El método de “ensayo y error” es indispensable para que la ciencia avance; gracias a él se comprueban teorías, se subsanan posibles problemas de aplicación, y se descartan opciones inviables. No lo pongo en duda… pero siempre me ha llamado la atención lo extendida que está la expresión “de los errores también se aprende”. Yo, que a veces recupero el espíritu conspiranoico que me invadió en mi adolescencia tardía, nunca he podido evitar unir ambas ideas y preguntarme: ¿Cuántos descubrimientos no han sido fruto del error? (error en el resultado o error en el propio experimento). Y sí, cuando me planteo temas como este, dudo de todo. Pienso que nos mienten, o que nos dicen la verdad cuando quieren que pensemos que es mentira. Que llaman inspiración a lo que fue fruto de la casualidad, y accidente a la consecuencia de alguna prueba malintencionada que se les escapó de las manos.
Este texto (me resisto a llamarlo novela), me altera. Hace que mi mente funcione a mayor velocidad, que analice lo que cuenta, que lo contraste, que investigue al autor y me pregunte si lo que narra es ficción o realidad. Dejadme que os explique:
Supuestamente estamos ante una divertidísima obra de ciencia ficción, concretamente una Space Opera que bien podría etiquetarse como “parodia estelar” (al estilo de Bill, héroe galáctico y Diarios de las estrellas, escritas el siglo pasado por Harry Harrison y Stanislaw Lem). En ella, Ivan Dmitrich Dimitrov (nombre prestado de otra pieza literaria), nos cuenta en primera persona sus vivencias a bordo de la N.E.G Caelonauta, en el que sería (o será), el primer viaje de exploración de la humanidad al más puro estilo de Star Trek. Ya, ya sé que no me seguís aún, pero dadme un poco más de tiempo: el protagonista, tras avisarnos del increíble suceso que salvó su vida al término de la citada misión, nos relata cosas tan divertidas (aunque intranscendentes), como la guerra de “bromillas” declarada entre la tripulación científica (los denominados creaecuaciones, desgastabatas, e inventaestupideces), y él. Sin embargo, multitud de detalles acerca del mantenimiento de la nave, la Galaxia Enana de Draco, la historia de la humanidad, y sobre todo, respecto a un accidente científico de consecuencias inesperadas (de esto hablaba al principio), me hacen sospechar que no estamos ante una obra de ficción. No, no me he vuelto loco, hay mucho más: casi todos los nombres de los personajes que aparecen son “homenajes” a actrices, figuras históricas, etc. Estoy seguro de que, tanto dichos nombres, como los extraños epítetos empleados con los científicos, son términos en clave. ¡Esperad!, ¡Seguid leyendo, aún falta lo mejor! Todo lo que os he contado es, aparentemente, una ficción que dice ser realidad. Pero sospecho que es justo lo contrario. Veréis:
El primer tercio de la “novela” adopta la forma de un relato (también en primera persona), en el que el autor, un tal Antonio López Sousa, asegura haber recogido esta y otras muchas «aventuras» como fruto de su convivencia (y la de su esposa Olalla) con Max, un visitante del futuro. Nos describe, dando fechas y lugares concretos, el modo en que se conocieron y lo profunda que llegó a ser su amistad. La relación que dice haber tenido con el supuesto viajero del tiempo me recordó a la que mantenían el extraterrestre K-Pax y su psiquiatra en la adaptación cinematográfica de la novela de Gene Brewer. Así que investigué. ¿Y sabéis qué? ¡Antonio López Sousa existe! Durante meses estuvo publicando comentarios, reseñas y fotos en redes sociales que estaban relacionadas con este texto. Todo demasiado creíble y fácilmente comprobable… es como si hubiese estado elaborando pruebas que apoyasen su relato. Tal vez, todas esas menciones que incluyó en su “confesión ficticia” a lugares que suele frecuentar de su Galicia natal, y a autores y obras concretas de determinadas editoriales ya desaparecidas, sean parte de un plan mayor que se me escapa. Solo sé que quiere que pensemos que es ficción lo que realmente aconteció, ¡por eso dice que sucedió y ha fabricado tantas pruebas, para que NO le creamos!
¡Esperad, esperad! Veo que no os he convencido. No importa. Daré con él y esclareceré todo esto. Es mi destino. ¿Sabéis como llegó el libro a mis manos? Un hombre lo dejó olvidado en un asiento del metro. Cuando lo vi y le llamé, me miró, y salió corriendo. ¿Lo adivináis? El aspecto de ese hombre coincide con la descripción de Max.
Pues me ha picado la curiosidad, ¡tengo que saber más de López Sousa! Me encanta la gente que me plantea incógnitas y me encanta tu forma de llamar la atención de los mortales. Genial!! Gracias.
¡Gracias a ti!
Antonio López Sousa es un escritor independiente que bien podría publicar con cualquier editorial de género de nuestro país. De ciencia ficción ha escrito dos obras: esta (de tono irónico y desenfadado), y el camino inverso (una excelente obra que reúne muchos elementos habituales del género, y que contiene un potente mensaje). También es el creador de una saga de libros de fantasía (las lágrimas del llanto), del que ya lleva 4 volúmenes.
Un saludo!