El mundo no es igual de luminoso para todos. Ni tampoco igual de simple. La mayoría hemos perdido el contacto con la naturaleza, con la esencia del planeta que ha hecho posible nuestra existencia. También hemos olvidado los mitos y leyendas ancestrales, sus orígenes y aquello de lo que intentaba protegernos lo que hoy consideramos superstición. Nos resulta mucho más fácil abrazar alguna religión o filosofía más o menos estructurada que indagar en las confusas creencias que imperaban en esos lugares de los que nos hemos alejado. Y tal vez hagamos todo esto buscando, no solo comodidad, sino también supervivencia. Porque la realidad puede ser incognoscible y oscura, casi tanto como los sentimientos de quienes nos rodean.
La vida de Abel nunca ha sido fácil. Huérfano de padre, ha pasado años luchando contra multitud de problemas físicos que le impedían incluso andar. Aunque su mejoría ha sido asombrosa, su rostro continúa hierático, inexpresivo, impidiéndole exteriorizar cualquier sentimiento o deseo. Todos en Arbientes, la pequeña población de la costa gallega donde vive, le conocen y rehúyen por ser el nieto de “La Bruxa”. Todos, excepto un par de chicos que se divierten torturándole y humillándole de las formas más crueles de que son capaces. El bosque es su único refugio ya que incluso su madre se debate entre el amor y el miedo al considerarle un ser extraño que robó la vida a su verdadero hijo.
El día que conoce a Tania, una adolescente con tendencias autodestructivas cuyo hogar ha sido arrasado por la adicción de sus padres a las drogas, todo su mundo cambia.
La novela, a pesar de lo poco que os he contado, no es un mero drama social. Simplemente os he hablado de la parte que de momento podéis comprender, de la realidad que conocéis. La historia de Lengua de Pájaros es mucho más compleja y Victor Sellés os la irá mostrando cuando estéis preparad@s, porque el Mundo Borroso, ese del que siempre se han ocupado los Druidas aún sin comprenderlo completamente, es mágico, hermoso, pero también muy peligroso.
Aunque narrada en tercera persona, esta obra tiene la capacidad de captar los sentimientos y el mundo interior de cada uno de sus personajes. Pero además, supone un complejo juego de aristas donde casi todo tiene una doble vertiente. Sellés experimenta con el dolor de sus protagonistas. Alinea el que sufren Abel y Tania, y lo enfrenta al de María, Encarni (la tía del niño), y Paulino (el cura del pueblo). Y aunque tendamos a tomar partido por los más débiles, no dejamos de comprender las motivaciones de cada uno de ellos.
Juega con el sacrificio de Luna y Guillemot, quienes han dedicado su vida a proteger este mundo, y lo contrapone a su falta de reparos si han de dañar a algún inocente. Nos muestra las drogas como una lacra destructora, pero también como el medio para alcanzar otras realidades. Nos describe los bosques como lugares mágicos, hermosos, y a la vez aterradores. Juega con la luz y la oscuridad, con el realismo más crudo, la fantasía y el terror. Y logra una obra redonda e inclasificable de las que dejan huella en el lector.
Esta novela es perfecta para quienes alguna vez soñaron con transportarse a otro mundo como Peter Pan, o Alicia en el País de las Maravillas. En cierto modo, y sin tratar de ocultarlo, es un homenaje a estas obras que leíamos en nuestra infancia, pero escrito en un tono adulto y, tal vez, contaminado por la parte dolorosa de la vida. Pero que nadie se asuste, Lengua de Pájaros no es una tragedia. No llegaréis a ella simplemente para sufrir con las desgracias de sus protagonistas. Cuando arribéis al pequeño castro engullido por los frondosos bosques y os ilumine la luz de la luna, sentiréis la atracción de aquellos misterios que considerabais invenciones de gentes supersticiosas, comprenderéis que lo desconocido puede ser peligroso, incluso mortal, pero no por ello esencialmente malo, y comprobaréis que cuando dos seres perdidos como Tania y Abel se encuentran, se vuelven totalmente necesarios el uno para el otro.
Y os pregunto, ¿creéis que es posible que una madre en su sano juicio desee la muerte de un hijo sin que este le haya causado ningún daño?
En su sano juicio, no. Pero ¿quién está hoy día en su sano juicio? Excelente reseña "marca de la casa".
Ja, ja, ja. Muchas gracias Salvador. Tienes toda la razón, ¿Quién está en su sano juicio?
Espero que nosotros y los que nos rodean. No me gustaría estar rodeado de gente que no está en su sano juicio.