Nuestra mirada se centra en un futuro cercano en el que, ineludiblemente, la tecnología estará presente en todos los ámbitos de la sociedad. Soñamos con un mundo donde las máquinas realicen el trabajo, pero tememos dejar de ser útiles y que terminen sustituyéndonos. También que esos seres con silicio en vez de alma nos superen en inteligencia y lleguen a dominarnos. Está en nuestra mano evitarlo, limitar su evolución; pero si lo hacemos serán imperfectos y poco fiables. Tal vez deberíamos enfocar nuestros esfuerzos en otras ciencias como la genética y la biología: el esclavo perfecto no puede ser un androide, debe ser alguien parecido a nosotros, pero menos peligroso. Alguien fuerte y obediente, menos inteligente… ¿y si pudiésemos traer de vuelta a seres como los neandertales, los denisovanos, o cualquier otro tipo de homínido que perdiera la carrera contra el Homo Sapiens? Podríamos controlarles y enseñarles lo que deben hacer. No supondrían ningún peligro para nuestra especie y el debate moral desaparecería frente a las ventajas. ¿Por qué no? Al fin y al cabo, serían poco más que mascotas, y tampoco poseen alma porque desaparecieron mucho antes de llegar a tenerla.
El universo creado por Paula Gil es estremecedor pues todas las piezas encajan. No cuesta ningún trabajo pensar en un futuro cercano donde el cambio climático haya deshecho el hielo en el Ártico provocando la subida del nivel de las aguas, y donde la robótica y la informática hagan perder sus empleos a profesores, conductores, camareros, o traductores entre otros muchos. En ese mañana que la autora data en 2035, el teléfono será sustituido por un implante en el brazo (Brac), y la mayoría de la población no podrá vivir sin conexión a internet y gafas de realidad virtual (aunque estas no permitan escapar de la publicidad más invasiva).
Pero este fabuloso worldbuilding no es el único mérito de la obra. El perturbador escenario se completa con Mónica (una brillante científica), con Laia (traductora que ha perdido su empleo y se enfrenta a la maternidad sin el apoyo de su pareja), y con la escurridiza Tessa (joven lastrada por un pasado doloroso que encuentra una salida a sus problemas al prestarse como vientre de alquiler). Tres personajes femeninos muy bien perfilados, inteligentes y aparentemente diferentes que, sin embargo, comparten la sensación de soledad derivada de problemas adaptación social de distinto grado. Tres mujeres que verán como los nacimientos de Zoe y Lars, humana y neandertal, cambiarán sus vidas para siempre.
Cuarenta mil años sin ti, novela finalista en los premios Lara 2018 (a pesar de ser tan poco amigos de la ciencia ficción), juega con muchas de las contradicciones que nos caracterizan como especie y busca enfrentar lo mejor y lo peor que hay en nosotros. Lo hace oponiendo las esperanzas que depositamos en nuestra tecnología frente a los temores que esta nos suscita, la ambición desmedida y deshumanizada de las grandes corporaciones frente a la generosidad y el amor de quienes darían la vida por sus hijos e hijas, y el ruido y la dependencia cada vez mayor de la conectividad ilimitada frente a la quietud o el retroceso de quienes sienten que han dejado de vivir sus vidas. Pero además hace reflexionar sobre temas que siempre nos acompañarán como el rechazo que hacia los que son diferentes, el abuso sobre aquellos que consideramos inferiores, la debilidad de la ética en su intento de frenar los intereses económicos de los poderosos, y la actitud gregaria de la inmensa mayoría de nosotros, aunque sepamos que nos llevan al desastre.
Leed esta novela y decidid si en algo más de una década os dejaréis conducir al principio del fin, o si resistiréis como numantinos. Porque en pocos años, lo que aquí se relata dejará de ser ficción.
¿En 2035? Efectivamente es casi el presente y, después de leer algo de historia, creo que poco va a cambiar. El hombre tiene muy buenas características pero es competitivo, siempre ha abusado del débil, siempre ha tenido ansias de poder y los más listos se las han apañado para conducir a la masa sin que piense. ¡Empezaremos a formar un grupo de diferentes que demuestre que se puede vivir bien!
Muy buena crítica, como siempre:)
Afortunadamente, estos libros que tanto nos hacen pensar o enfrentarnos a nosotros mismos, también nos obligan a estar alerta. ¡Me uniré a tu grupo!
2035 está demasiado cerca. La autora se ha pillado los dedos y pronto gritará. Antes que ella, ya otros se los pillaron. 1984. 2001. Al margen de eso, la obra parece interesante. En cuanto al Lara y sus finalistas, el ganador ya sabéis de dónde sale, y los finalistas… Supongo que los escogen sin mirar. Para que perder tiempo leyendo originales si ya sabes quién va a ganar y sabes también que no te interesa publicar a nadie más…
Bueno, creo que ninguna de esas novelas buscaba hacer una predicción precisa (sobre todo 1984 y esta), sino alertar de un mundo al que nos estamos acercando. 1984 siempre estará vigente, como puede estarlo tu 2222. Esperemos que esta obra deje de estarlo en unos años, pero es realmente interesante y entretenida. Me ha hecho darme cuenta de que el futuro incluye caminos que no había previsto. En cuanto a los Lara, creo que tienes toda la razón…