que seguir separando este tipo de literatura del resto? ¿No sería más beneficioso para la lucha contra la homofobia introducir en cualquier tipo de obra personajes protagonistas que no sean siempre heterosexuales?
J.Q.P. – Tengo mis sentimientos encontrados con este tema, la verdad. De hecho, hace poco hablábamos de ello en el podcast Cooltura Queer. Mi compañera, Libertad Morán, defiende que el futuro está en una ficción muy libre y sin etiquetas, donde te encuentres una historia policíaca con una protagonista que sea una mafiosa lesbiana, o bien una de superhéroes con un gay que puede volar y levantar coches. A mí me parece estupendo, pero también me da un poco de miedo que la ficción acabe aproximándose peligrosamente a aquellos tiempos en que, para encontrarte a una lesbiana en una peli, tenía que ser una vampira frotándose contra otra. No sé si se ve por dónde voy. Temo que la sexualidad “disidente” acabe siendo tan circunstancial que todo se reduzca a un sagaz detective privado que tiene a su marido en casa diciéndole que no se vaya a dormir muy tarde o que la realidad trans se reduzca a una superheroína que se chuta hormonas periódicamente, pero que por lo demás podría ser una mujer cis sin más. La realidad LGTB toca muchísimos palos y no sé si me convence demasiado que “la normalidad” en la ficción pase por decir “expresamente” que un personaje es gay… pero luego olvidarse por completo y que no se vea demasiado que lo es. Eso sí, tampoco me gusta la consigna aquella de Laura Gallego con la que decía que escribiría un personaje gay “cuando la historia me lo pida”. Casi ninguna historia pide forzosamente que el prota sea hetero. Si algo nos lo pide casi siempre, son nuestros sesgos (conscientes o no).
H – Desde el principio de tu carrera has sido alabado por la crítica. Fuiste finalista de los premios Ignotus, Shangay, Vórtice y Scifiworld, y has ganado dos premios Nocte y un Guillermo de Baskerville. Con Cuerpos descosidos, una atípica novela de terror que no recurre a ninguno de los tópicos del género, te ganaste el respeto del resto de los escritores de género de este país. Sin embargo, no eres un autor demasiado conocido para el gran público ¿A qué se debe esa curiosa dicotomía? ¿Crees que la etiqueta de autor LGTB que algunos lectores no terminan de quitarte, tiene algo que ver?
|
Barrabás
Fernando Villanueva
Ojos verdes negra sombra |
J.Q.P. – Todo eso que mencionas tiene que ver, sin duda, pero hay más cosas. En un país donde se lee tan poco como en España, y donde tan poco se admira todo lo que tenga que ver con lo artístico (y mucho menos con los artistas nacidos aquí, que siempre tienen menos valor), evidentemente, poco credo va a tener un escritor de ficción. Y mucho menos uno de género fantástico o de terror. Y mucho menos uno con las siglas LGTB colgando, tanto de su obra como de sí mismo. Pero tampoco nos olvidemos de las editoriales donde ese autor ha publicado, que eso también tiene mucho que ver. Yo sé de buena tinta que mi exeditor de Punto en Boca enviaba notas de prensa y ofrecía ejemplares promocionales a muy diversos medios de comunicación… ¿Y te crees que le hacían mucho caso? Era Punto en Boca, no Planeta o Random House. Todo eso también suma (o resta) a la hora de tener mucha, poca o ninguna visibilidad. En mi caso redunda hacia ninguna, evidentemente. Y ya si nos ponemos a hablar de presencia en redes sociales y de altos perfiles digitales, que es el nuevo filtro para llegar a algún sitio o quedarte en ninguno, pues qué te voy a contar…
|
Ilustración de
Ojos Verdes, negra sombra
Fernando Villanueva |
H – Tus personajes son impactantes y atípicos, pero siempre creíbles ¿Cómo los construyes? ¿Quién decide el argumento de tus novelas, ellos o tu? ¿Y qué me dices de sus nombres? Sé que prácticamente ninguno está escogido al azar…
