Pues como todo el mundo habla de Reina Roja y todo son alabanzas (excepto a nivel de edición) me lo he tenido que leer para saber lo que me estaba perdiendo.
Es mi primera incursión en la narrativa de Juan Gómez-Jurado y lo que me he encontrado ha sido una novela adictiva y de ritmo frenético. El estilo me ha recordado por momentos a la literatura oral de Henri Carriere en Papillón. Esa manera de contar las cosas tan directamente te hace sentir que no se trata de una novela sino de una explicación de tú a tú. Y como consecuencia directa, los personajes se te hacen cercanos y creíbles. Sin embargo, ese ritmo tan vertiginoso provoca que a veces, pasemos a demasiada velocidad por escenas que nos deberían hacer detenernos para intentar captar la dureza o tristeza que supuestamente nos tendrían que producir dichas situaciones. En vez de eso seguimos adelante esperando asombrarnos con Antonia o encariñarnos/reírnos con Jon.
Por otro lado, la cantidad e importancia de diálogos también ayudan a ese ritmo acelerado. Gómez-Jurado va al grano. Con el cuchillo directamente a la yugular del lector, sin dar rodeos ni entretenerse en subtramas. Si tiene que explicar algo, acude a flashbacks breves que nos aclaren cosas del pasado relevantes para los personajes.
En cuanto a dichos personajes, a día de hoy que estamos saturados de seres estrambóticos, peculiares o alejados de los clichés tradicionales del género, no sorprenden. Sí, son diferentes… lo justo al menos para que nos lo parezcan, pero no lo suficiente como para decir que estamos ante una creación única o totalmente original. Además, los frecuentes pensamientos de unos y otros en tono sarcástico mayormente, no son suficientemente diferenciados y a veces (excepto con Antonia) hace que se diluyan las diferencias de las personalidades descritas por ejemplo, de Jon o de Mentor.
La trama, correcta, tampoco es nada fuera de lo habitual (si funciona, ¿para que arriesgar y cambiar?). El autor sabe perfectamente lo que sus lectores buscan. Acción, cercanía, algunas escenas en plan peliculero Hollywoodiense y heroicidad. Y es lo que les da.
En cuanto a la localización de la trama, Gómez-Jurado saca su lado más castizo ambientando la novela en un Madrid actual y reconocible. Ubicando la residencia de Antonia en Lavapiés, el barrio más de moda de la capital y en la última parte de la novela, haciendo alarde de conocimientos históricos de la ciudad. Contándonos curiosidades de esas cosas que muchos vemos y en las que no reparamos… o de ese Madrid perdido y sepultado por la historia. Todos lo que conocemos Madrid podremos imaginar a ‘’la menuda y el gigante (que no está gordo)’’ en escenarios y calles perfectamente reconocibles.
Como ahora tengo otra duda, si esta es su mejor novela o lo es Cicatriz (me lo han dicho por ahí), tendré que seguir indagando en la obra de este más que recomendable escritor.
Estas novelas tan adictivas y desengrasantes son necesarias para recordarnos cómo nos enganchamos a la lectura en otros tiempos y para recordarnos que la literatura, además de para enseñarnos y hacernos pensar, está ante todo para divertirnos.