La palabra ‘Madre’ nos evoca mujeres abnegadas, generosas, fuertes y cariñosas, aunque la nuestra no haya sido así. Ese es el ideal, lo que se espera de ellas. Son el núcleo de la familia, y la familia aún es la primera célula, la base de nuestra civilización. La sociedad y la biología son condicionantes muy difíciles de salvar y a veces es complicado discernir lo que es anhelo, necesidad u obligación a la hora de tener descendencia. Lo que está claro es que todas las mujeres que deciden dar el paso desean, al menos al principio, ser perfectas, no errar y entregarse a sus hijos. ¿Pero qué hay de los miedos? ¿Qué hay de las dudas y el desánimo cuando los vástagos tampoco son lo ansiado? ¿Qué hay de la tristeza cuando no se sabe cómo actuar, y qué hay del pánico ante la posibilidad de hacer a sus pequeños tan infelices como algunas de ellas lo fueron durante su niñez? Esas madres no encajan en el arquetipo, pero son reales. Mujeres asustadas, mujeres deprimidas y llenas de dudas. Cuando no se las ayuda (o ellas no se dejan ayudar), cuando no se las comprende, la destrucción de la familia suele ser inevitable. Pero, ¿Quién es el culpable si cada uno se ha limitado a defender sus necesidades o sus afectos?
Blythe tuvo una infancia dura. Cecilia, su madre, era una mujer fría y aparentemente insensible que la abandonó cuando tenía once años. Pero también ella fue víctima de Etta, su progenitora, que aliviaba su ira maltratándola con frecuencia. La protagonista teme que haya algo en ellas, una suerte de veneno que se transmita de generación en generación. Cuando conoce a Fox en la universidad el amor arrasa con todo. Dudas y miedos desaparecen. Desea tener hijos y siente que logrará romper esa “maldición” que pesa sobre su familia. Pero cuando nace Violet, una niña especialmente difícil, todos los temores que había conseguido enterrar en su interior regresan virulentamente.
Ashley Audrain consigue con su primera novela que nos metamos en la piel de su protagonista obligándonos a empatizar con ella. Lo hace dejando que la propia Blythe cuente su vida a través de un manuscrito que, dirigido a su exmarido, podemos leer. Retrotrayéndose por momentos a su infancia e intercalando flashbacks centrados en las vidas de su madre y su abuela, terminamos por entender cada una de sus acciones.
Son muchos los temas que trata El instinto. Algunos incómodos, dolorosos, íntimos y puede que angustiosos, pero todos son expuestos con sinceridad y sin miedo. Los ojos de la protagonista serán los vuestros. Sus indecisiones y sus temores también. Pero, aún conociéndola mejor de lo que se conoce a sí misma y teniendo clara su sinceridad, ¿Cómo podréis no dudar de ella cuando todos parezcan estar de acuerdo en que se equivoca? ¿Cómo sabréis si el mal puede habitar en una niña o si, la visión adulterada de una madre os está confundiendo? Son muchas las preguntas que os haréis con esta novela, pero yo os lanzaré otra: ¿Es posible no perder a tu familia si nadie entiende tu lucha interior?
Las óperas primas siempre tienen un sabor especial. Y esta parece más que interesante. Somos tan imperfectos… Y leer sobre nuestras imperfecciones nos lo recuerda.
Cierto. Y este tipo de historias nos consuelan sabiendo que no somos los únicos falibles, y que la vida real se aleja mucho del ideal en casi todo.
Gran disección sobre lo que esconde un tema tan complejo como es el de la maternidad. Sin duda, creo que los problemas reales no tienen nada que ver con lo que a priori esperamos.
Tenemos demasiado presentes los ideales, a pesar de que nosotros estamos lejos de alcanzarlos.