Es realmente complicado hablar de esta novela sin destriparos parte de la trama o desvelaros algún giro, pero me ha gustado tanto que no puedo dejar de reseñarla. Así que intentaré no centrarme en el argumento para no ser excomulgado por la parroquia lectora, y os hablaré de las ideas y sensaciones que me han atormentado tras 140 páginas.
Ya sabéis por la sinopsis que se trata de una historia protagonizada por niños de distintas edades que viven solos en un entorno cerrado y sin contacto alguno con los adultos. La comida llega diariamente, los hologramas y las pantallas les educan, e incluso los premios en forma de helados o batidos están al alcance de los que “puedan o sepan” ganárselos. Esta forma de vivir dista mucho de ser ideal o igualitaria como descubriréis en las primeras páginas, pero es a lo que están acostumbrad@s. Sin embargo, esa existencia rutinaria se empieza a desmoronar y sólo un@s poc@s tienen la capacidad de advertirlo con la suficiente antelación. Y hasta aquí os puedo contar de la trama.
Lo que sí os puedo decir es que lo que al principio parece un relato simpático o divertido se va recrudeciendo por momentos y plantea al lector cuestiones sociológicas y planteamientos filosóficos y morales que, sin ser novedosos, son tratados por Sara Sacristán de una manera inédita y magistral. Y es así porque todas las cargas de profundidad están ahí, a simple vista, pero la prosa de la autora hace que el texto sea adictivo y no te detengas a analizar nada. Sólo quieres pasar páginas y ver qué pasa con l@s chic@s.
Pero la historia se acaba y entonces llegan de golpe todas las cuestiones tratadas y empiezas a plantearte, por ejemplo, si se puede dirigir una personalidad o condicionarla desde la infancia para lograr un fin concreto. O en que grado nuestra vida y destino han sido condicionados por nuestra educación y experiencias más que por nuestra personalidad e impulsos. Pero además, esta novela habla de personas gregarias, líderes naturales y supervivientes. De las consecuencias que tiene fomentar la competitividad en la moral y la conciencia. De las armas de los fuertes (inteligencia, carisma, fuerza bruta o manipulación de terceros…), y de la supervivencia de los más aptos. Puede que para todas estas preguntas tengáis ya una respuesta, pero cuando paséis la última página habrá una que no tendréis tan clara: ¿Hasta qué punto nos condiciona nuestro modo de vida en la infancia? ¿Es posible romper con lo aprendido, buscar otro camino? O, por el contrario, ¿estamos condenados a repetir en distinto grado la forma de vida que nos inculcaron en nuestra niñez?
Hay que agradecer a la editorial Cerbero que haya rescatado esta historia, ganadora del Premio Alberto Magno, del incomprensible olvido en el que se hallaba. Ojalá publiquen más relatos de Sara Sacristán.