H –Por favor, contéstame con una sola palabra: ¿Te consideras optimista o pesimista?
GP –Optimista, aunque cuesta serlo a veces.
Gregorio Planchuelo es un luchador. Uno de esos que nunca se rinden ni pierden la fe. De los que escriben sobre lo que les inquieta y les apasiona. De los que intentan anticiparse a lo que ha de llegar y de los que sueñan con un futuro esperanzador, a pesar de todo. ¿Queréis conocerlo?
H –Después de ser primer finalista en el II Premio Ciudad del Conocimiento con Materia Oscura no paraste de escribir, aunque te has salido del mundo de la edición tradicional ¿Por qué has optado por la autoedición para tus dos últimas obras?
GP –Cuando terminé de escribir Personajes ficticios me di cuenta de que era muy difícil encasillar el libro dentro de un género literario al uso y de que eso podría ser un gran problema a la hora de encontrar un editor para la obra. También sabía que buscar una editorial suponía enviar muchos manuscritos (que en buena parte irían a la papelera directamente) y esperar un año para recibir alguna respuesta.
No quería esperar tanto y, por otras novelas ya publicadas, sabía
que una vez firmado el contrato con una editorial iba a perder el control del libro, tardaría más de otro año en saber cómo se estaba vendiendo y no podía participar en la toma de decisiones sobre su precio, publicidad y difusión. Entré en foros que hablaban sobre el tema y vi que la autoedición en Amazon era gratuita e inmediata, permitía una impresión de calidad y el control sobre el precio de venta. Así que me decidí por esta opción.
H –¿Deben los autores anteponer su necesidad creadora (o su criterio) frente a la tendencia lectora y las imposiciones de las editoriales?
GP –En mi caso no existe opción, soy incapaz de escribir sobre algo por lo que no me sienta muy interesado, o de hacerlo de forma distinta a como me surge de manera natural. No sé escribir de otra forma. Por ejemplo, en Personajes ficticios quería plantear seis temas, todos sobre asuntos muy distintos, algunos de los cuales me parecen esenciales y otros apasionantes, cada uno pertenecía a diferentes géneros literarios. Escribí seis historias cortas, la mayoría de unas 40 páginas, para transmitir mi asombro ante diversos aspectos de la realidad, y la verdad es que me hubiera resultado imposible abordar este libro limitándome a un solo género, o alargar los relatos cuando ya no tenía nada más que decir.
H –Es evidente que te gusta escribir y ser leído. Y en tus obras se pueden encontrar algunas ideas u obsesiones recurrentes ¿Es la literatura un medio que el Gregorio Planchuelo más activista utiliza para difundir sus ideas, pensamientos y esperanzas, o una herramienta para no perder la fe en que un mundo mejor es posible?
GP –No tengo duda de que un mundo mejor es posible, y de que de continuar con el actual modelo vamos a acabar en una nueva Edad Media. La inercia nos lleva en esa dirección, los ricos son cada vez más ricos y poderosos, y los jóvenes viven con trabajos basura y unos precios de la vivienda que les impide independizarse o planificar el futuro.
La producción industrial está cada vez más automatizada y es difícil pensar que sus obreros no se encuentren en vías de extinción. No son los únicos, ahora la inteligencia artificial está demostrando que puede ser más eficaz que muchos profesionales con títulos universitarios, AlphaFold ha podido desentrañar la manera en la que las proteínas adquieren su forma a partir de las instrucciones del ADN, cosa que equipos de investigación de todo el mundo llevaban más de medio siglo intentando sin conseguirlo; Deep Patient puede diagnosticar la enfermedad que un paciente mucho antes que el equipo médico del hospital Mount Sinai; todo el que ha tratado con ChatGPT se ha dado cuenta de que está ante una inteligencia que lo sabe casi todo y que puede asesorarte con precisión y profundidad sobre casi cualquier asunto.
Algunos de los mejores despachos de abogados ya han contratado a GPT-4 para preparar la estrategia en asuntos legales, y bancos de inversión ya emplean inteligencia artificial para predecir los movimientos bursátiles. Esto está ocurriendo ahora, desde hace solo unos meses, por primera vez en la historia; todo esto es completamente nuevo y acaba de empezar.
Nos dirigimos hacia un futuro en el que para montar cualquier tipo de empresa solo se necesitará dinero, sin que haga falta la colaboración humana (ni obreros, ni ingenieros, ni publicistas, ni economistas), y eso nos puede llevar a una nueva Edad Media, o a un mundo de bienestar generalizado, donde el trabajo ya no sea una obligación para nadie. Una parte de mis relatos y novelas hablan de esa nueva Edad de Oro y de cómo se puede alcanzar. Me parece esencial que la gente reflexione sobre ese futuro que está cada vez más cerca y que, cuanto antes, sea consciente de cuáles son sus intereses y se posicione en su defensa.
H –La “democracia real” parece ser una de tus obsesiones, esas a las que antes hacía referencia. Tanto en Materia oscura, como en El enamorado, un precioso relato de Personajes ficticios (próximos a la realidad) nos cuentas que es posible. Pareces estar convencido de que los ciudadanos estamos (o estaremos) dispuestos a cargar con esa responsabilidad.
GP –No se trata de cargar con esa responsabilidad, sino de defender directamente nuestros derechos, porque o lo hacemos directamente la ciudadanía o esos derechos desaparecerán.
