Me entristece pensar en la cantidad de gente que no leeréis este libro por haber visto las películas o series, o deglutido alguna edición resumida en la infancia. Os pensaréis que ya conocéis la historia y que no tiene sentido transitar por sus setecientas y pico páginas. Pues bien, os perderéis una obra que, revisada a día de hoy sigue mereciendo ser considerada un Clásico Universal.
Sí, ya sabemos que los hechos históricos que narra no fueron realmente así y que a veces es considerada una novela juvenil por girar en torno a una idea que los adultos, salvo raras excepciones, consideramos ingenua: la amistad incondicional y por encima de todo. Sin embargo yo, que tenía los mismos prejuicios que acabo de describir, pero que aún quiero seguir creyendo en ese ideal de lealtad desinteresada y sincera, me embarqué en esta lectura. Y lo que descubrí fue una obra que irradia vitalidad y que se lee de un tirón, con una sonrisa permanente.
Y es que los diálogos de los mosqueteros y D’artagnan son impagables y bastante cómicos. Cada uno con su particular forma de ser y sus respuestas acordes a la misma. Valientes, bravucones, amantes del vino, la aventura, el juego, la acción o las mujeres. Y como ejemplo queda el divertido capítulo en que se juegan la vida una noche, en plena batalla de La Rochelle, por ganar una apuesta. La acción es trepidante, no te da tregua y la mayoría de los personajes están mejor definidos de lo que se suele escuchar (es una crítica recurrente a Dumas y sus “negros”), aunque curiosamente, los de más peso son los villanos de la historia; Richelieu, un ser Maquiavélico que no queda claro si trabaja para él mismo o para el estado, pero capaz de reconocer e incluso premiar los méritos de sus oponentes, y sobre todo Milady, hermosa, manipuladora, insaciable en su maldad que compensa (en este caso sí) lo plano y secundario del resto de personajes femeninos, incluida la dulce Señora Bonacieux.
Además, el libro trata temas que pueden resultar sorprendentes como el adulterio y el sexo por diversión con una naturalidad pasmosa. Los héroes de la novela, lejos de mostrarse perfectos o ejemplares, no dudan en aprovecharse de damas enamoradas para obtener financiación o vender bienes que no les pertenecen. Y dos de ellos, D’artagnan y Athos, nos dejan algunas escenas realmente tristes y conmovedoras. Y todo esto enmarcado en las intrigas de poder entre Francia e Inglaterra que ya conocéis y por eso NO LEERÉIS ESTA NOVELA.
Vaya, creo que compartíamos los mismos prejuicios… Un tiempo atrás me dio por leer los clásicos de terror ingles, drácula, doctor jekyll… frankenstein, etc y también me llevé grandes sorpresas al leer libros que unos a veces pasa por alto, por como dices, haber visto o leído infinitud de adaptaciones.
Así es. Esos libros que mencionas ya los leí y también me encantaron. Claro, que debido a la extensión eran más fáciles de abordar… Ahora, sin duda me lanzaré a por El Conde de Montecristo.