“Arregló goteras, cambió muebles y limpió la cocina y los baños con una sonrisa y mil promesas de convertir aquello en un hogar con uñas y dientes, porque cuando se pone cariño en algo hay que protegerlo de todo”
¿Qué es la memoria sino una reconstrucción del pasado, alterada por la necesidad de encontrar significado? La paternidad nos obliga a recordar y a reflexionar. A intentar entender lo inexplicable y a buscar la forma de que aquello que vivimos, aquello que sufrimos, no vuelva a suceder. A hallar el modo de proteger a quienes amamos, y a exorcizar los demonios que siempre nos han acompañado. Ismael Orcero Marín tuvo un hijo y, a consecuencia de ello recordó, reflexionó y sintió miedo. Para aplacar sus temores, escribió estos cuentos que, mezclando lo real con lo imaginario, os tocarán más hondo de lo que os gustaría.
Monstruos en la pared es una antología de vidas rotas y reconstrucciones interiores. Un viaje introspectivo en el que el autor reinventa sus propios recuerdos para invitarnos a reflexionar sobre la inevitabilidad del pasado y la fragilidad de aquello que nos hace felices. Con prosa certera y un enfoque narrativo que equilibra lo íntimo y lo universal, Ismael logra atrapar la esencia de los personajes que describe y provocar en el lector el dolor más crudo y la resignación más silenciosa. También despertar nostalgia e imprimir sonrisas. Los nueve relatos que la conforman (algunos conectados entre sí) oscilan entre el costumbrismo, lo fantástico y lo criminal. La mayoría hablan del hogar y nos trasladan a escenarios que podríamos haber construido con nuestros propios recuerdos. Pero arremete contra ellos como una bola de demolición y a veces, cuando creemos que hemos podido esquivar el golpe, cambia de tercera a primera persona para intensificar el impacto emocional y exponer el alma de sus protagonistas, arrastrando también la nuestra.
Si fuese honesto os diría que mis relatos preferidos son los más íntimos y desgarradores. Os diría que me ha cautivado la maestría del autor al ahondar en la maternidad desde perspectivas opuestas con Herencia y Monstruos en la pared; en el primero, la presenta como un ancla de resentimientos en un entorno hostil y en el segundo, nos muestra a una madre dispuesta a invocar a bestias imaginadas para defenderse de las reales. Si fuese honesto os confesaría que El camino de las hormigas y La cabeza de Margarito me han hecho pensar en mi propia infancia y sentir el lazo invisible que me impide dejar atrás el pasado; cuando se trata de recuerdos, a veces es imposible separar la felicidad del sufrimiento. Pero como no quiero ser honesto y admitir que el maldito Ismael Orcero me ha dejado cicatrices, diré que me decanto por La deuda, un thriller mínimo. O por Nido, otra historia dura, pero que denota la suficiente influencia del realismo mágico como para calmar mi desaliento.
“Monstruos para enfrentar a otros monstruos”
Leed esta antología. Encontraréis al niño que fuisteis, tal vez jugando en un descampado entre víctimas y verdugos. Volveréis al pasado buscando venganza, redención o cura para el dolor. Haced como Ismael: si queréis olvidar lo que vivisteis y no podéis, reescribidlo hasta domar el pasado y hacerle entender que no puede volver.
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