“Una polilla antes fue una oruga, pero ya no lo es. No puede volver a deshacerse, no puede hacer la metamorfosis al revés. Si intentara volver a comer hojas, moriría de hambre. Si se arrastrara de nuevo al interior de su capullo, no obtendría refugio”
Habrá quien se pregunte qué sentido tiene explorar otros planetas cuando no somos capaces de cuidar este. Quien piense que intentar viajar a otros mundos es una huida hacia adelante, un derroche de recursos que no nos podemos permitir, o la prueba más evidente de nuestra avaricia, siempre buscando territorios que colonizar o recursos que explotar. Pero es nuestra curiosidad la que nos ha hecho progresar como especie, la que nos ha permitido adaptarnos, sobrevivir y evolucionar.
Dicha evolución ha tenido un coste excesivo. No solo hemos contaminado nuestro hogar, sino que también hemos dañado o exterminado a otras especies. Cada vez somos más los que nos preguntamos si pudimos hacerlo mejor, o si habrá otros seres en el universo capaces de hacerlo de otra forma. Las estrellas siguen siendo nuestra gran esperanza, pero estamos desencantad@s. Hace décadas que dejamos de verlas como “nuestro destino”, no solo por la jarra de agua fría que nos echó Fermi con su paradoja (si el universo es tan grande y viejo, y hay tantas estrellas y planetas, ¿por qué no hemos encontrado signos de vida extraterrestre?), sino también por nuestra propia naturaleza: ¿qué nos impedirá cometer los mismos errores allá donde vayamos? ¿No deberíamos arreglar los problemas que tenemos en casa antes de viajar por la galaxia? Y si nos dejamos llevar por la ilusión y soñamos con encontrar otras formas de vida, ¿cómo sabremos cuál será el coste por aumentar nuestros conocimientos y hasta qué punto deberían pagarlo quienes se crucen en nuestro camino?
Soñamos con un mundo mejor a pesar de haber destruido este. Con encontrar nuevas formas de vida, aunque no respetemos al resto de especies con las que convivimos. Tal vez debamos renunciar a todo y no hacer más daño. Quedarnos en casa y asumir que nunca “contactaremos” ni descubriremos otros planetas habitados. Pero no podríamos hacerlo ni aunque quisiéramos, pues si impedimos que l@s mejores de entre nosotr@s busquen las respuestas que necesitamos para plantearnos nuevas preguntas y avivar nuestra curiosidad, nos extinguiremos.
“Existimos donde empezamos, pero permanecer ahí significa la muerte”
Para aprender, si la suerte nos sonríe es una novela hermosa y profunda que detona su enorme carga filosófica en la mente del lector días después de haberla terminado, justo cuando este cree haber salido indemne de la aventura. Una obra que conjuga el sentido de la maravilla con la denuncia ecológica, advirtiendo sobre las consecuencias de nuestros mayores defectos como especie, pero depositando la esperanza en nuestras mayores virtudes como individuos.
La autora norteamericana nos arrastra, a lo largo de doscientas sesenta páginas que se hacen cortas, a un viaje interestelar que pone de manifiesto la conexión entre la exploración, el cambio y la necesidad de avanzar para sobrevivir. Nos presenta cuatro escenarios en cuatro planetas diferentes, y muestra cómo el ánimo de Ariadne, Jack, Elena y Chikondi va cambiando en función de sus experiencias y de las noticias que les van llegando de La Tierra. Porque ellos son la avanzadilla y no una escisión de la humanidad. Porque representan a quienes dedicaron y dedicarán toda su vida a la ciencia y a la búsqueda de respuestas.
Tras leer a Becky Chambers me he preguntado: ¿qué sentido tendría el más maravilloso de los descubrimientos si no se hiciese por y para toda la humanidad? Gracias a ella he recordado que la mayoría de los avances y descubrimientos más importantes de la historia no los lograron quienes buscaban el beneficio personal. Y ahora pienso que, mientras sigan naciendo hombres y mujeres con amor sincero y desinteresado por la ciencia, tendremos esperanza.
¿Te ha gustado esta reseña? ¿Quieres descubrir más libros como este? ¡Hazte mecenas de El yunque de Hefesto! Hemos pensado en una serie de recompensas que esperamos que te gusten.
También puedes ayudarnos puntualmente a través de Ko-fi o siguiendo, comentando y compartiendo nuestras publicaciones en redes sociales.