Cada nueva novela de Pérez-Reverte es un acontecimiento social y esta vez ha decidido agitar las librerías y las redes recuperando a un personaje histórico que, a pesar de sus múltiples versiones, no ha sido retratado hasta ahora con suficiente profundidad psicológica o social. Y es que Sidi, sin ser una novela trasgresora, desvincula al personaje de la visión ultra-patriótica con la que se nos lo venía retratando y nos muestra a un guerrero habituado a vivir, luchar y dispuesto a morir entre fronteras. Porque en aquella época no había una sola lucha entre moros y cristianos como nos vienen contando; había muchos reinos en disputa por intereses y territorios, de las dos religiones, y las alianzas políticas se hacían como en la actualidad, a conveniencia. España era una idea, una denominación geográfica y la mal llamada “Reconquista” no era el principal objetivo de aquellos reinos ni de aquellos guerreros bajo el mando del de Vivar.
Con su habitual maestría al retratar escenarios históricos tangibles y verosímiles, el autor nos hará sentir el calor del Sol en nuestras cabezas y el zumbido de las moscas alrededor de los cadáveres que trataremos de no pisar mientras seguimos a un personaje inteligente, carismático, humilde y algo tosco que sólo se preocupa de vivir de su espada sin traicionar sus ideales sobre el honor y la lealtad. Huyendo de fanatismos pero sin poder evitar crueldades propias de la guerra y de la época, es amado y temido por unos hombres que escapando de su propio pasado, le siguen allá donde vaya sabiendo que cada día pueden morir.
En cuanto al argumento, durante la primera mitad del libro el ritmo es pausado, pero el interés se mantiene debido a la expectativa de un enfrentamiento armado contra tipos a los que desearemos la muerte. En esta parte Pérez-Reverte dará a conocer su pasado, su destierro y su situación no demasiado favorable y nos impregnará de un sentido épico necesario para disfrutar de la obra. El último tercio es básicamente una sucesión de hazañas bélicas que, sin abandonar completamente lo que creemos que fue la vida del Cid, marca un camino que esperemos, sea ampliado en obras posteriores ya que esta, se nos hace corta.