No es descabellado pensar que la auténtica literatura es similar a la auténtica alquimia. Es arte y es ciencia. Implica un aprendizaje lento, arduo, y demasiado asociado al método «ensayo-error» como para que quienes no tengan una profunda necesidad de conocimiento, la desarrollen durante mucho tiempo.
Algunos se acercan a la literatura (a la alquimia espiritual), buscando transmutar el plomo en oro. Desean un rédito rápido y siguen sendas iniciadas por otros. Pocos lo consiguen. Pero esa transformación del metal, ese éxito (tal vez fortuito), hace que dejen de buscar, de innovar. De aprender.
Puede que los “afortunados” que logren triunfar rápidamente nunca comprendan la auténtica conexión del alquimista con el cosmos, del escritor con su obra. Algunos despertarán algún día advirtiendo su error, asumiendo que son meros ilusionistas. Que la piedra filosofal no tiene relación alguna con cuentas bancarias, con récords de ventas, o con popularidades en redes.
PL Salvador es un alquimista. Un verdadero alquimista. De los que escriben por amor y por necesidad (vital). De los que aprenden de sus errores y no se detienen hasta encontrar un estilo propio. De los que saben que el oro no es el objetivo y destilan, y depuran, y pulen, y vuelven a destilar los elementos en un ciclo casi interminable hasta que advierten que todo el proceso, en realidad, se desarrolla en sentido contrario al esperado. Hasta que son conscientes de que son ellos (los alquimistas, los escritores) la auténtica materia en constante cambio y purificación.
Cuando la depuración interior (la catarsis creativa) se ha completado, adquieren un poder asombroso. No el de la vida eterna como piensan los que suelen conformarse con el oro, sino el de LA VIDA con mayúsculas. Porque logran, tras años de decepciones y esfuerzo, la capacidad de otorgar a sus personajes esencia e inteligencia, de rozarlos con un dedo y animar sus corazones (sí, el Dios que retratara Miguel Ángel en la Capilla Sixtina era, sin duda, escritor). De hacer que sus creaciones le amen y le adoren reconociéndole como su hacedor. Sin embargo, prácticamente ningún otro autor-alquimista ha decidido devolverles ese amor yendo al mundo que para ellos ha concebido. Casi ninguno ha querido o podido ser omnipresente. Ser autor, creador y personaje. Tan solo el Rey de todos ellos: PL Salvador.
¿No entendéis mi discurso? Dejadme entonces que os hable de El vampiro virgen, la primera de las tres novelas cortas que componen Neel Ram.
La literatura está en el centro del universo de Dad, un hombre entrado en la treintena que sueña con ser escritor y amo de casa. No desea otro empleo. No es vago, torpe ni perezoso, simplemente sabe lo que le hace feliz. Ha autopublicado dos novelas bajo el seudónimo de Bloss Ñejer, un personaje canalla y divertido creado por PL Salvador en Nueve semanas justas, justitas, y estas le han reportado excelentes críticas y ningún beneficio. Cuando se encuentra trabajando en una nueva historia, sus padres deciden echarle de casa.
Dad no se hunde ni se deprime. Ni siquiera tras el fallecimiento de su abuela, la única persona que le comprendía y aceptaba. La libertad que le confiere sentirse rechazado le impulsa a viajar sin rumbo, buscando enriquecerse y acumular experiencias que le ayuden a escribir mejor.
El vampiro virgen es metaliteratura pura y perfecta. Una obra en la que su principal protagonista (Dad), engendra a Kewo, su alter ego cincuentón, mentiroso y maniático; un triunfador a los ojos de los demás (aunque a la deriva en lo esencial), que busca en Min su contrapeso vital. Porque Dad intuye que así ha de ser, que él estará perdido si no encuentra a su musa. Al fin y al cabo, su admirado Salvador encontró a Marleen…
PL es el alquimista literario que, como os decía al principio, ha terminado por alterar su propia naturaleza a través de las letras. Su amor por la narrativa le ha hecho enfermar del mismo mal que padeciese El Quijote, pero con una variante mucho menos peligrosa. No confunde la realidad con la ficción, sino que se mimetiza con esta. Se inserta en ella transformándose en personaje e influye, como amigo y no como un dios, sobre quien creó a su imagen y semejanza.
Estamos ante una obra innovadora, ágil, divertida y autorreferencial. Una travesura creativa en la que desde la estructura hasta el empleo del lenguaje son geniales: no hay narrador, solo diálogos y pensamientos que no necesitan de guiones ni aclaraciones para ser entendidos. PL Salvador se convierte en lo que más ama. En literatura pura. Y eso le da la oportunidad de tomarse la revancha de aquello que no le fue concedido, de corregirse a sí mismo, de homenajear veladamente a sus amigos, y de nadar contracorriente.
Esto es todo lo que os diré de El vampiro virgen y espero que no hayáis entendido nada. Porque para entenderlo hay que vivirlo. Y para vivirlo hay que leerlo. Así que aquí termino con la primera parte de las tres que conforman esta obra. De la segunda, llamémosla Neel Ram II (Neel Ram), os hablaré muy pronto. Aún sigo saboreándola, pues se trata de la declaración de amor más original que os podáis imaginar.
¡Muchas gracias! Son muchas más las cosas que me habría gustado decir de esta novela. Pero preferí no extenderme más ni desvelar parte de las sorpresas que esconde la historia. Sí te diré que para mí fue fácil escribir sobre El vampiro virgen. PL Salvador me parece un escritor único y excepcional. Estimulante en todos los sentidos (llámenme imparcial), y desearía que todo el mundo viese en sus obras lo que veo yo.
No está mal la reseña, no, pero no me decido. No sé… Este tipo de autores me dan miedo porque te sacan de tu zona de confort y ya no vuelves a ser la misma. Me lo pensaré. Claro que también tengo una sospecha inquietante. Sospecha: que el reseñador es amiguete del autor y lo está enjabonando de arriba abajo. Sí. Sospechota. Lo investigaré.
Me ha salido mal la jugada. Quería comentar con seudónimo y no lo he conseguido. Y ahora ya no voy a eliminarlo. No me gusta eliminar comentarios. Ni siquiera los falsos comentarios. Por cierto, en este blog no se puede copiar. Quería copiar la reseña para colgarla en mi blog y no me ha dejado. ¡Este blog es un yunquer!
Totalmente cierto que te sacan de tu zona de confort. No lo leas, es mucho mejor leer siempre los mismo.
De todos modos, el reseñador promete o amenaza con hacer dos publicaciones más sobre este libro. Yo creo que eso demuestra que el libro le ha gustado realmente y no se ha dedicado a darle lustre por amistad. Porque 3 reseñas son muchas reseñas para 400 páginas. Y más teniendo en cuenta como se enrolla el tal Hefesto…
Ja, ja, ja, ja. Bueno, yo tampoco te he respondido con pseudónimo. Así que la gente pensará que estamos fatal. Tranquilo, que te envío el texto para que lo copies a gusto.