
H – Bienvenida, Rocío. Y enhorabuena por tu reciente nominación en los Premios del III Terramur. Dicen que te encantan las películas de zombis. ¿Estás preparada para el apocalipsis?
R.S – ¡Siempre!
Rocío Stevenson es una escritora madrileña cuyo talento y versatilidad la han posicionado como una voz relevante en el panorama literario independiente. Su obra abarca desde la poesía hasta la narrativa fantástica e infantil, y en ella explora múltiples problemáticas y retos a los que se enfrenta la sociedad actual.
Su última novela, Sombras y otros lugares que recorrer por la noche, destaca por su innovadora narrativa y por una magnífica ambientación. En ella combina tensión, humor y situaciones que nos invitan a reflexionar. ¿Queréis saber más?
H – ¿Por qué elegiste algo tan inusual como las sombras para desencadenar el fin del mundo? ¿Son una metáfora de nuestros miedos o de la parte más salvaje de nuestra naturaleza?
R.S – Las sombras pueden ser muchas cosas, dependiendo de la manera en que se planteen. Para mí representan lo más oscuro del ser humano, no solo en tanto en cuanto individuos, sino también como parte de la sociedad a la que pertenecemos. Es decir, que las sombras pueden ser el reverso negativo del ser humano, una suerte de doppelgänger del que no podemos librarnos, pero también el reverso negativo de una sociedad en decadencia, que mira más por sí misma que por el resto hasta el punto de no importarle destruirse en el proceso. Elegí las sombras como desencadenante del apocalipsis porque resulta imposible luchar contra ellas y me ayudaban a dirigir la narrativa hacia donde me interesaba llevarla.
H – Cito: “el apocalipsis es como la Ley de Murphy, si algo puede pasar, pasará, y no tendrás más armas que tus cuchillos de cocina y tus sartenes”.
Tus protagonistas, Clara e Isabel, son mujeres corrientes atrapadas en circunstancias extraordinarias y parecen dejarse arrastrar por los acontecimientos, apoyándose la una en la otra y sin más pretensión que sobrevivir. ¿Cómo construiste sus personalidades?
R.S – Creo que si sobreviniera un apocalipsis, ya sea con zombis o por alguna circunstancia más pegada a la realidad, la inmensa mayoría de la población (y me incluyo) se comportaría de manera muy similar a como lo hacen Clara e Isabel. Ante una situación de caos, me parece que la reacción más común sería la de entrar en pánico, esconderse, comprobar si la situación se dilata en el tiempo o si cede y dejar la toma de decisiones para más adelante. Iríamos a remolque de lo que ocurriera y quizá, pasado el tiempo, empezaríamos a organizarnos, a tratar de construir una nueva sociedad a partir de los despojos de la que acaba de ser destruida. A mí me interesaba, sobre todo, esa reacción primera, ver cómo actuarían dos personas completamente normales, sin ninguna característica heroica, frente a circunstancias que escapan a su control y, al mismo tiempo, ver cómo el hecho de que sus seres queridos puedan encontrarse en peligro afecta a su comportamiento inicial y va guiando el rumbo de sus decisiones.
H – ¿Crees que habrían podido lidiar con el apocalipsis por separado? ¿Por qué huiste del habitual perfil de protagonista alfa capaz de enfrentarse a todo?
R.S – Para contestar a esta pregunta tendría que escribir otra novela, jajaja. Sin duda, la historia habría seguido un guion distinto de haber estado separadas. Es posible que las primeras decisiones hubiesen sido parecidas a las que toman en pareja, pero no tengo tan claro que hubiesen sobrevivido al apocalipsis, no tanto en cuanto a los daños físicos que pudieran sufrir, sino por el impacto psicológico de la soledad en una situación como esta. Una parte importante de la historia es observar cómo Clara e Isabel van saliendo adelante, de un lado, por pura fuerza de voluntad, pero de otro, por el apoyo mutuo. Cuando una desfallece o duda, la otra está ahí para darle energía; cuando la otra quiere mandarlo todo a la mierda, la una es la que se encarga de calmar las aguas. Es muy complicado, si no imposible, estar al 100% todo el tiempo.
