David Luna es un escritor adictivo. Y lo es porque crea universos inesperados a partir de elementos conocidos, porque siempre introduce giros o bien argumentales o bien de enfoque a lo que cuenta en sus obras, porque es partidario de capítulos cortos y de lenguaje asequible (que no descuidado) y porque en todas sus historias consigue imprimir una tensión que va in crescendo, sin tregua, hasta el desenlace.
Laberinto Tennen no es una excepción. Esta vez escribe una novela que en manos de otro autor sería pura fantasía épica y consigue encajarla en un contexto de ciencia ficción que advierte ante la posibilidad de una involución social, un periplo cíclico de la humanidad de auge y caída, avance y retroceso, bienestar y sufrimiento.
En un futuro lejano en el que la tecnología ha sido prohibida como consecuencia de una gran guerra, la gente vive como puede en un sistema parecido al feudal. Y como es de esperar, los fuertes marcan su ley y los débiles se someten y sufren. Y a los de arriba no les importan mucho los de abajo. Los de arriba en este caso son el Emperador, personaje del que desgraciadamente sabemos poco, La Nueva Inquisición, vigilantes de que todo siga por el camino que ellos mismos marcaron tras la gran guerra y Los Tennen, una orden que recuerda a la de los Caballeros Templarios, Teutónicos, Hospitalarios etc, con las armas en sus manos y su credo, filosofía Zen en este caso, en sus corazones.
Entre los tres hay un extraño equilibrio de poderes que no queda suficientemente explotado. No se nos cuenta con detalle la evolución de cada una de estas facciones ni del mencionado emperador, afín a los Tennen y que es vagamente retratado como un hombre prudente, de buenas intenciones pero que no pasa de ser un figurante en la historia. Tampoco hay personajes con claroscuros ni demasiados matices ya que independientemente de sus pasados, los buenos son muy buenos, inmaculados, y los malos grotescos, bizarros y despiadados. ¿Es esto una crítica?
No lo es. Normalmente no me gustan obras de estas características, pero en este caso David Luna nos está contando la historia que nos habría encantado a los 10 años, a los 15, a los 20 y que a los 40 nos sigue entusiasmando porque nos devuelve los sueños perdidos de ser poderosos caballeros, hombres y mujeres elegidos por el destino que luchan valientemente contra el mal.
La trama, como digo, es apta para todos los públicos. En un mundo donde la diferencia entre los que usan tecnología y los que ponen en peligro sus vidas por poseer alguna reliquia de un pasado tecnológico es abismal, donde las torturas medievales son un espectáculo social, y donde el desarrollo de capacidades mentales y el escaso valor de la vida son habituales, Bastián se embarcará en su particular camino iniciático de la mano de Lux.zu , personaje noble, fuerte y compasivo que se gana al lector de principio a fin. En un entorno cruel y plagado de conspiraciones tendrá aprender a dominar sus deseos y ansias por llegar a ser aquello que nunca se atrevió a soñar. Transitará por ciudades reconocibles para el lector atento, aprenderá el manejo de las armas, a mantener su ego bajo control y será elemento clave en la aventura que puede cambiarlo todo, aunque posiblemente lo único que le preocupe en un principio sea no defraudar a quien ama y admira.
Es de agradecer que el autor haya publicado hace pocas semanas una segunda parte, ‘Sombras Tennen’. Esta novela tiene un buen final y para ser justos no era imprescindible. Pero no todos los cabos están atados y tras la última página quedan profecías y visiones sin cumplirse, pero sobre todo, queda hambre en el lector. Esta historia tiene potencia para ahondar en un mundo fascinante, en su génesis, su presente y su futuro. Y aunque intuyo que el autor prefiere no profundizar para no disminuir el ritmo ni la acción, espero que en la siguiente novela nos hable más de todo esto y de muchos personajes insuficientemente explotados. Y por favor, necesito saber el porqué de los apellidos Tennen… que me jugaría el cuello a que no son casualidad….