Editorial: autopublicado
Género: terror lovecraftiano
Extensión: 301 páginas
RITUAL
Pocos expertos en la obra de Lovecraft existen en idioma castellano como el buen Fco. Javier Olmedo. Estudiosos, conocedores, acólitos, brujos incluso. Y toda esa sapiencia la traslada a su propios textos, donde ha creado, en elaborado caos de tiempos, y a lo largo de una serie de publicaciones enlazadas que, para su más virtud, se pueden leer y disfrutar o padecer independientemente, su propio panteón, sus propias deidades funestas, las amenazas de carne que atormentan al hombre desde lo pretérito. Una evolución tan nefasta como magnífica.
Acudimos aquí a su última entrega, casi penúltima, porque nos regalará más, sin duda. Y en la época donde yo creo se maneja mejor el autor y donde más a gusto se percibe el lector, más cerca de nuestra propia era, 1846 en este caso.
Vamos de la mano de este abogado retirado, sin necesidad por el encargo recibido más que la amistad que lo une a su empleador. Llegando a la ciudad. Escuchando las leyendas sobre esa zona, ese pueblo concreto hasta donde dirige sus pasos incautos, esa casa y familia regente. Porque se niegan a vender sus tierras para el avance de la civilización, para que las vías ferroviarias unan más el país. No ceden. Y ya han sido dos los enviados con capacidad para negociar que han fracasado, que ha retornado a Boston reconociendo su falla. Uno desaparecido, otro, demente. ¿Qué se esconde tras ese rechazo?
El abogado Braddock, ya atenazado por las sospechas durante el inestable viaje de bus con los inestables pasajeros que solo le infunden más miedo acerca de su destino, alcanza Charity Court. Allí, poco a poco, al ritmo de fuego lento que el autor prefiere y desgrana, conocemos a los habitantes, malditos por esa salubridad de sus tierras. Cuasi indigentes, al amparo de la bondad de la familia Strettel, la que se niega a vender. Qué poco tienen, cuánto creen…
El abogado, amigo de todos y todas, se va haciendo con el conocimiento sin control de la situación, aprehendiendo cosas que no debería, hasta que, tras la visita a la mansión de los Strettel, y con ya la población enfrentada en una lucha final, lo perverso se revela, tras esa construcción de trama meticulosa.
Como siempre:
La trama es de arquitectura sólida, con cimientos que Olmedo maneja a la perfección. Desde ese inicio en Boston, el viaje, las intrigas, los secundarios afectados o que aportan atmósfera y contexto al lugar condenado. Con pequeños argumentos entre secundarios que enriquecen, que se manifiestan importantes al final.
Los personajes, quizá excepto Braddock, carecen de gran empatía para con el lector o la lectora. Tampoco es la intención. La historia queda por encima de todo, como objetivo, y los personajes son piezas que, bien perfiladas, deben situarse como peones, cayendo incluso, para alcanzar la nefasta conclusión.
La atmósfera deviene espectacular. Casi puede sentir ese clima, la niebla, la ausencia de sol, el sabor a sal, la podredumbre inerte. Porque, como marca personal, esta ambientación también simboliza la progresión de la locura, que siempre estuvo allí.
Para culminar en desenlaces, donde el hábil Braddock se lo juega todo, más allá de su vida, desembocando en cauce apocalíptico que esperábamos.
Hambruna, esta novela en concreto, de las tres mejores del autor, y Olmedo, son una apuesta segura, una lectura obligada para todo acólito de Lovecraft y su círculo. Pero va más allá, porque el pérfido escritor es bueno en lo que hace. Y, como afirmé antes, poseedor de su propio canon, panteón, multiverso oscuro y nefasto en el que, dentro de la coherencia, salta de época en época componiendo un puzzle que nos estallará la cabeza en su final.
Repito, quizá no sirva para todos los estómagos o gustos (aunque este manuscrito gótico es más suave en forma y fondo, más accesible que los anteriores), pero, dentro de lo suyo, Olmedo es uno de los referentes para con el maestro de Providence. Sabiendo donde te metes a leer, bienvenido a lo ignoto en esas tierras malditas de sal.
Pd: tras esta lectura, recomiendo perseguir la carrera del autor con la primera publicación. Y me sumo a que debiera, visto cómo se plagia y se expande para mal mucha literatura supuestamente lovecraftiana, destacar en una editorial acorde a su nivel.
Una reseña de Román Sanz Mouta
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