Escribir un relato es contar la historia, generalmente, de un tema; en él hay alguien que realiza acciones causadas, relacionadas y consecuentes con ese tema. Escribir poesía es estar dispuesto a transgredir la norma, las causas y consecuencias, las expresiones; es estar dispuesto a desnudar los sentimientos consiguiendo que fluyan ante el lector con expresiones únicas, con palabras en desuso o usadas de manera que ofrezcan una imagen personal. Es difícil escribir poesía, pero cuando es buena, va dejando una impronta en el lector que le permite ver sus propios sentimientos. Puede que no sean los mismos del poeta, pero eso es lo bueno de la poesía, que nos descubre al escritor al tiempo que experimentamos nuestro autoconocimiento.
La poesía de Uno dos tres es una exhortación al cambio. Hay momentos de lacerante pesimismo en los que olvida el poder de la superación; de hecho, la realidad se va transformando según una vitalidad y un equilibrio emocional precarios que se agitan en el silencio, la noche, la soledad o la muerte.
Adentrarse en la poesía de José Ramón Pastor es indagar en la integración del mundo clásico, con su orden y desorden establecidos, y en el ser humano actual. Sería difícil interpretar al autor sin tener en cuenta el contexto interior en el que se mueve, porque aquí, en nuestra realidad, la vida es un momento fugaz que termina, con la oscuridad más absoluta, en la nada; sin embargo para José Ramón la vida es un sinfín de periodos dispares duros, alegres, exitosos, execrables que no mueren;
Y,
desde
la honda entraña
de un
pájaro inconsolable,
vuelvo a soñar.