La mayoría de las personas prefieren el día a la noche. Piensan que la luz del sol trae orden y seguridad. La luminosidad, creer que podemos percibirlo todo, aplaca los atávicos e imprecisos temores asociados a la oscuridad. Las tinieblas siempre han sido sinónimo de maldad y las sombras el refugio perfecto para las malas intenciones. Sin embargo, esa claridad que trae el día no sólo reprime a los viles: nos reprime a todos. Expone nuestra cara pública, nuestras intenciones y acciones socialmente aceptables, y oculta muchos de nuestros más secretos anhelos ¿Quién no se ha sentido liberado cuando ha creído que nadie podría verle? ¿Quién no se ha sentido temible o invencible al amparo de la penumbra?Pero, a pesar de todo, somos criaturas diurnas. Así hemos vivido durante miles de años y a ello nos conducen nuestros biorritmos. Si tuviésemos que adaptarnos a una noche eterna no es descabellado pensar que, poco a poco, iríamos abandonando parte de la inhibición y el autocontrol que nos impone la sociedad. Y tampoco lo es suponer que nos asaltarían miedos asociados a la idea de no volver a ver amanecer. La neurosis colectiva, una vez desatada, podría conducir al caos. Y el caos al apocalipsis.
El “sabueso informativo” es un ser excepcional. Un hombre hipocondríaco e inseguro. Un tipo claustrofóbico, pesimista y alarmista. Un onanista, emocionalmente hiperactivo y, por supuesto, adicto al amor. Pero también el mejor fotoperiodista bélico. Alguien que vive solo en el sentido más amplio de la expresión, y cuya relación social más importante es la que mantiene (telefónicamente) con su psicoanalista (argentino). Sin embargo, en el desempeño de su profesión es tenaz y muy astuto. Cuando es enviado a Silenza, una ciudad italiana en la que no amanece desde hace casi un año, un triple desafío se presenta ante él: deberá descubrir la causa de esa noche interminable, encontrar a un eminente científico desaparecido y, además, descubrir la identidad de Anticristo Superstar (el líder de una secta apocalíptica cuyos miembros son considerados bebedores de sangre).
Donde siempre es medianoche, obra ganadora del premio Celsius 2019, es una novela distópica, provocadora, cómica, inquietante, inteligente y sorprendente. Un constructo literario complejo y estimulante que, con mucho humor, juega a estudiar el delirio colectivo, el desenmascaramiento de quienes ejercen el poder, y la relación de amor-odio-dependencia que puede llegar a mantener quien está perdido con quien le intenta mostrar el camino.
Luis Artigue, autor de estilo original y sobresaliente, se saca de la manga una ciudad ficticia de tintes góticos en la que la crisis económica y el miedo han hecho mella en sus habitantes hasta el punto de tener que debatirse entre la anarquía y el sometimiento. En la que la oscuridad lo ilumina todo evidenciando la podredumbre moral de la clase política. Y en la que tiene cabida un protagonista único e inolvidable desestabilizado por el amor que siente hacia alguien totalmente opuesto a él: Elisabeta, el único personaje de la novela del que sabremos el nombre.
No temáis a la atmósfera tenebrosa y apocalíptica de Silenza. Ignorad los sudores, los temblores y, sobre todo, los sonidos esofágicos del fotoperiodista. Armaos de amor y humor hasta que amanezca, porque el amor puede vencer al fanatismo, y el humor a la angustia y a cualquier totalitarismo. En esta ciudad, si salváis a la persona que amáis, podréis salvaros a vosotros mismos.