
Cristina Monteoliva tiene la habilidad de introducir al lector en el argumento para dejar el tema de repente y pasar a otro asunto. Hasta el final no nos percatamos realmente de lo sucedido, cuando la autora cierra, de una manera fantástica y sorprendente, el prólogo con un epílogo digno de este género, en el que lo maravilloso impide el funcionamiento racional del mundo y se explica sin ningún tipo de restricciones.