J.Q.P. – Hay un cierto contrato implícito entre ellos y yo. Les doy unos cimientos, pero luego van cogiendo forma ellos a lo largo de la escritura, por su forma de hablar, de reaccionar… o incluso de callarse. Y esto es también aplicable a los argumentos. Siempre digo que soy una mezcla entre escritor de mapa y escritor de brújula: tengo mis cosillas anotadas, pero no soy inflexible en absoluto. Me permito un buen margen de maniobra y, de hecho, me fío bastante de mi intuición. Sé dónde comienzo, por dónde debo ir y dónde quiero acabar, pero dejo el desarrollo muy abierto a que surjan cosas que no tenía planificadas para nada y que puedan sorprender (a mí al primero). Sin ir más lejos, el final de “Cuerpos descosidos” era inicialmente otro más bestia y violento, pero según avanzaba la escritura me di cuenta de que encajaba mejor algo más triste y demoledor, y que además resultaría más sorprendente y natural. No sé cómo surgió, supongo que por pura intuición. Eso sí, incluso por intuitivo que sea, procuro que si los personajes cambian en algún modo durante la escritura, sea de un modo lógico.
H – Siguiendo con ello, en Cuerpos descosidos creaste personajes enormemente contradictorios y cargados de culpa o dolor. En Ojos verdes, negra sombra te sirves de Aurelia y Rosalía para explorar naturalezas opuestas. Ahora viene la pregunta que te habrán hecho mil veces: ¿Cuánto de ti hay en ellos? ¿Es escribir la mejor de las terapias?
|
Ojos verdes, negra sombra
Ilustración de Fernando Villanueva |
J.Q.P. – Se ha convertido ya en un cliché, pero tiene bastante de cierto: en casi todos tus personajes siempre hay algo de ti. Incluso en los más negativos. Por ejemplo, puedes estar representando en ellos cosas que censuras en otras personas de la vida real. Y, en el proceso de crear a esos personajes, en cierto modo acabas empatizando (que no simpatizando) con su forma de ser. Me ocurrió eso mismo con Vidal en “Ojos verdes, negra sombra”: es un personaje absolutamente detestable, pero había una cierta lógica interna en su forma de proceder a veces. No era un tío malo por capricho, simplemente porque yo hubiera decidido que lo fuera: era un producto de su propio currículo vital y, a veces, era malo más por torpeza o incapacidad que por voluntad férrea. También ten en cuenta que para escribir adecuadamente un personaje tienes que entenderlo, no juzgarlo. Incluso a los más reprobables. De esto hablo bastante en mi nueva novela, del proceso de empatizar con los demás… o incluso con nosotros mismos, pues a veces somos nuestros peores jueces.
H – ¿Crees en los géneros puros? Todas tus obras exhiben cierto mestizaje. Ojos verdes, negra sombra se aleja del terror y es, ante todo, una historia de amor. Pero incluso en esta novela te resistes a eliminar los elementos fantásticos. ¿A qué se debe esta “huida de la realidad”?
J.Q.P. – Claro que creo en los géneros puros, y los disfruto como consumidor. Pero no me creo demasiado capaz de trabajarlos como autor. Incluso “Lo que sueñan los insectos” y “El manjar inmundo”, que son de lo más abiertamente genérico que he escrito, no lo son de forma muy pura ni ortodoxa. Y, sin ir más lejos, “Ojos verdes, negra sombra” es una historia de amor, como bien comentas (bueno, son dos como mínimo), pero teniendo bastante de género fantástico también. Y además es una metáfora para hablar de las contradicciones que presenta España como realidad (incluso el propio título habla de esas contradicciones, de ese choque de realidades que se remonta varios siglos y que incluso Goya pintó). Y es una fábula que, partiendo del pasado, nos habla del presente, de las sombras del patriarcado, de la homofobia, de las heridas que se heredan y no hay quien cierre… Y es un homenaje a la copla. Y al cine español, aunque a priori no lo parezca. Puede que sea de mis obras más impredecibles, en ese sentido.
