No podemos ver el interior de las personas. A veces, ni siquiera sabemos lo que se esconde dentro de nosotros mismos. Hay heridas que nunca cierran. Traiciones y decepciones que creemos olvidadas y que esperan pacientemente un momento de vulnerabilidad para perturbarnos, deprimirnos, o incluso rompernos.
Puede que quienes nos rodean nunca sepan lo que nos sucede. Nunca perciban la causa de nuestros cambios de humor, de nuestros comportamientos irracionales o de nuestras malas decisiones. Sí, a veces actuamos con la desesperación de quien necesita huir de algo, escapar de su presente o, tal vez, de su pasado. Los demás no siempre serán capaces de entendernos. Es posible que ni siquiera lo intenten. Cuando no se comprende a una persona que actúa de forma impredecible, se tiende a pensar que está Tarada.
Convertida en escritora de culto, gracias al inesperado éxito de su primera novela y a la personalidad esquiva y antisocial que muestra, la protagonista y narradora de esta historia decide abandonar su carrera de topógrafa para dedicarse a la literatura. Piensa que es la decisión más lógica a pesar de que esconde un pequeño secreto: no es la autora del libro que la hizo famosa. Fue su abuelo, ya fallecido. Sin embargo, lo que en principio parece sencillo resulta no serlo al comprobar que no tiene nada que contar. Que todo lo que se le ocurre son palabras y frases plagadas de oes. Oes que parecen ceros. Ceros como metáfora de la nada, del vacío interior que siente crecer y que amenaza con apoderarse de ella.
Intentando encontrar inspiración consigue la ayuda de Vicente, el bibliotecario, quien le descubrirá las grandezas y las miserias de la narrativa actual. Pero nada es suficiente. Todo pesa. No encuentra salida y, anhelando un clima más favorable y menos opresivo, decide huir sin mirar atrás. El viejo coche de su abuelo y el pijama que lleva puesto son todo el equipaje que necesita.
La narración en primera persona es todo un acierto. Carolina Sarmiento logra, con una prosa pulcra y medida, aunque cargada de espontaneidad, trasladarnos cada uno de los procesos mentales de su protagonista. Una mujer que busca libertad, que no desea sentirse atada a nada ni a nadie. Una topógrafa que pretende ignorar el mapa de su vida y partir con rumbo desconocido. Sin embargo, ese viaje en principio alegre y despreocupado, esa huida en busca de sol, pronto desemboca en un periplo de cariz iniciático, en una exploración interior que le mostrará quién es realmente, quién era su abuelo, y por qué el plagio fue, tal vez, una venganza inconsciente.
Tarada es una obra fresca, original, imprevisible y sorprendente. Una novela de carretera que no recurre a clichés ni a las estructuras habituales. Que no da pistas al lector sobre el lugar al que le llevará, al igual que tampoco se las da a la protagonista sobre su destino. Que desborda humor desdramatizando situaciones realmente duras, y que recuerda que lo mejor que se puede hacer para sanar las heridas de la infancia es volver a ella. Tal vez con un perro. Tal vez con unos hermanos pequeños. Con algo parecido a una madre y, sobre todo, con una bicicleta.
No es necesario que te vistas, sal en pijama. Si has de iniciar un viaje en busca de calor o de inspiración, necesitarás ropa nueva. No te vale la que tienes. El camino te la proporcionará, al igual que las respuestas a las preguntas que no sabías que te hacías. Atrévete. Arranca el motor y pon una emisora de salsa. Tú sabes que no estás Tarada.
Desde luego, tu reseña da muchas ganas de leer la novela. Me alegro de que te haya gustado la lectura y felicidades por tan buen trabajo, como siempre.
Sí, me ha gustado mucho. Me ha parecido muy divertida y original. Una novela sin complejos. Muchas gracias a ti, Cristina!
Carolina encuentra el tono y la atmósfera y la velocidad que Tarada necesita. La protagonista es un vendaval. La novela, además, está muy bien resuelta. Me fastidian bastante los malos desenlaces, y el de Tarada me convenció. Tu reseña, muy sugerente, como de costumbre.
Totalmente de acuerdo. La narración parece tan alocada como su protagonista. Pero solo lo parece. Creo que nos retrata a la perfección el mundo interior de la protagonista. Y el final, tal y como indicas, está a la altura de toda la historia.
Me la habían recomendado,tras leer la reseña, pasa a mi lista de «pendientes».
¡Esta novela es una apuesta segura, Laura!