“Sobrevivir a un hijo, recuperarse tras su pérdida, es una traición a su memoria”
Cada vez son más los casos de abusos y agresiones cometidos por menores. Aunque nos cueste entenderlo, hemos dejado de sorprendernos. Ya ni nos preguntamos cuales pueden ser las causas, aunque a veces nos planteemos que haríamos de ser los padres de quienes cometen atrocidades que creíamos reservadas para el mundo de los adultos. ¿Deberíamos encubrir los actos de nuestros hijos ignorando el dolor de sus víctimas? ¿Lograríamos con ello darles una segunda oportunidad? El instinto de protección sería difícil de aplacar. Probablemente más para las madres que para los padres pues estas buscarían, a través de la exoneración de sus vástagos, su propia absolución por aquello que no pudieron o no supieron hacer mejor. Para ellas sería más sencillo culparse a sí mismas que admitir que hay un lado oscuro y desconocido en la personalidad de aquellos a quienes dieron vida.
¿Quiénes son realmente esos adolescentes que causan tanto dolor? ¿Los que creen conocer sus padres, los que ven sus profesores, o los que arropan y espolean sus amigos? ¿Son impermeables las distintas dimensiones de sus vidas? Puede que no sean ni ángeles ni demonios. Puede que sean personas sin la madurez suficiente como para gestionar toda la información y la libertad de la que disponen. Personas que carecen de límites claros y que atraviesan una edad difícil y cruel sin una ética definida. Y, volviendo a lo anterior, ¿De quién es la culpa? ¿De los padres que parecen no comprender? ¿De las madres que consienten y que no pueden saberlo todo ni estar siempre junto a sus hijos?
Me mojaré y diré que la culpa, en la mayoría de casos, es del sistema. De un sistema que hace que pasemos demasiado tiempo trabajando fuera de casa. Que nos empuja a ocuparnos de lo urgente antes que de lo importante, a priorizar nuestra sostenibilidad económica por encima de todo, y que condiciona lo que hemos de darle y permitirle a nuestros hijos en función de cuál sea entorno y estatus social.
Entonces, ¿Somos todos inocentes? Por supuesto que no. Pero la gravedad de nuestros pecados se medirá a través de la subjetividad de los ojos de quien nos mire.
Barro en los ojos es una soberbia novela negra alejada de las estructuras habituales del género. Una obra coral que pone el foco en unos personajes imperfectos y magníficamente construidos que, sin poder tomar las riendas de sus vidas, toman las de la trama convirtiendo a los investigadores en meras herramientas casi invisibles para el lector.
Carmen Pineda se aleja también del thriller y sustituye la acción por un imparable torrente de sentimientos. Deja que sus protagonistas se muestren como son, que lleguen a nosotros sin condicionamientos previos. Evita caer en el maniqueísmo entendiendo que en la literatura (como en la vida), a veces es difícil separar buenos de malos, causas de consecuencias, víctimas de culpables.
La autora murciana logra, además, trasladar al lector hechos de enorme dureza empleando metáforas y enamorando con su prosa. Evita así que el morbo y el dolor fagociten a sus personajes. Y lo hace prestándonos su mirada, permitiendo que cada diálogo, cada declaración o testimonio, abra la ventana a un narrador omnisciente que solo nos cuenta aquello que estamos preparados para saber en cada momento. De esta forma, iremos descubriendo la verdad capítulo a capítulo, capa a capa, hasta cerrar el círculo en cuyo centro está la muerte de Alicia.
Barro en los ojos es intensa, hermosa, cruda y actual. Una obra repleta de ojos que no quieren ver y de bocas que prefieren callar. De las que hacen que uno sienta que no está leyendo ficción y de las que ayudan a comprender el mundo en el que vivimos.
El I.E.S García Márquez es el lugar en torno al cual gira un universo con reglas propias y complejas relaciones entre estudiantes, padres y profesores. Y las páginas de este libro, un agujero negro que os atraerá para conduciros a una dimensión en la que no veréis el mundo de los adolescentes de la misma forma. ¿Os atreveréis a dejaros atrapar por su gravedad?
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