PHANTASTICO, CA. adj. Chimérico, fingido, que no tiene realidad, y consiste solo en la imaginación. Latín. Phantasticus.
Según la definición, los géneros phantasticos habitan en nuestra imaginación. Se nutren de nuestro subconsciente, de anhelos y miedos, de sueños y pesadillas. También de recuerdos. Son los primeros a cuya llamada atendemos durante la infancia. Los que nos hacen vivir más intensamente y los que nos hacen percibir la vida como un juego repleto de retos a superar y misterios a desentrañar. Hay quienes los relegan al olvido cuando deciden dejar de jugar. Cuando deciden ser prácticos y no soñar. Cuando prefieren dejarse llevar en vez de convertirse en los protagonistas de su propia aventura. Aquellos relatos que escribíamos, aquellos dibujos que hacíamos, eran nuestra forma de llamar a la puerta de lo improbable. Una puerta que la mayoría decidieron dejar cerrada cuando consideraron que lo que tras ella se ocultaba era, en realidad, lo imposible.
Sin embargo, hay quienes nunca perdieron la capacidad de soñar. Quienes continuaron dando rienda suelta a su imaginación o fueron conscientes, en algún momento de su vida, de que debían recuperar esa virtud. Porque lo phantastico no está tan aislado de lo real como propone la definición. Porque seguir llamando a su puerta supone construir y compartir nuevos universos. Supone crear y contagiar vida.
Hoy, cualquiera puede escribir y publicar. La literatura y el arte están más democratizados que nunca. Aunque no todos pueden hacerlo con calidad. Hay quienes tienen talento innato, y pueden terminar perdiéndolo si no lo cultivan. Y hay quienes no lo tienen, pero lo ganan con esfuerzo, trabajo y tesón. En ambos casos, como los héroes que se adentran en lo desconocido, suelen necesitar un maestro que les guíe y les descubra los secretos del mundo cuyo umbral están decididos a traspasar.
Susana Vallejo y Sergi Viciana demuestran, con esta antología germinada en su escuela, que la fantasía, el terror y la ciencia ficción de nuestro país gozan de una salud prodigiosa. Que escribir tiene mucho de juego y que ninguna regla impide que autores noveles o desconocidos puedan estar a la altura de quienes ya han publicado. Tampoco que estos últimos continúen formándose y mejorando.
Historias Phantasticas arranca con La casa de chocolate, de la maravillosa Patricia Richmond. Un cuento oscuro que destila magnetismo y combina dulzura, amargura y el más original terror rural.
Miguel Rojo nos saca más de una sonrisa con Una mano inocente, relato que bien podría convertirse en un capítulo de Historias de la cripta.
Miguel Ortega Hiraldo nos estremece con Tres, una historia de terror psicológico que hará las delicias de todos los amantes de la literatura de Poe y cuyo final os hará temblar.
Gloria T. Dauden comienza su Circulen. Aquí no ha pasado nada, con una potente crítica hacia la adicción a las pantallas para, párrafos después, hacer gala de una imaginación tan sorprendente y delirante como la de su protagonista (aunque no tan peligrosa).
Andrés Barrera García consigue, con su emotivo Reciclador, hacernos ver que la pesadilla de unos puede convertirse en el sueño de otros.
Virginia Orive de la Rosa divierte con, Aunque sean gilipollas, una refrescante historia de fantasía heroica-antiheroica, apta para todas las edades, que bien podría ser el inicio de una aventura aún mayor (ojalá lo sea, porque deja con ganas de más).
Daniel Badosa Moriyama devuelve al lector, con Esa era su voluntad, a la edad en la que se devoran cuentos con moraleja. Nos presenta a un Rey Mago que desea saber si es amado por su pueblo y nos hace cuestionarnos nuestros propios sentimientos hacia el poder.
Juan Luis Muñoz Villar nos invita a surcar la galaxia junto a El pasajero de Atenea y nos convierte en testigos de cómo una IA puede anhelar comunicarse con un humano y cuestionar su propia naturaleza.
Juan Antonio Romera Cabrerizo recupera, en La paciente 333, la controvertida figura de Aleister Crowley para sumergirnos en una descarnada y terrorífica historia que mezcla realidad y ficción, poniendo en serio riesgo nuestra cordura.
Neus Martín Vidales Ortiz hace un viaje al fin del mundo con su particular versión de La guerra de los mundos. El aliento del viajero invita al lector a preguntarse dónde está la frontera entre la fe y el fanatismo. Su relato nos sumerge en la mente de su protagonista durante una particular invasión alienígena.
Johan Paz también decide conducirnos al apocalipsis con La fragilidad del bambú, una distopía que pone el foco en la crisis climática, la intolerancia y el auge del fundamentalismo, trasladándonos un mensaje claro: el amor nos puede traer paz incluso en el infierno.
La gran Elia Barceló pone el broche final a esta antología con El ansia de la niebla un relato tan hermoso y cargado de sensibilidad como elegante, cuyo tono hace inevitable recordar El secreto del orfebre.
Leed estas obras repletas de pasión y magia. Abrid la puerta a estos doce universos únicos que se agarrarán con fuerza a vuestros recuerdos y tirarán de ellos hasta conseguir que se fundan con vuestros sueños. La fantasía, el terror y la ciencia ficción (nuestra divina trinidad) muestran aquí muchas de sus caras. Y lo hacen con frescura y calidad. Historias Phantasticas hará que os preguntéis qué fue de aquel niño o niña que escribía relatos después la escuela. Tal vez estéis a tiempo de traerl@s de vuelta.
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