H – Pones todo el foco en ellas. Haces que no importe ni su pasado, ni el resto de la humanidad y que nos centremos en su presente. ¿Por qué esta historia y no una más coral?
R.S – Me interesaba mostrar a dos mujeres enfrentando una adversidad sobrevenida e inesperada en el aquí y el ahora. Todo lo demás: su pasado, las personas que les rodean, el mundo entero, me sobraba. Quería que el lector experimentara el apocalipsis en primera persona, casi como si lo estuviera viviendo a la vez que las protagonistas. También era importante para mí mostrarlas a ellas en primer plano, centrar toda la atención en Clara y en Isabel en cuanto a pareja, es decir, no solo mostrar cómo reaccionaría una persona cualquiera ante una situación como la que se da en la novela, sino también cómo reaccionaría ante ella una pareja que lleva tiempo establecida, que tiene sus dinámicas, pero que jamás se ha enfrentado al caos de esta forma. Si la historia fuera más coral, o incluso si hubiese ahondado en el pasado de ambas, creo que la atención se habría diluido, o al menos, expandido a otras áreas que no eran de mi interés.
H – En tu narrativa, la diversidad es un tema recurrente. La abordas tanto en obras infantiles, especialmente en El elefante araña, como en algunas de tus obras destinadas a un público adulto. ¿Crees que la literatura en particular, y el arte en general, necesitan un cambio de perspectiva?
R.S – Pues lo cierto es que no lo había pensado. Quiero decir, que no incluyo el tema de la diversidad de forma consciente, aunque es cierto que casi todo lo que escribo lo toca de un modo u otro.

En cualquier caso, sí creo que es importante mostrar la diversidad, no solo por impulsar cambios, sino porque es un reflejo de un mundo complejo como este en el que vivimos y una manera de tratar de comprenderlo es buscar referentes en la literatura o el cine. Al final del día, creo que todos y todas esperamos ver un reflejo de lo que somos y de lo que vivimos en las obras que leemos y que, de alguna forma, pretenden representar la realidad que nos rodea.
En cuanto a si la literatura y el arte necesitan un cambio de perspectiva, yo diría que el cambio ya está en marcha, pero que nunca está de más añadir nuevas voces que continúen por esa senda. La literatura y el arte tienen un poder que no deberíamos ignorar y es la posibilidad de cuestionar y desestabilizar el statu quo, así como de crear espacios para la reflexión y para la transformación social.
H – Los viajes son otro de tus temas recurrentes, de forma literal o como metáfora emocional…
R.S – Sombras y otros lugares que recorrer por la noche alude al viaje ya desde el título. La novela es una suerte de recorrido por la geografía madrileña del extrarradio, pero también un viaje de crecimiento personal, de toma de decisiones, de paradas, hitos y caminos que se bifurcan. En el fondo, toda la literatura es viaje, para el que lo escribe, para el que lo lee y para el que lo experimenta como personaje. También lo es nuestra propia existencia de algún modo.
H – En referencia a esa ambientación tan madrileña. ¿Qué papel juega la ciudad en el desarrollo de la historia?
R.S – La ciudad y, en este caso, una gran ciudad como lo es Madrid, juega un papel fundamental en esta novela corta. Sus barrios, sus medios de transporte y sus calles sirven como escenario y telón de fondo para gran parte de la acción, pero también tienen relevancia para la cuestión más social de la historia.
H – El calor transforma Madrid en un infierno. ¿Tienes una relación amor-odio con nuestra ciudad, o has tratado de reflejar algunos de los males de nuestros días, como el cambio climático o el estrés urbano?
R.S – Es una mezcla de todo lo que mencionas. Madrid es un infierno en los meses de verano y la situación ha ido empeorando a lo largo de los años, muy posiblemente por efecto del cambio climático, pero también por esta nueva moda de convertir cualquier zona verde en áreas cementadas. Salir a las calles de Madrid en verano supone enfrentarse a un calor seco que cae a plomo y del que resulta imposible guarecerse. Para mí, resulta el escenario perfecto para que se desate un apocalipsis. Claro que tengo una relación de amor-odio con Madrid. Es una ciudad increíble en cuanto a lo que ofrece a nivel cultural, pero también es cierto que resulta agobiante como pocos lugares. En vez de caminar por las calles, corremos, como si siempre llegáramos tarde a todas partes, como si la vida se nos escapara.

