
La Tribuna supone la primera novela en la que, en España, se utiliza la técnica naturalista. También Pardo Bazán es pionera en ir más allá del Realismo y convierte a su protagonista en una guía para que el lector descubra el entorno miserable de los suburbios frente a los lugares propios de la buena sociedad. Entre esos dos ambientes contrapuestos se levanta la fábrica de tabacos, un espacio totalmente cerrado que, también por contraste, supone una liberación para las cigarreras desde el momento en que se valoran como parte productiva de la sociedad.