A veces bondad y maldad son conceptos relativos o mal entendidos. ¿Es malo un virus por sí mismo? ¿Es reprobable su lucha por la supervivencia o su tendencia a reproducirse? No lo es, pero cuando afecta a otros organismos y seres vivos haciéndoles enfermar o morir hay que eliminarlos. ¿Es la especie humana diferente? ¿Acaso no daña su entorno, la flora, la fauna y hasta contamina el aire que respira?
Antonio López Sousa sólo necesita dos capítulos para poner todas las cartas sobre la mesa, atrapar al lector, y arrastrarle a través de una trama perfectamente delineada que, a grandes rasgos, se puede ver como el recorrido vital de toda una especie. En el primero de ellos, un niño se atreverá a mirar al cielo y soñar con las estrellas. En el segundo, un anciano que vive sus últimos días mantendrá una conversación sorprendente y desoladora con una Inteligencia Artificial creada por él mismo (y dotada de una personalidad parecida a la suya pero carente de sus apegos y debilidades). El resto de la novela, protagonizada por distintos personajes en cada parte de la trama, no pierde en ningún momento el interés del lector que cree saber adónde va, pero al que aguardan pequeñas sorpresas y giros.
Son muchos los avisos que encontramos en esta obra; el agotamiento de recursos, la sobrepoblación, la contaminación, la dependencia tecnológica y el maldito egocentrismo humano llenan cada página. Y a pesar de eso el autor crea unos personajes tan humanos, creíbles, imperfectos y bien definidos que consiguen ganarse nuestra simpatía y que, como con los virus aislados de los que hablábamos al principio, no lleguemos a considerarles culpables de aquello de lo que son copartícipes.
López Sousa es un escritor que merece ser leído. Con un estilo pulcro y hermoso, aunque carente de ornamentos innecesarios, unos diálogos sobresalientes en los que expone ágilmente gran parte de la información que desea transmitir, y conjugando datos históricos con controvertidas teorías, es capaz de crear una obra de ciencia ficción sin fisuras en la que nos preguntaremos si Dios nos creó o si le crearemos nosotros a Él, y si nuestro origen y nuestro final podrían encontrarse en algún punto al que aún no hemos llegado.
Muchas gracias por estas palabras, mi estimado Forjador de reseñas. Es un honor haber formado parte de sus siempre interesantes lecturas.
Has sido un gran descubrimiento para mi. Estaré atento a todo lo que escribas. ¡Un fuerte abrazo!