H – Pasaron 4 años desde que publicaste El manjar inmundo hasta que Ojos verdes, negra sombra vio la luz. La diferencia de registro entre esta última y la mayoría de tus novelas anteriores es brutal. ¿A qué se debió el cambio? ¿Tuvo alguna relación con ese periodo tan largo sin publicar?
J.Q.P. – Puede ser. Aunque me imagino que tuvo más que ver con el cambio de historia, de ambiente, de personajes, de intenciones… Hasta entonces, mis referentes solían ir por otros lares: Angela Carter, Clive Barker, Ray Loriga (aunque este último sí es español)… Pero el viraje de “Ojos verdes, negra sombra” hacia otros ámbitos, otras sensibilidades y otras herencias más autóctonas me hizo pensar y crear desde una perspectiva más autóctona. Jugué con el lenguaje más que nunca, seguramente, y de una forma que surgió bastante orgánica. En cierto modo, tiene un poco de acto mágico: los lugares, los tiempos, los personajes y las sensibilidades te poseen, hasta el punto de que la forma de escribir cambia por completo.
H – ¿Y qué puedes contarnos de tu próxima novela? ¿A qué Javier Quevedo encontraremos en ella?
J.Q.P. – Mi nueva novela es otro cambio de tercio bastante brusco y seguro que descolocará a quien me haya conocido por “Ojos verdes, negra sombra”. Diría que, en cierto modo, es una vuelta a los universos y las texturas de “Cuerpos descosidos”, pero desde otro estado mental y aplicando todo lo que he aprendido y me ha influido en estos años. Yo diría que es lo más “punkarra” que he escrito nunca, o al menos desde “Cuerpos descosidos”, porque lo he escrito de una forma absolutamente libre, sin pensar en ningún público y sin tener claro siquiera si se publicaría. Ha sido una forma de escribir agresiva, casi suicida. Lo cual no quiere decir que sea un libro críptico, ni mucho menos: es muy legible, pero no es un libro nada cómodo ni amable. Hasta tal punto fue surgiendo a su ritmo que es la primera obra de la que no tuve claro el título hasta muchísimos meses después de haberla finalizado. Barajé un montón y todos eran provisionales. Es una novela llena de rabia, de ironía, de tristeza, de esperanza, de crítica, de autocrítica, de terror… Es un homenaje a Onda, mi pueblo. Y un retomar el contacto con ciertos aspectos de mí mismo que tenía abandonados. Es un ajuste de cuentas con muchas cosas. En Facebook comenté que, en cierto modo, podría considerarse un salto al vacío, y lo cierto es que lo dije de forma bastante literal. No sé si habrá algo más después, puede que no.
H – Voy a ignorar tu última frase. Tus lectores somos muy fieles y en general, buena gente. Pero podemos volvernos extremadamente violentos ante amenazas de este tipo.
En este último año (época de pandemia y confinamientos), te embarcaste en un nuevo proyecto: Cooltura Queer, un maravilloso podcast que todo el mundo debería escuchar ¿Cómo y por qué surgió esta iniciativa?
J.Q.P. – La idea se le ocurrió totalmente a Libertad Morán, una vieja amiga a quien conocí porque ella también fue autora en Odisea Editorial. Durante estos años, hemos mantenido la amistad, aun en la distancia y de forma bastante irregular. El año pasado, la invité a participar en otro podcast donde yo colaboraba, y al poco tiempo ella misma me sugirió que montáramos uno nosotros dos, porque le había picado el gusanillo, ya que en otros tiempos ella grababa radio. Y ahí estamos, con Cooltura Queer, un podcast con el que nos divertimos mucho y donde hablamos de series, pelis, libros, cómics… pero siempre desde una perspectiva LGTB. Podéis escucharlo en Ivoox y Spotify, por ejemplo.
