¿Cuál es el lugar al que pertenecemos? ¿Aquel que determina nuestro pasado, vivencias y recuerdos, o el que nos indica nuestro corazón? La respuesta parece fácil, pero cualquier elección tiene un coste y, a veces, es difícil calcular en término de ganancia o pérdida, hacia que lado se inclina la balanza. Puede incluso, que nunca sepamos si acertamos al elegir en una situación así.
Cuando Alex despierta de la hibernación a la que ha sido inducido en su viaje desde la tierra descubre un mundo fascinante, Algae: un planeta acuático con numerosas islas y peligrosas algas, fuente de toxinas que aprovechan en la industria farmacéutica. En poco tiempo conocerá a Max y Neza, dos amigos que parece que llegan a su vida para quedarse, y empezará un trabajo como vigilante de prisiones que, si bien no es el soñado por él, supone un nuevo comienzo. Sin embargo, su nuevo hogar está muy lejos de ser un paraíso; los nativos hostiles, descendientes de unos amotinados que llegaron un siglo antes, y la perturbadora presencia del director de la prisión, despiertan en él la sensación de que no todas las piezas encajan.
Tras ‘Fracasamos al soñar’, primer volumen de las ‘Crónicas cibernéticas’, Dioni Arroyo nos trae este segundo título del ciclo. Estamos ante una novela corta, independiente de la anterior en todos los aspectos, pero que sigue tratando el inevitable transhumanismo y advirtiendo del doble filo de dicho avance; si bien son incalculables los beneficios que la tecnología aplicada al cuerpo puede traer a la humanidad, también lo son los peligros que conlleva la posibilidad de que sea controlada por gente sin ética ni moral.
El autor además vierte en esta obra el resto de sus inquietudes: desde la preocupación por el desprecio a la naturaleza y la estratificación social (leed ‘Fractura’), a la exploración de una posible sociedad ginocéntrica (‘Cuando se extinga la luz‘). Asimismo, la profesión del protagonista fue previamente utilizada en su primera novela de ciencia ficción (‘Metanoia’). Esto no quiere decir que la que nos ocupa sea un refrito ni mucho menos, pues estamos ante una historia fresca y original que aporta al lector una nueva visión de los mismos temas.
Arroyo, antropólogo de formación, es un perfecto conocedor del comportamiento humano y, tal vez por eso, siempre saca a la luz nuestros mayores defectos como sociedad. Sin embargo, se esfuerza por transmitirnos mensajes llenos de esperanza. Sus obras están minuciosamente documentadas pero son perfectas (sobre todo esta) para todos aquellos que deseen iniciarse en la ciencia ficción. Así que si nunca os habéis adentrado en el género y queréis vivir una aventura en un futuro donde el ser humano comienza a diseminarse por la galaxia hablando Neolatín y Esperanto, siendo ayudados por inteligencias artificiales humanoides y sanados por nanobots, este es vuestro libro. Y si sois doctos en el tema, leedlo también, pues pasaréis unas horas maravillosas que ningún mapeado y borrado neuronal os podrán arrebatar.