La Red Púrpura es una novela que les gustará a tod@s aquell@s que disfrutaron con su antecesora, ‘la novia gitana’. Comienza donde se quedó la anterior entrega, con una Elena Blanco dedicada en cuerpo y alma a desmantelar la organización que da título a la novela y que tiene a su hijo atrapado en sus redes.
El espíritu del libro también es el mismo: acción desde la primera página, capítulos cortos y lenguaje coloquial (plagado de diálogos), muy asequible para cualquier perfil de lector. El protagonismo de la trama es nuevamente acaparado por la inspectora jefe de la BAC y el resto de personajes siguen siendo meros figurantes a excepción de Orduño, que sí adquirirá algo más de peso en detrimento de Zárate.
Resulta algo decepcionante lo poco innovadora de esta saga. Si en la anterior novela nos encontrábamos con todos los clichés posibles y una trama muy televisiva, en esta no sólo ahonda en los mismos, sino que repite, al menos en el arranque, exactamente el mismo planteamiento: cada parte del libro comienza con una escena de un niño (en este caso Lucas), la primera víctima con la que nos toparemos también es una mujer joven y cambia los gusanos por un pájaro exótico y un tuerto por un manco.
Afortunadamente, al pasar el primer tercio de la novela, esta toma un rumbo diferente y nos deja buenos momentos de tensión con una Elena más aislada, descontrolada y al límite que nunca y que nos consigue cautivar con sus reflexiones y dudas sobre si quedará algo del hijo que perdió en el Lucas que encuentre, sobre si podrá amarle y perdonarle y sobre si él la recordará. Para lograrlo, Carmen Mola se sirve hábilmente de Daniel y Aurora, dos nuevos personajes, como vehículo para profundizar en sus miedos y preocupaciones.
Es evidente que poca gente se acercará a este libro buscando mucho más que entretenimiento (de eso no falta), pero es una lástima que la autora no se haya desmarcado más del sello que parece que acompañará a todas las entregas de la saga (si hay más en un futuro). Podría haber salido algo realmente notable si hubiese huido de una impronta tan comercial y hubiera explotado más a personajes como los de Marina y Dimas o la historia de la propia Red que sólo queda perfilada y carece de profundidad.
En todo caso, y aunque parezca contradictorio después de todo lo dicho, si buscáis una novela a la que engancharos sin darle demasiadas vueltas a la cabeza, no dudéis en abordar esta. Elena Blanco y su corazón desgarrado tienen un atractivo innegable. Y si no os apetece, esperad a la serie de televisión.