La muerte engendra muerte. El sufrimiento y el dolor arrinconan al valor, anulan lo mejor que hay en nosotros, y desencadenan ira y violencia. Ser testigo directo de crímenes y torturas es algo atroz, pero no comprender sus causas y, por tanto, no poder ponerles freno, es aún peor.
Cuando se dedica toda una vida a perseguir a los asesinos más despiadados, crueles y misteriosos de la historia, es fácil convertirse en alguien amargado y dañino. Si eres el hijo (y la víctima) de un policía atormentado cuyos pasos no puedes evitar seguir, corres el riesgo de convertirte en él. Pero aunque nadie duda de que el mayor deber de un padre consiste en proteger a sus descendientes, ¿podrías juzgar a quien perdiese la razón al saberse incapaz de detener el apocalipsis? Y si, por el contrario, supieses que Madre te daña, que se alimenta de ti y de tus hermanos, que te hace sufrir y que antepone sus necesidades a tu supervivencia, ¿podrías dejar de amarla?
Vivir es doloroso. Disfrutar del dolor ajeno, inhumano. No comprender, aterrador. Pero hay muchos mundos, muchas cosas que ignoramos. Y mientras no lo aceptemos, mientras intentemos medirlo todo según nuestro baremo, estaremos condenados.
El fin del mundo podría haber comenzado en cualquier momento y lugar. Pero Mari Carmen Copete decidió que fuese hace dos décadas. En Valencia.
Eduardo Castañeda es un hombre angustiado. Tras haber sufrido el abandono de su mujer y la muerte de su pequeño, decide reincorporarse al servicio activo como inspector de homicidios. Toda su vida ha estado marcada por una serie de crímenes atroces e inexplicables que se repiten cíclicamente. Después de 23 años no hay pruebas determinantes contra nadie y las pistas apuntan a seis asesinos en serie. Seis hermanos que reaparecen puntualmente los meses de enero y junio.
Los avances de la policía científica y el aumento del número de agentes no llevan a la policía más cerca de atraparles de lo que lo estuvo su padre antes de desaparecer. Pero Eduardo no tiene nada que perder. Ni tampoco ningún motivo para vivir que no sea acabar con aquella locura.
Mari Carmen Copete ha soñado con dos ciudades: una Valencia reconocible donde coexisten sus aterrorizados habitantes con adoradores de extraños cultos para los que la Cornucopia no simboliza la abundancia. Y otra aún más siniestra que, inevitablemente, recuerda a la misteriosa Orciny que Mieville inmortalizara en La Ciudad y la Ciudad. Pero esa reminiscencia se mantiene solo mientras el protagonista se desvive por descubrir la terrible verdad. Porque cuando llega hasta ella, cuando descubre la causa de las muertes, lo que la autora nos ofrece es un panorama delirante muy cercano al universo Lovecraftiano. Y es que La Ciudad Mimética es un ejercicio notable de hibridación de géneros al servicio del entretenimiento. El thriller policíaco de vocación cinematográfica se abre paso con fuerza hasta ser sustituido, con la naturalidad de quien atraviesa una puerta, por ciencia ficción oscura y perturbadora. Y esta, a su vez, desemboca en escenas dignas del más puro horror cósmico dejando en la retina del lector algunas imágenes bastante desasosegantes.
Son muchas las crueldades que contienen las cuatrocientas páginas de esta obra. Hay crímenes muy violentos, sufrimiento en cada página y sombras en el alma de muchos de sus personajes. Pero Mari Carmen Copete no se recrea en ello. Son la consecuencia (y no la causa) de un universo complejo ideado para atrapar al lector, para devolverle la tensión y el misterio que años atrás descubriese con Stephen King, para inyectarle la adrenalina que parecía patentada por Michael Crichton o el tándem Preston/Child, y para asombrarlo y repelerlo con ingenios orgánicos dignos del propio Cronemberg. Una novela que, al menos en el plano moral, no cae en tópicos y es capaz de exponer con cierta humanidad el más execrable de los crímenes.
Decidme, ¿Qué monstruo os resulta más aterrador? ¿El que viene de otro mundo, o el que todos llevamos dentro? En La Ciudad Mimética tendréis que enfrentaros a ambos.
Qué lectura más inquietante, amigo.
Es una novela muy entretenida. Ideal para dejarse atrapar y disfrutar de lo inconcebible.