H – ¿Hubo alguna escena particularmente difícil de escribir o que te haya marcado durante el proceso creativo? Tras un arranque cargado de tensión y angustia, optas por añadir algo de humor. ¿Cuál es la razón de ese giro?
R.S – Curiosamente, me resultó más difícil escribir las escenas que ponen pausa a la acción que las del arranque. También alguna escena hacia el final de la que no voy a hablar para no destripar nada del argumento. En cuanto al giro hacia el humor y la pausa, era algo que me pedía la historia. No fue una decisión que tomé de manera consciente, sino que fue la narración misma la que me fue llevando hacia ella. Para mí, el humor es una válvula de escape que ayuda a liberar tensión y a la que a veces recurrimos para tratar de suprimir o enmascarar nuestros miedos y eso es, en parte, por lo que hago uso de él cuando la angustia llega a cotas máximas.

H – ¿No sin mis mascotas? ¿Por qué decidiste dar tanto peso en la trama a Nirvana, Howard y Carter?
R.S – La mayor parte de la gente que tiene mascotas te podría responder a esto sin problema, jajaja. Cuando tienes mascotas, estas se convierten, casi sin que te des cuenta, en parte de la familia. Ocupan un espacio en tu casa, en tu vida, en tus pensamientos, de la misma manera en que lo hace un ser querido. Y, sin embargo, las mascotas tienen algo que las aleja de nuestra familia humana y es que, por mucho que les queramos explicar lo que está ocurriendo cuando suceden circunstancias adversas, no nos van a entender. Van a querer seguir haciendo su vida como la han hecho hasta ese momento. Nuestros perros seguirán pidiéndonos que les saquemos a jugar a la calle, aunque ahí afuera el mundo esté cayéndose a pedazos; nuestros gatos seguirán siendo los dueños de cada espacio de la casa y querrán su comida (justo esa que les encanta y no otra), cuando ellos la pidan. Por mucho que les queramos explicar que todo se ha ido a la mierda, les va a dar exactamente igual y eso los hace vulnerables. Nirvana, Howard y Carter son las mascotas de las protagonistas y, sin lugar dudas, una parte fundamental del núcleo familiar. Eso quiere decir que Clara e Isabel van a hacer todo lo posible por protegerlas de la misma forma en que tratarían de protegerse la una a la otra.
H – No me rompas el corazón y dime que habrá spin-off; en el último tercio introduces otros personajes realmente interesantes…
R.S – No me lo había planteado, pero habrá que darle una vuelta.
H – ¿Por qué LES Editorial? Doy fe de que es una casa estupenda. ¿Qué le dirías a los lectores que piensan que su catálogo no es para ellos?
R.S – Conocía a LES Editorial antes de publicar con ellas y siempre me ha gustado el cuidado que ponen sus editoras en cada una de sus publicaciones. LES Editorial es necesaria, además, porque ofrece un espacio de inclusión para historias que han sido invisibilizadas durante largo tiempo y creo que hacen una labor estupenda en ambos sentidos. Como prejuicios tenemos todos, lo que recomiendo a cualquiera —ellos y ellas— es que lean sus libros y comprueben por sí mismos y por sí mismas que LES Editorial merece un huequito en sus corazones y sus estanterías. Las buenas historias trascienden los límites de la orientación sexual o de la identidad de género y, al final del día, lo que nos mueve, lo que nos anima a luchar, el amor, nuestras experiencias, son en gran parte universales. Además, tampoco está mal que de vez en cuando, nos pongamos en el lugar del otro y experimentemos realidades que nos son ajenas.
H – Además de en la literatura fantástica y en la narrativa infantil, vuelcas tu creatividad en los versos. Este año ganaste el IV Premio de Poesía Ciudad de Lepe con Todos mis principios y finales y también el nuestro Yunque Literario con Te contaré el bosque ¿Dónde está el punto que une esos tres ejes?
