Nietzsche. El filósofo destructor de valores, el incomprendido, el malinterpretado, el tergiversado, el utilizado, el odiado…hasta ahora.
Porque ahora Sue Prideaux nos ha descubierto al auténtico Nietzsche, uno de los personajes más importantes del siglo XIX. Apoyada en un magnífico trabajo de documentación, la autora ha compuesto su obra de manera inversa a la que estamos acostumbrados; nos habla del hombre (no de su filosofía), basando sus afirmaciones en anotaciones del propio autor o de sus allegados. Y de ahí nos expone sus trabajos como consecuencia directa de esas vivencias, de su inteligencia asombrosa y de su marcada personalidad en conjunción con el contexto histórico y social.
Escrita en un tono ameno y con pequeñas pinceladas de un humor irónico, no pasa nada por alto. Comienza descubriéndonos a un niño sensible que, con un fervor religioso innegable, pronto se planteará aquello en lo que cree y lo sustituirá por sus propias ideas. Apasionado por la música y la literatura, su vida sufre un cambio de rumbo importante a raíz de la muerte de su padre. Fallecimiento que Prideaux logra asociar con las dolencias de juventud de Nietzsche en la escuela Pforta, poniendo en duda el primero de los mitos que desmonta. El de la sífilis.
Pero el interés de esta lectura no está en la polémica morbosa, ni en señalar con el dedo a su hermana Elisabeth por el flaco favor que le hizo de cara a la historia (si quieres saber más, lee el libro). Lo mejor es descubrir poco a poco, casi con tempo de novela en algunos pasajes, la manera en que llegaron y crecieron sus pasiones, como la que sintió hacia Wagner, Cosima y Schopenhauer. Poder apreciar casi en primera persona la evolución de su pensamiento, la forma en que le marcaron las decepciones que la vida le reservaba y como se fue distanciando de aquellos con los que durante un tiempo compartió rumbo, es algo que muy pocos autores han logrado y menos en apenas 400 páginas (sin contar citas, bibliografía etc).
Además, colateralmente, es un excelente retrato de época, de las tensiones y conflictos europeos, y del ambiente cultural en el que vivía inmerso: siempre estaba relacionado, incluso de estudiante, con personas más importantes que él a los que atraía su estimulante inteligencia y personalidad. De hecho, según nos cuenta Prideaux, era asombrosa la facilidad con la que, tras una breve exposición de ideas de otros, profundizaba en los conceptos y llegaba a conclusiones inabordables para la mayoría.
En este libro conoceremos al Nietzsche apasionado, al amante de la música y la cultura griega, al patriota, al enfermo, al desilusionado, al exaltado, al enamorado y al deprimido. Al hombre. Pero inevitablemente también le acompañaremos en los descensos a sus infiernos…
Hay que tener claro que la obra que nos ocupa es una biografía, no una disección filosófica. Tal vez por eso no profundiza lo suficiente en las influencias, por ejemplo, de Schopenhahuer y Kant en su pensamiento y si da mayor importancia a sus relaciones humanas. Con toda seguridad hay obras más completas y eruditas en lo que a análisis de su filosofía se refiere, pero ninguna aborda tan en profundidad el desarrollo personal e intelectual del filólogo-filósofo. Tampoco se habían descrito antes así todos sus condicionamientos físicos y sentimentales (tratados con sumo respeto y delicadeza). Aquí se pone todo en contexto (personal e histórico) y se desmontan, por tanto, muchas de las cosas que se han dicho y aceptado como ciertas en la vida del genial personaje. Es, en conclusión, un libro recomendado para tod@s aquell@s que se sientan atraíd@s por su obra, su época, o su vida. Pero, sobre todo, es un texto que deben leer sus detractores que ya no tendrán excusas para seguir viendo en él a un antisemita o un pilar del pensamiento Nazi, entre otras cosas.
Sue Prideaux lo pone todo en su sitio.