H – Dejo el enlace de Ivoox al final de la entrevista. Para terminar, ¿tienes algún consejo para quien sueñe con convertirse en escritor/a?
J.Q.P. – No sé si en estos momentos soy la persona más adecuada para aconsejar nada a quien sueñe con dedicarse a la escritura, la verdad.
H – Recomiéndanos un autor o autora. Sólo uno/a.
J.Q.P. – Michael Ende.
Para saber más sobre Javier Quevedo Puchal podéis visitar su web pinchando aquí. En ella encontraréis un enlace para descargar gratuitamente Abominatio, su antología de Nanorrelatos ¿No lo queréis?
Sus redes sociales son:
Si os apetece escuchar Cooltura Queer en Ivoox, pinchad aquí.
Si buscáis información sobre el podcast en Instagram, aquí.
¿Te ha gustado esta entrevista? ¿Quieres descubrir más escritores como este? ¡Hazte mecenas de El yunque de Hefesto! Hemos pensado en una serie de recompensas que esperamos que te gusten. Y cuando lleguemos a la cifra de diez (entre todos los niveles), sortearemos mensualmente uno de los libros reseñados en: www.elyunquedehefesto.blogspot.com (Sorteo solo para residentes en España).
También puedes ayudarnos puntualmente a través de Ko-fi o siguiendo, comentando y compartiendo nuestras publicaciones en redes sociales.
Interesante. Seguro que terminaré leyendo algo de este autor. Quizá la última. ¿Por qué? Porque me encantan los saltos al vacío.
Yo también saltaré al vacío. Tengo mucha curiosidad por esa novela que ha escrito sin, al parecer, ningún condicionante. Pero si de algo estoy seguro es de que en ella encontraremos una prosa hermosa, y unos personajes intensos. ¿Crees que Rod Avlas también la leerá? Un abrazo!
Con mucho placer y aún más gratitud la respondí. <3
Ha sido todo un placer y un honor. Somos muchos los que estamos deseando leer tu SIGUIENTE novela. Es mucho lo que espero de ese salto al vacío ¡Un abrazo!
También me apunto Ojos verdes, negra sombra. Rod nació demasiado tarde. Es obvio que la leerá. Incluso antes que yo.
La entrevista merece ser enmarcada. Si enmarco alguna, ya te pasaré una foto.
He de reconocer que tengo un gran mérito: elijo muy bien a mis entrevistados. Algún día te hablaré del primero…
Ja-ja-ja, esa sí que es buena.
Maravillosa entrevista, de Javier tengo la suerte de haber leído uno de sus libros y puedo corroborar su fantástica prosa. Por supuesto, seguiré leyendo más obras suyas.
El problema, el gran problema, es que la mayoría de sus libros están descatalogados. Afortunadamente, en unos meses tendremos 2 en catálogo gracias a Dilatando Mentes. Espero, sinceramente, que algún día reediten toda su obra. Yo, he podido conseguir algunos recurriendo al mercado de segunda mano. Y Dicho todo esto, Ojos verdes, negra sombra te va a encantar.
Me encanta el caótico Javier, que en sus novelas demuestra no serlo en absoluto. La entrevista, como todas las que haces, es genial. Me ha sorprendido que le dijeran lo de la influencia de Almodóvar, puede, pero en todo caso de la primera época del cineasta (la que más me gusta, por otro lado). totalmente de acuerdo en que Javier tiene cierto contacto con su yo infantil, por eso me resulta tan atractivo. Ah! me he reído mucho son la alusión que hace de Laura Gallego. En fin, me ha encantado. Espero el último libro.
¡Y yo, amiga mía! ¡Necesito esa nueva novela con urgencia! Gracias por tus comentarios. Coincido contigo en todo.