R.S – Esos tres ejes son los que guían también la mayor parte de mis lecturas. Disfruto leyendo literatura infantil y juvenil tanto como leyendo poesía o ficción fantástica y supongo que es por eso por lo que estos géneros son los que me llaman la atención a la hora de escribir. También me permiten variar. No siempre me apetece escribir poesía, o infantil o fantasía, pero siempre me apetece escribir una de esas tres cosas.
H – Si echamos un vistazo rápido a toda tu obra, tenemos que preguntarte por la ilustradora Lucyna Adamczyk.
Juntas habéis coordinado diversas antologías de ciencia ficción, sacáis adelante la Revista Pulporama y habéis publicado álbumes ilustrados como El elefante araña, del que hablábamos antes, y Marte te necesita, Mención de Honor del I Premio Internacional Elia Barceló. ¿Cómo es vuestro proceso creativo? ¿Quién tira de quién?
R.S – Lucy y yo trabajamos conjuntamente gran parte del tiempo. Nos entendemos sin que haga falta contrastar o comentar cada detalle de los proyectos que llevamos a cabo y, además, nos complementamos muy bien. Con Lucy todo es fácil, la verdad. Nadie tira de nadie. Hablamos, surgen ideas, nos ponemos o no con ellas y, a veces prosperan y a veces, no. La mayor parte del tiempo nos lo tomamos como un juego. Ninguna de las dos asumiría la escritura o la ilustración como un trabajo y eso deja espacio solo para el disfrute.
H – ¿Qué nos puedes contar de tu próximo trabajo literario?
R.S – Como soy tan desastre, siempre tengo un millón de historias comenzadas. Mi propósito de este año es ponerme con alguna de ellas, desatascarme (este es el drama de ser brújula) y, con suerte, terminar de darles forma. Soy muy lenta escribiendo y lo cierto es que avanzo despacio, así que no puedo prometer completar ninguno de los proyectos que tengo en marcha para cuando termine el año, pero lo intentaré.
H – ¿Tienes algún consejo para quien quiera convertirse en escritor/a?
R.S – No sé yo si debería yo dar consejos de nada, pero allá va: el primer consejo que daría es que, haga lo que haga, lo disfrute. Escribir no suele reportar grandes beneficios económicos y conlleva sacrificios que no todo el mundo está dispuesto a asumir, así que lo fundamental es pasárselo bien durante el proceso. Para mí, escribir es una afición, algo que hago porque me gusta y no una obligación. Creo que si tuviera que hacerlo como un trabajo, no sería nada feliz. El segundo consejo que daría es no agobiarse demasiado por la recepción. En parte es inevitable hacerlo, pero a mí lo que me hace sentir orgullosa es haber escrito una historia con la que me lo he pasado bien, haberla completado (¡eso es todo un logro!) y haberla sacado ahí afuera. Lo que pase después, que guste o no guste, ya no es cosa mía y está fuera de mis manos. Por último, a ese futuro escritor le diría que se centre más en el proceso que en que el producto final vea la luz en una editorial. Por supuesto que es maravilloso conseguir que alguien te publique, que alguien además de ti apueste por tu obra, pero creo que deberíamos disfrutar más del viaje que ha supuesto escribirla y ya, si al final logramos que vea la luz, eso que nos llevamos por añadidura.
H – Recomiéndanos un autor o autora. Sólo uno/a.
R.S – Escoger a un solo escritor es realmente complicado y, de hecho, si tuviera que escoger uno de entre todos los que me gustan hoy en día, sería prácticamente imposible. Pero, si echo la vista atrás, diría que García Márquez me abrió las puertas a lo extraño, a lo extraordinario en la cotidianeidad, que es uno de los temas que me fascinan y que Ana María Matute me metió de lleno en lo fantástico con su Olvidado Rey Gudú. Me quedo con ella, con quien además tuve la suerte de coincidir en varias ocasiones y de charlar sobre lo necesario de dar cabida, de prestigiar a un género denostado en su momento por una literatura anclada en el realismo. Creo que Matute abrió camino y demostró que la calidad no está reñida con la fantasía.

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