El crucificado no fue Jesús (al que aquí adoran los cristianos), sino Brian. Nosotros somos solo una ficción, una delirante historia alternativa. La realidad es mucho más compleja y peligrosa, y no es de extrañar que auténticos escritores y cineastas (con dudosa salud mental), hayan concebido personajes de la talla de Trump, Kim Young-un, o Bolsonaro. Sí, ya lo sé, nos toca a nosotros sufrirlos, ¡Pero de algo se tienen que reír los del otro lado!
La gente de verdad, sobre todo los habitantes de la violenta ciudad de Petrogrado, necesitan entretenerse con nuestras absurdas peripecias porque ellos viven sobre un maloliente polvorín que podría explotar en cualquier momento. De hecho, toda Ruskia atraviesa una etapa muy delicada compitiendo económicamente con la vieja Iuropa y con la imparable Shyna. Además, el crimen organizado Rusko juega un papel decisivo en la partida geopolítica. ¿Qué cómo tengo tantos datos? Os contaré un secreto: Sergi Álvarez logró realizar con éxito un Salto Etílico al otro lado y para demostrarlo trajo dos cosas: una botella de Beluga Goldest Original (el Vodka más caro del mundo), y una crónica que recoge impactantes acontecimientos recientes titulada ‘Nunca digas vodka, nunca jamás’.
¿Qué cómo está Sergi después de descubrir que somos una invención? Pues bastante mal, pero no tan deshecho como cuando se le terminó su preciada botella. Ahora anda por ahí diciendo que él no es él, sino un tal Alan Smithee y que no piensa salvar el mundo. Pero de eso ya hablaremos otro día. Centrémonos en el manuscrito, dejadme que os cuente lo que descubrí antes de que leáis la “crítica literaria” que va a publicar Hefesto (sí, el del Yunque); se lo leyó de un tirón después de cogérmelo “prestado” (el muy chorizo), pensando que se trataba de una novela de humor ¡Será pardillo el cultureta ese! Bueno, al tema:
El texto relata como aprovechando una trama de falsificación (los Shynos lo copian todo…) y contrabando de Beluga Goldest Original, Boris Karlov, uno de los sicarios más peligrosos del mundo, planeaba dar el palo a su jefe (Tovarich Kaláshnikov, il capo di tutti capi) y abandonar su estresante profesión. Al parecer, hasta el más despiadado de los asesinos tiene un pasado doloroso e inclinaciones artísticas sin satisfacer. Y como os imaginaréis todo estaba bajo control hasta que se enamoró de la hija de Clauss Kandisnskisky, el pintor más famoso del mundo quien, por otro lado, tampoco era lo que parecía.
Sé que si lo leyeseis pensaríais que se trata de una historia de espías rodada por Billy Wilder y los hermanos Marx, pero recordad que todo es totalmente cierto. Al comienzo de cada capítulo hay una serie de ensayos y disertaciones (cuya erudición puede competir con la mismísima Enciclopedia Británica), sobre temas trascendentales para la verdadera humanidad, gracias a los cuales pude documentarme sobre los fundamentos históricos, económicos y conductuales de esa civilización de la que somos un mero reflejo. El amor, el arte, el caos, el soborno, la economía, la muerte, el capitalismo… todo es tratado en profundidad, y de este modo he conseguido comprender totalmente su mundo, y por tanto el nuestro.
Pero volviendo a los hechos narrados, os diré que son impactantes y que revelan tanto la fórmula secreta del preciado Vodka, como la de su imitación de la que ya he destilado unos cuantos litros y se los he dado a probar al simplón de Hefesto para constatar que no aguanta la bebida. De hecho, se ha quedado dormido encima de su reseña. Leo textualmente:
“Sergi Álvarez no copia y pega, no refríe. La novela es un homenaje en toda regla al cine de acción ochentero y a la comedia romántica más alocada. La potentísima parte cómica hace que a veces se pierda el hilo de la trama, pero todo el caos generado propicia un inagotable desfile de personajes sin desperdicio: un justiciero enmascarado, dos excampeones de ajedrez de peso pesado, exmilitares de la GKB, un chivato sordo, una legión de turistas en un crucero, unos comprometidos anarquistas, patitos de goma, un vibrador cromado…”
Ja, ja, ja, ja. Lo de los patitos de goma y el vibrador es genial. De hecho, después de leer Nunca digas Vodka, nunca jamás, pensé en comprar ambas cosas. Un momento: ¡Acabo de tener una gran idea! Voy a recuperar el manuscrito antes de que el Boomer este se ahogue en su propio vómito y se lo enviaré a Hugo Camacho de Orciny Press; si lo publica como obra de ficción, todo el que lo lea también querrá comprar patitos de goma (o vibradores cromados) ¿A que no adivináis en que invertiré todos los beneficios del libro?
Ya veo el juego que te has montado. Me intrigan las dos obras de Sergi. Pero no me atrevo. Me voy a quedar pensando en ellas. Ya llevo tiempo pensando en Orciny Press. Hay un misterio ahí que algún día resolveré.
Pues respecto a Sergi, en un futuro no muy lejano comentaremos su afición por la Gastronomía Pangaláctica para Gourmets. Solo para aumentar tu intriga.
Y respecto a Orciny Press, no me atrevo a decir que llegarás a ser uno de sus fieles, pero, sin duda, alguna vez tendrás que adentrarte en su culto bizarro para salir de dudas.