“¿Adónde van a parar los que son incapaces de crear? ¿Se van de este mundo con toda su basura intacta?”
Quienes escribimos sabemos que la literatura no es un simple ejercicio de evasión. Puede convertirse en una herramienta de introspección, de análisis, e incluso de curación. La vida a veces es cruel y no suele ofrecer segundas oportunidades. Somos más sensibles y pasionales de lo que admitimos; demasiado frágiles como para aceptar muchas de las cosas que nos suceden. Por eso escribir nos ayuda. Porque, al hacerlo, podemos traspasar la barrera que nos separa del mundo de los muertos y traer de vuelta a quienes no debieron partir antes que nosotros. Porque nos permite crear personajes que, con sus virtudes, defectos y obsesiones, le den sentido a todo. Porque nos empuja a explorar y desatar pasiones con intensidad, y porque gracias a ello, podemos volver a ser parte de la naturaleza, convertirnos en ciclones o buscar protección y seguridad en un árbol.
El sonido del fuego es una novela cargada de simbolismo, sensibilidad y belleza. Una obra imaginativa y bondadosa, abierta a la interpretación y exenta de odios y rencores incluso hacia lo imperdonable. Y es que la de Yordanka Almaguer es otra forma de mirar. De ver más allá. De entender las conexiones entre los vivos y los muertos, entre lo real y lo imaginario. Su literatura, como la de Irene (su personaje principal) es prueba de ello. Y su fuerza creativa, a caballo entre el realismo mágico y el existencialismo, es un contundente recordatorio de que todos los sucesos de nuestra vida, todos los instintos (desatados o reprimidos), todas las cicatrices y todas las alegrías, se unen mediante lazos invisibles e irrompibles, pero tal vez, manipulables.
Yordanka no es Irene, pero podría serlo. No es Ana Angélica, pero podría serlo. Ignorar las causas de lo que nos desgarra no nos proporciona alivio ni respuestas. Afrontémoslas, aunque sea imaginando. Escribamos y creemos nuestro propio universo, uno que cure heridas y nos ofrezca consuelo. Uno en el que podamos escuchar a tiempo el sonido del fuego.
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