Esta novela ha conseguido que surjan pensamientos escondidos, recordatorios de culpa que me intimidan hasta que, inmediatamente, una u otra justificación consigue aplacar la conciencia por momentos. La duda sigue ahí. Tomás Nevinson cala hasta lo más hondo del lector, espolea éticas y plantea situaciones con las que podemos no estar de acuerdo si no adoptamos otro punto de vista. El protagonista expone las obsesiones, recuerdos, obsesiones, alegrías, obsesiones, lamentos y obsesiones que lo han acompañado, y atormentado, toda su vida.
Javier Marías utiliza las reflexiones para introducir citas de otros escritores o de sus propias obras anteriores, acciones de personas reales que fueron invisibilizadas, privadas de la vida de forma violenta. Da igual la época, nuestra memoria, nuestra percepción es tan cruel que consigue ocultar los hechos feroces para que nos sacudan de nuevo a salir a la luz, recordando el lamento de Quevedo en sus versos «Soy un fue y un será / y un es cansado», «el tiempo no avanza y nunca olvidamos nada. Lo de hace diez años es ayer para nosotros. Es hoy mismo incluso, está pasando».