Para los que conozcan los trabajos de Ferran Varela, esta novela corta (con vocación de cuento largo) no habrá sido una sorpresa. Se trata de un relato de fantasía oscura y tinte dramático al igual que sus historias anteriores, pero que puede ser visto como un prólogo a su carrera de novelista.
En una ambientación medieval coexisten dos especies inteligentes enfrentadas: la humana afianzando su dominio, exterminando a su rival y la Gohut, en claro retroceso, acercándose a su extinción.
De la humana hay poco que decir, ya os imaginaréis; sociedad cerrada, machista y obtusa que se apropia del planeta poco a poco, disfrazando el asesinato de deber y sacralizando el exterminio en forma de ritual anual. Lógicamente la Gohut es la interesante: otra sociedad (que no civilización) aparentemente salvaje, en comunión con la naturaleza y su propia esencia animal. Seres que viven el momento y no hacen distinciones de género o de ningún otro tipo ya que sólo ven el interior de los demás. En todo caso, ninguna de estas dos especies se preocupa por entender o comunicarse con el otro.
En este contexto Gerrin, el heredero de la casa más importante del planeta cae prisionero de los Gohut y años más tarde, cuando es encontrado, cree ser uno de ellos. La joven Leara, tutora de la Academia que ha tocado techo por su condición de mujer, es la encargada de curar o reeducar al muchacho antes de la siguiente cacería anual.
Con este escenario tan atractivo Varela desarrolla hábilmente una historia de dos personajes (los secundarios sólo la apuntalan), donde tienen cabida temas actuales como el machismo de la sociedad o la falta de escrúpulos del poder para lograr sus objetivos. Se puede (o debe) leer como alegato contra una sociedad que ignora su naturaleza y oprime a cualquier ser que se cruce en su horizonte. Los relatos en los que los lectores se sienten obligados a posicionarse en contra de su propia especie ya no sorprenden, pero son necesarios y de agradecer en los días que corren.
Varela logra lo más difícil, idear una especie salvaje, brutal por momentos, cuya descripción es lo más atractivo y absorbente de la narración. Pero por otro lado, el conjunto de la historia pierde fuerza en el desarrollo de la relación entre Leara y Guerrin, y es que los cambios en el ser y el sentir de Leara hay que aceptarlos como un acto de fe ya que el libro no logra transmitir la suficiente profundidad en ese aspecto.
Podríamos señalar similitudes con otras obras o reminiscencias a grandes clásicos como ‘La voz de los muertos’ de Orson Scott Card, donde se odia, desprecia y mata a otras especies que no se conocen lo suficiente y se les juzga con unos valores que les son ajenos, pero esta narración del prometedor Varela tiene identidad propia y sabe acoplar perfectamente cualquier influencia, consciente o inconsciente que haya dejado entrever. Por tanto, siempre es de agradecer una historia como esta, bien intencionada en su mensaje y con un episodio de redención gracias al amor, que además es poseedora de la suficiente crudeza como para ser adulta y transmitir desasosiego, pero sin caer en salvajismos innecesarios. Y aunque el final es bastante predecible debido a un inicio impactante y poético que casi te desvela todo el cuento, el relato absorbe y engancha. Ferran Varela está llamado a ser otro de los nombres propios de la fantasía española actual.