Todos soñamos con un mundo mejor, pero probablemente sea imposible alcanzarlo si no es destruyendo de alguna forma el que conocemos. Un cambio lento, progresivo y sin damnificados es irrealizable ya que, o nuestros egoísmos normalizados, o el interés de los más privilegiados, frenarían cualquier transformación significativa hacia una sociedad más igualitaria. Y eso suponiendo que el planeta, aquejado de un cambio climático cada vez más acelerado, nos concediese el tiempo suficiente. Para establecer un sistema justo y equilibrado deberíamos, por tanto, cambiar totalmente nuestro modo de vida. Puede que incluso tuviésemos que arrasar con los cimientos de la civilización. ¿Estaríamos dispuestos? ¿Pagaríamos TODOS el precio necesario para librar a las nuevas generaciones de los pecados que hemos heredado y ofrecerles algo mejor? Seguramente no. Tendrían que obligarnos.
¿Un mundo mejor? se compone de cinco relatos, algo irregulares pero muy interesantes, que encantarán a los amantes de la ciencia ficción clásica. Historias distópicas, apocalípticas o ambas cosas que fantasean con diversas causas para un “reinicio”, y especulan con lo que podría ocurrir después. Que indagan de forma ágil y amena en la naturaleza humana, soñando a la postre con modos de vida más naturales y equitativos. Un entretenimiento estimulante, aunque carente de ingenuidad, pues nos recuerda constantemente que no habría cambio posible sin víctimas.
El libro arranca con Las esferas, uno de los mejores. Dividido en dos partes diferenciadas, induce erróneamente a pensar que estamos ante una sátira sobre la estupidez humana. En la primera de ellas, Trump y Putin son los principales obstáculos para alcanzar la paz mundial y unos extraños ¿globos? que recuerdan a los enigmáticos monolitos de Clarke/Kubrick, aparecen para “reorientarnos”. Sin embargo, la segunda parte (descendiente de la unión entre ‘El fin de la infancia’ (también de Clarke) y 1984 de Orwell), nos mete en la piel de uno de los damnificados por el cambio. Alguien que tendrá sus razones para añorar el sistema anterior.
La otra gran historia que justifica todo el volumen es El programa: con leves reminiscencias a Terraformar la tierra (Jack Williamson), y no tan leves a Un mundo feliz (Huxley), nos transportará a bordo del Ark 2. Allí viviremos una historia de amor que dará lugar a la rebelión necesaria para no establecer una sociedad con los mismos errores que la anterior.
El resto de historias, aunque tengan menos profundidad, también son muy disfrutables: La plaga homenajea en su arranque a El día de los Trífidos (John Wyndham) o La tierra permanece (George R. Stewart) y nos habla de un virus… no diré más.
Madre naturaleza fusiona maravillosamente las consecuencias del cambio climático al más puro estilo hollywoodiense, con un relato místico que nos recuerda que nadie conoce la voluntad de las divinidades. Y que solo ellas eligen a sus representantes en la tierra.
Ecos, el más corto y diferente de los relatos (también el menos potente) es, tal vez, un tributo del autor a series como Black Mirror o Más allá del límite ¿Queréis vivir para siempre?
Daniel Vargas es un apasionado de la ciencia ficción. Pero, además, un ser humano valioso que analiza nuestros defectos e intenta aportar soluciones. Pocos autores se atreven a soñar tan claramente con sistemas basados en el consumo sostenible, en la igualdad, y en el cooperativismo social en vez de en el capital. Digo soñar porque, aunque él tiene claro que son posibles, sabe que no son probables. Por eso nos ha propuesto unas cuantas catástrofes que nos obliguen a llegar hasta ellos. Ahora os toca a vosotros elegir cómo queréis que se acabe este mundo y empiece otro mejor. Francia, España, Italia y el universo entero son sus escenarios. Escoged los vuestros. Nunca podremos anular la condición humana. Pero sí aprender de nuestros errores.
Me gusta la diversidad en lo tocante a los temas que se mencionan, y si además los relatos están basados en el género de ciencia ficción, estoy segura que merece la pena leerlos.
Sí, otro de los méritos de la obra es que, partiendo de ideas ya vistas o que nos pueden resultar más o menos conocidas, Daniel Vargas consigue llevar los relatos a su terreno y difundir sus ideas y pensamientos.