“La sociedad está condenada, pero nosotros, como individuos, aún tenemos una oportunidad”
¿Podemos cambiar quienes somos? ¿Aquello que no nos gusta de nosotros mismos? ¿Extirpar de nuestra vida lo que nos causa infelicidad o hacer eso que realmente necesitamos ignorando la opinión de los demás? La sociedad nos proporciona unos parámetros desde la infancia, nos dice que está bien y que mal, cual de nuestras necesidades como seres únicos es permisible y cual no lo es. Si tenemos la suerte de soñar con nuestro propio Mr Hyde, ¿deberíamos liberarlo o mantenerlo encadenado?. La moral heredada no debería ser siempre nuestra guía, tendríamos que ser capaces de sobrepasar sus barreras sin que nadie salga perjudicado y buscar aquello que realmente nos falta. Como hizo Marta.
Esta, su historia, se compone de tres partes (que podrían ser una sola), todas iniciadas a partir de un arrebato de rabia, desesperación o angustia y todas diferentes aunque repitan o aludan a los mismos personajes. Concretamente a tres que deberían ser seis, porque Raquel, Nacho y Alejo son el vivo retrato y la actitud de Marilyn Monroe, Arthur Miller y George Barris (el fotógrafo de la actriz). Sí, falta Marta, pero en realidad no; al final del libro el lector la conocerá mejor que a ningún otro.
En todas ellas Raquel es una mujer valiente, de diferentes formas y por distintos motivos y juega el papel principal en un triángulo de amor y sexo desenfrenado que sitúa en los otros vértices a dos hombres que no podrían ser más diferentes: uno pólvora y el otro paz, uno presente y vida, el otro futuro y esperanza. Dos hombres que, lo quieran o no, se complementan para darle todo lo que realmente necesita.
Si bien el primer relato gira en torno a la necesidad y la importancia del sexo forzando al lector a diversas reflexiones sobre la moral, la frustración y la aceptación de uno mismo, el segundo, íntimamente relacionado con el anterior, se centra en el aspecto intelectual de las relaciones sentimentales. Ambos contienen pequeños matices, características de sus protagonistas, lugares y situaciones que, como en un rompecabezas de realidad, acaban ocupando su lugar en un tercer tramo que asombra al lector al encontrarse de pronto donde no esperaba.
P.L. Salvador y Mercedes de Miguel han compuesto un texto homogéneo, donde no se puede advertir en que parte empieza uno y termina la otra, sin fisuras, fresco y sorprendente. Una historia de historias repleta de juegos de palabras y estructuras, giros y sorpresas, donde los propios personajes parecen hablarte y demuestran que la Metaliteratura de calidad y no forzada está al alcance y es perfectamente disfrutable por todo el mundo.
Con capítulos cortos, innovando incluso en la forma de enumerar cada uno (lo que puede verse como otro de todos los incontables matices de la novela), yendo al grano y teniendo a la propia literatura como parte esencial de la trama, esta narración que impacta a pesar de su amenidad es, sobre todo, una invitación a no conformarse con lo que parece normal, a buscar la manera de completar aquello que nos falta sin importar lo que la sociedad opine al respecto y sobre todo, a prestar atención a los sueños, porque a veces pueden mostrarnos el camino a seguir.