Nuestro mundo no tendría lugar sin palabras; ellas forman relatos que representan nuestra razón, que nos refieren como seres humanos; sin ellas no existirían las relaciones sociales por lo que el pensamiento se destruiría y también, por supuesto, las ideas. Paco Santos lo sabe y escribe un libro en el que la importancia de la palabra está en consonancia con el ser humano. También lo sabe Rubén Toledano pero al ser consciente de que «con las palabras puede tejerse un sudario de muerte», le encarga a un corazón puro un poema capaz de llegar al origen de la palabra y formado por «palabras con las que Dios creó el mundo».
En Trabalenguas para mudos, Alonso Toledano no mantiene relaciones, no piensa, no tiene palabras, no las oye, se deja llevar por gritos de terror, de ahí que a su alrededor sólo exista destrucción.
La historia comienza treinta años antes de los hechos que se narran en el devenir de la novela; esto permite a los lectores conocer mejor el argumento. Treinta años dan para mucho y en ellos Paco nos embarca en una aventura que nos lleva a Praga, Filadelfia y hasta una isla exótica donde nos saca de nuestro estado de confort para meternos de lleno en la novela de la novela en la que un protagonista no puede comunicarse con palabras pero consigue enloquecer a su autor.
La metaliteratura está presente en la novela de Paco, algo que permite a los personajes pasar de una historia a otra. La historia de Trabalenguas para mudos trae la recuperación del pasado, un pasado peligroso al que volvemos constantemente porque en realidad no se ha ido. La vida es un oscuro misterio que sólo adquiere sentido a través de la palabra en el proceso de la escritura.