En un futuro no muy lejano teléfonos, televisores, o equipos que nos conecten a la red dejarán de ser necesarios. El transhumanismo está a la vuelta de la esquina y cuando llegue, pequeños implantes en nuestros cerebros revolucionarán la forma en que nos comunicaremos, entretendremos, y trabajaremos. Esos elementos electrónicos nos acompañarán toda la vida… ¿lo harán también en nuestra muerte?
El primer contacto es inminente. Los extraterrestres han contestado, ¡existen!, y tarde o temprano llegarán. Nada se sabe sobre ellos ni sobre sus intenciones, pero el mundo, ante tal acontecimiento, está en paz. En una etapa que tal vez sea de transición para la humanidad, la industria del entretenimiento es más poderosa que nunca. Los implantes consiguen que las personas vivan en primera persona lo que antes eran películas, libros, y juegos. La literatura impresa es un fetiche que roza lo ilegal, y las grandes corporaciones compiten por obtener la supremacía en el sector tecnológico.
Samuel, un detective solitario, inadaptado al tiempo que le ha tocado vivir, y con graves problemas de insomnio, es reacio a llevar cualquier tipo de complemento electrónico en su cerebro (aun siendo consciente de lo positivo que sería para su salud). Está muy cerca de posicionarse en contra de esta tecnología y de quienes la desarrollan. Cuando es obligado a colaborar con Biotech en la investigación de la muerte de Néstor, un famoso escritor que portaba un implante sináptico experimental con sistema médico incorporado (proyecto Mente en blanco), acude sabiéndose un títere de la gran corporación. Sin embargo, está a punto de ser testigo de un acontecimiento único en la historia: el cerebro del difunto trata, a medida que se va apagando, de averiguar que le ha ocurrido, de descubrir quién lo mató.
Paulorena, con una prosa funcional y unos diálogos frescos y creíbles, es uno de esos creadores que emplean la ciencia ficción como tratamiento a sus inquietudes, aunque la literatura no siempre le conceda respuestas. Todas sus obras de este género publicadas hasta la fecha son independientes, aunque pertenecientes a un mismo universo (la Era Espacial). Esto garantiza la credibilidad y coherencia de cada escenario.
En este, un futuro distópico no libre de homofobia, avaricia, y venganzas, en el que hace un guiño al advenimiento de la primera Inteligencia Artificial (tema tratado en su novela DSK3), no sorprende con una investigación de ritmo frenético o un asesino totalmente inesperado. Tampoco con un detective inolvidable. Lo hace introduciendo al lector en el cerebro de un protagonista que está muerto desde el inicio, que lucha desesperadamente contra la degradación neuronal y emplea los rudimentos de la creación literaria, los que dominaba en vida, para unir piezas entre recuerdos, deseos, arrepentimientos, y delirios. Pero no es fácil aferrarse a retazos de realidad cuando la sinapsis cesa y todo se desdibuja continuamente, como en una pesadilla. Tal vez sea necesaria la ayuda de alguien que comprenda lo que su inteligencia desquiciada intenta hacer o decir para escapar de ese blanco cegador. De esa muerte en blanco.
¿Quieres ser tú el puente entre la muerte y los sueños?
Nota de interés: las novelas de Joseba Paulorena que componen la Era Espacial son: Muerte en blanco, DSK3 / DSK3 Xenos, Paciente 101, y la todavía inédita Pelotón de castigo, ubicada seiscientos años después de las primeras, y quince después de la última.
Sólo al leer tu análisis, genial por cierto, me he agobiado! El cerebro es demasiado complicado para introducirse en él. Creo que sería horroroso depender de él hasta el punto de morir y que siga funcionando. Ya pasa en ocasiones y para mí, pensar sin moverme, es lo peor que podría ocurrirme.¿Es posible que solo podamos ir a peor?
No creo que sólo vayamos a peor. Pero es cierto que ante nosotros, con los avances que nos esperan, se abre un periodo de incertidumbre y posibilidades. En cuanto a la novela, y para tranquilizarte, te diré que el protagonista no es consciente de que ha muerto…
Pues me quedo más tranquila:)