Muchos han matado por honor. Aún más por ideología. Si os preguntan cuál de los dos motivos es más legítimo responderéis que ninguno, pero abstraeos de vuestro contexto histórico y pensadlo por un momento. ¿Qué razón creéis más elevada? E independientemente de cual elijáis ¿hasta qué punto es sincero quien siegue una vida amparándose en cualquiera de ellas? ¿Son estos dos conceptos íntegros y asépticos, o están contaminados por la turbidez derivada de la ira, el deseo, la codicia, o cualquier otra de las pasiones que siempre nos han acompañado?
Jesús, excombatiente republicano, es un hombre deshecho. Preso tras la guerra civil, es condenado a muerte por un delito de sangre. Desde prisión, asumiendo su final y sintiendo que se le ha arrebatado hasta el último atisbo de dignidad, consigue hacerle llegar a su esposa Catalina algunas de sus cartas buscando, más que ayuda, abrir su corazón. Ella, desesperada, inicia junto a su cuñado Rafael una carrera a contrarreloj para obtenerle unos avales que le conmuten la pena capital por otra menos severa. Y Don Basilio, el padre de ella, decidirá unirse a esta tarea con la intención de recuperar a una hija que creía haber perdido.
Carmen Martínez Pineda ha logrado con esta, su tercera novela, algo extraordinario: captar la enorme complejidad de una guerra que en realidad comenzó mucho antes del 36. Y lo ha conseguido sin necesidad de recurrir a datos y figuras históricas relevantes. Inspirándose en hechos reales ha dado vida unos personajes tan imperfectos como creíbles que podrían haberse encontrado en cualquier pequeña población rural de la península. Porque lo peor, lo más cruento de la contienda se vivió en esos pueblos donde todos se conocían, donde había agravios que solventar y venganzas que satisfacer, en una España de curas y terratenientes, de señoritos y de campesinos analfabetos.
En aquel país donde no todas las declaraciones tenían el mismo valor, no se enfrentaron solo dos bandos, sino tantos como personas con intereses contrapuestos.
Pero la novela, además de suponer un magnífico retrato de los años anteriores y posteriores a la guerra, y plasmar una emotiva investigación que va desvelando la forma de ser y las motivaciones de cada personaje implicado, plantea una gran verdad: la falibilidad de la memoria o, mejor dicho, lo condicionados que pueden estar los recuerdos por la ideología de cada uno. Para ello, la autora opta por saltar de testimonio en testimonio, intercalando diálogos y recuerdos sin advertir quien es el interlocutor. Esta técnica, arriesgada y bastante sorprendente, obliga al lector a permanecer alerta y a esforzarse hasta que absorbe la personalidad de cada uno de sus protagonistas.
El aval es, tal y como parece, una historia triste y dura. Todo gira en torno a Jesús, como víctima o como verdugo, pero el peso de la narración va pasando de unos a otros en función de los hechos relatados. Y Rafael, atormentado por su cobardía en la guerra e intimidado ante la imagen que se ha creado de su hermano, es el hilo que une las distintas versiones, ya que es el único que siente la necesidad de saber lo que ocurrió realmente.
Pocas novelas dejan una imagen tan nítida como esta de la España dividida que se comenzó a evidenciar a raíz de la proclamación de la Segunda República. Pocas muestran tan claramente la forma en que el nuestro se convirtió en un país de extremos que antepuso los intereses a los afectos, como las mujeres fueron en cómplices del yugo que les sometía, y como la guerra corrompe y envenena a cualquiera que toca.
Si os unís a Catalina y Rafael en su propósito y su desesperación, no solo tendréis que afrontar verdades que preferiríais no saber. También os cuestionaréis qué es la verdad, si la cadena que une causas y consecuencias se puede cortar en algún eslabón, y sí la gravedad de los actos depende del punto de vista de quien los juzga. Pero la pregunta para la que tal vez no encontréis respuesta es: ¿tiene un hombre derecho a la vida por atroz que sea el crimen que se le imputa?
La pena capital es una atrocidad. Eso opino. Incluso el peor criminal puede moralizarse. Excelente reseña. Lo más triste de esta historia es que todavía no ha terminado. Seguimos con los extremismos. Seguimos con el odio. La España que nunca existió chirría como la máquina mal engrasada que es.
Totalmente de acuerdo. Esta novela apunta directamente a la naturaleza humana, a su extremismo y sus bajas pasiones como origen de los actos más execrables.
Y tu comentario (sobre todo sus últimas frases), merece ser enmarcado. Muchas gracias Salvador.
Sorprende gratamente leer una crítica tan concienzuda que capta justo lo que he pretendido transmitir con esta novela. Yo no podría haber sintetizado mi novela con tanta precisión ni podría haber descrito mejor el propósito que me marqué cuando empecé a escribirla.
Muchas gracias por este precioso regalo de Reyes.
Pues te felicito sinceramente. Es muy complicado hablar de aquella época tan dura sin caer en los tópicos sobre buenos y malos. Más difícil aún inducir tantas reflexiones sobre el comportamiento y la naturaleza humana.