
Autor: Alejandro Candela Rodríguez
Editorial: Transbordador
Género: fantasía
Extensión: 266 páginas
Aunque parezca increíble, en la fantasía no es necesario entregarse siempre a los previsibles moldes del viaje del héroe. Hay novelas que no necesitan del estruendo de la batalla para hacerse notar y cuyo poder no se sustenta en las grandes gestas. Algunas (pocas) se alejan (no del todo) del patrón más ruidoso. Las hay que ahondan en el cansancio y el remordimiento antes que en la gloria. En lo que supone para un pueblo vivir bajo el yugo de un tirano, más que en el clímax de las victorias o en la esperanza que pueda germinar tras las derrotas. Novelas contenidas y nostálgicas que no renuncian a lo mítico, pero lo filtran a través de lo cotidiano y lo íntimo.
Hay fantasmas sobre la tierra se desliza a contracorriente dentro del género. No reniega del canon, pero se aparta con suavidad de sus rutas más transitadas, pues nace de silencios y remordimientos, de exilios íntimos más que geográficos, relegando la épica y el estruendo a momentos puntuales y a un pasado que su protagonista prefiere olvidar.
¿Es posible alcanzar la redención cuando la paz interior se ve alterada con cada recuerdo? Suri vive trabajando duro, guardando silencio, pasando inadvertida. Pero hubo un tiempo en que fue Baddo, la lugarteniente del Señor Oscuro. Los capítulos alternan entre la calma tensa del presente y la violencia del pasado, entre la mujer que busca olvidar y la que no puede ser olvidada.
La obra, aunque no es coral, construye su escenario a partir de las vidas de los muchos hombres y mujeres que aparecen en ella. Algunos dejan huella por su oscuridad y su poder simbólico; otros, por su cotidianidad. Y es que esta es, ante todo, una historia profundamente humana. El costumbrismo se entrelaza con una épica descompuesta y el resultado es un híbrido peculiar: una fantasía mínima que logra ser verosímil precisamente por su contención. El pueblo llano, el pan recién hecho, las redes y los peces tienen tanto peso narrativo como los actos de conquista y destrucción.
La prosa de Alejandro Candela Rodríguez es sobria, clara. Rehúye el exceso y la grandilocuencia, apostando por imágenes que, a veces, esconden algo importante tras lo ordinario y lo evidente. Hay dolor en estas páginas, pero también humor y ternura. La novela se lee con la familiaridad de un recuerdo y deja esa rara sensación de haber vivido algo que solo debería pertenecer a su protagonista.
Hay fantasmas sobre la tierra no revoluciona el género, pero lo honra con honestidad y sensibilidad, viajando a lugares donde apenas resuena lo legendario.
Una reseña de David M. Hefesto

¿Te ha gustado esta reseña? ¿Quieres descubrir más libros como este? ¡Hazte mecenas de El yunque de Hefesto! Hemos pensado en una serie de recompensas que esperamos que te gusten.
También puedes ayudarnos puntualmente a través de Ko-fi o siguiendo, comentando y compartiendo nuestras publicaciones en redes sociales.
Tiene cierto encanto. Apetece leerla. Buen análisis.