“Después de miles de millones de ciclos, en el sitio menos esperado, una variable extraña nos hizo modificar los parámetros de referencia del guion entre yo-tú”
Para la mayoría, hablar de ciencia ficción es hablar de entretenimiento y sentido de la maravilla. Pero lo que hace único a este género es su dimensión crítica, filosófica y especulativa. A muchos autores les resulta fácil, incluso necesario, trasladar las carencias de nuestro entorno y sus previsibles consecuencias, a sus universos literarios. Denunciar problemas sociales, injusticias y peligros es relativamente sencillo, de ahí la proliferación de novelas y sagas distópicas en las últimas décadas. Pero ir un paso más allá, experimentar con el género sin complejos buscando nuevas formas de ser, vivir y evolucionar, rozando (tal vez) la utopía, no está al alcance de todos. Y en este aspecto son ELLAS, la nueva generación de escritoras de género fantástico, las que demuestran ser más valientes y combativas. Las que desean más enérgicamente romper cadenas y dejar de arrastrar errores del pasado.
Uno de los temas recurrentes de la ciencia ficción es la evolución. Vivimos una época de innovación tecnológica sin precedentes y parece que este término es indisociable de la inteligencia artificial, el transhumanismo y la ingeniería genética. Es cierto, en gran parte. Pero durante los años de la new wave, antes de la corriente antifeminista y el regreso al conservadurismo que trajo consigo la década de los 80, la evolución que más preocupaba a los autores del género era la interior (por favor, leed a Silverberg, Disch, Le Guin, Ballard, Russ, o McIntyre, si no lo habéis hecho aún) ¿Y no es esta evolución la más importante?
Las escritoras de hoy no dejan de lado la tecnología ni renuncian a asombrarnos con los universos y seres surgidos de su imaginación, pero se preocupan más intensamente que los hombres por cuestiones imprescindibles para nuestra mejora como seres humanos y como sociedad. La ecología, el feminismo y la libertad (en el sentido más amplio del término), suelen ser piedras angulares de sus obras. Y sí, el feminismo es igualdad y es justicia, le pese a quien le pese. Es necesario que se combata la herencia del machismo incluso en el lenguaje.Y es que también en la experimentación lingüística (otro frente semi-olvidado desde la new wave), las mujeres toman la delantera a los hombres. Y lo hacen porque son las que sienten la necesidad de revertir los efectos y consecuencias de siglos de iniquidad. Porque son las que tienen más sensibilidad para entender que ser cisgénero nunca fue la única opción y porque, lejos del revanchismo, se atreven a soñar con un mundo menos cruel.
Todos los demás planetas es la demostración de lo que escribo. Una magnífica carta de presentación de la ciencia ficción y la fantasía que son capaces de escribir las autoras de habla hispana. Una antología cargada de sensibilidad, crítica, belleza y experimentación. Un retorno a los valores del género que me hicieron pensar (todavía lo creo) que leer ciencia ficción me convertiría en una mejor persona.
Esta antología se compone de cinco relatos y un fantástico prólogo de Cristina Jurado que es toda una declaración de intenciones. Ella, Sofía Rhei y Sue Burke han seleccionado cinco historias tan diferentes como necesarias:
Elemental, queridas potestades de Laura S. Maquilón, es un relato de una sensibilidad única (incluso contagiosa) hacia todos los seres sentientes, cargado de neologismos y que nos recuerda, inevitablemente, a Concierto en sol menor, su última novela.
Cantar de los cuerpos plasmodiales de Martha Riva Palacio Obón: una obra poética y sorprendente. La más original y rompedora de la antología; una brutal descarga de energía que hace que la mente del lector piense en distintas formas de vida, distintas formas de amor y distintas formas de dolor.
Lejos del universal ruido, escrito por Isa J. González: una entretenida aventura de acción, muy recomendable para l@s amantes de la space opera, que recupera la figura de la inteligencia artificial como aliada y nos recuerda que, para cuando establezcamos contacto con otras especies, necesitaremos desprogramarnos (al fin) de la idea de sexualidad binaria.
De alquimia y niñas, de Ana del Río: una historia en la que la fantasía y la ciencia ficción se dan la mano recurriendo a la alquimia, esa disciplina tan parecida a la magia, como excusa para denunciar la barbarie que provoca el miedo y la inhumanidad del sistema. Pero también para hacernos soñar con niñas y niños surcando los cielos.
Cosa, de Amparo Montejano: un divertidísimo cuento satírico que ridiculiza la cisheterosexualidad intolerante (y hago hincapié en este último adjetivo), haciéndonos acompañar a un hombre que experimenta la gestación, parto y convivencia con un ser muy distinto a él que termina aceptando como vástago.
Esta última historia (y la sonrisa que provoca) suponen un broche de oro para una antología maravillosa. Cinco muestras diferentes, feministas, combativas, creativas y exentas de rencor que ojalá marquen un camino a seguir en la ciencia ficción y, soñando mucho, en la manera de pensar y sentir de nuestra sociedad.
No sé vosotr@s, pero yo tengo ganas de salirme de este mundo y volver a visitar Todos los demás planetas.
Post scriptum: gracias a Susana Calvo, de El Literódromo, por un regalo tan maravilloso.
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