Hay magia en la lectura de Jo Nesbø. Quizá por la acumulación de leyendas, fábulas, tradiciones aborígenes australianas que rodean la fealdad del asunto investigado por Hole y consiguen cierta aura de irrealidad capaz de que disfrutemos de la lectura sin perder por un momento siquiera la expectación. Todo lo contrario. Cuando más relajada es la anécdota, un nuevo mazazo cae implacable sobre el lector que asiste, incrédulo, al desmoronamiento del protagonista una y otra vez
Pero Nesbø es soberbio en la creación de la trama, por eso, cuando todo parece perdido para el protagonista, resurge como el ornitorrinco de la fábula australiana para adaptarse a las nuevas condiciones extremas y respirar en el agua si quiere sobrevivir.