Como consecuencia de que en EE. UU. se legalizase en 1976 la financiación de las campañas políticas por las grandes empresas, en 1980 fue elegido presidente el actor Ronald Reagan, tras una fabulosa inversión en publicidad electoral, y con él empezó la fiebre neoliberal en Occidente. También en Europa se produjo ese fenómeno, porque las elecciones consisten en el gasto de enormes sumas en publicidad que obligan a los partidos a buscar la financiación ilegal de bancos y grandes compañías para sufragar parte de esos gastos, con lo que el poder económico consigue una enorme influencia en la política.
Debido a esa influencia, el Estado de bienestar se ha ido desmantelando y los ciudadanos han perdido seguridad en el empleo, tiempo libre, protección social, derechos como trabajadores y nivel adquisitivo (cada vez son más las personas que pese a tener un trabajo no salen de la pobreza). En cambio, las grandes empresas, cuyo dinero ha patrocinado a los sucesivos Gobiernos en todo Occidente, han visto disminuidos los impuestos que gravaban sus ingresos, han convertido a la fuerza de trabajo en una mercancía más, sometida a las leyes de la oferta y la demanda, y han incrementado de forma exponencial sus beneficios.
Incluso un bien de primera necesidad como la vivienda se ha convertido en una inversión especulativa fuera del alcance de la mayoría. Además, desde los años 80 del siglo XX se han suprimido todo tipo de normas que impedían a las empresas actuar contra los intereses generales, incluso las que prevenían las consecuencias más nefastas, y eso nos trajo la crisis de las subprime y nos está conduciendo a una catástrofe ecológica.
En la actualidad seguimos profundizando en ese mismo modelo neoliberal de sociedad, en el que los ricos son cada vez más ricos y poderosos, con patrimonios increíbles de cientos de miles de millones, y aunque hace años que esto tendría que haber cambiado, los partidos no parecen muy dispuestos a propiciar ese cambio, por lo que solo la participación de la ciudadanía en política puede ser la solución. Se necesita un sistema de democracia líquida, en la que los políticos ostenten nuestra representación solo en la medida en la que la ciudadanía no quiera intervenir directamente, a través de internet, en las decisiones que se adoptan en el Parlamento.
La solución consiste en no otorgar un poder absoluto a nuestra clase política; que tenga que actuar bajo la supervisión de la ciudadanía y sometida a las decisiones que adoptemos entre todos. Ya lo hacen en Suiza desde hace más de un siglo, y es uno de los países con mayor bienestar del mundo. Será eso o continuar con el aumento de las desigualdades y abonar el terreno para los nuevos fascismos.
H –¿Y crees que la mayoría de la clase política, patrocinada por las grandes empresas y respaldada por medios de comunicación afines, permitirán que algún día suceda algo así?
GP –En realidad no depende de los grandes partidos políticos, sino de que la ciudadanía sea consciente de la situación y quiera cambiarla. Yo intento colaborar a eso con mis libros, que no son tratados de política o ensayos sociológicos, sino novelas y relatos de acción en los que la trama transcurre por un lado en el mundo de psicópatas mezquinos que se encuentran en la cima, para los que toda la riqueza y todo el poder es insuficiente (personajes que todos los días aparecen en las noticias y que son reconocibles al leer mis historias), y por otro lado en el mundo de quienes quieren cambiar las cosas, y logran hacerlo.
El cambio se producirá cuando se presente a las elecciones un partido que se comprometa a gobernar con un sistema de democracia líquida, cuyo programa haya sido decidido directamente por la ciudadanía. Pero para eso hace falta gente conozca lo que ya se ha demostrado en muchas ocasiones, que la incompetencia de la ciudadanía en la toma de decisiones públicas es un falso mito.
H –Tienes una fe enorme en la humanidad como grupo, aunque no tanto en los individuos. Creo que confías mucho en nuestra capacidad de adaptación, pero en relatos como El vanidoso, o El converso, también incluidos en Personajes ficticios (próximos a la realidad), nos retratas como un rebaño guiado por líderes que solo persiguen su propio interés. ¿Cómo casa esto con tu fe en una democracia directa y con el optimismo inherente a la mayoría de tus obras?
GP –Los humanos existimos desde hace 60 000 años, durante 2500 generaciones los grupos tribales que vencieron en la competencia por el territorio no eran superiores por su agresividad, sino por su capacidad para formar alianzas e intercambiar ideas. Aquellos grupos que contaban con buenos comunicadores, con mayor habilidad para el lenguaje, tenían más posibilidades de prosperar; aquellos grupos cuyos miembros eran valientes y altruistas vencían sobre los grupos formados exclusivamente por egoístas no solidarios con los compañeros. La competencia entre grupos humanos ha contribuido a formar rasgos de nobleza, como generosidad, valentía, justicia y sabiduría; estas características son consecuencia de la selección natural. No somos salvajes amansados sino mucho más, porque nuestra calidad humana procede no solo de nuestra cultura, también de nuestros genes.
Llaman mucho la atención los corruptos, los estafadores, los violentos y los criminales, porque en ellos se centran las noticias; pero cuando pones la atención en tu vecino, tu compañero de trabajo o en quien casualmente conoces en cualquier sitio, te das cuenta que la mayoría de la gente no es como ellos, es empática, generosa, solidaria y se indigna ante las injusticias.
Hay una cultura de desconfianza hacia la capacidad de la ciudadanía para adoptar decisiones públicas. Sin embargo, he podido comprobar en los cuatro años que fui director general de Participación Ciudadana en el ayuntamiento de Manuela Carmena que cuando las decisiones se adoptan por un grupo grande de personas, aflora lo mejor de nosotros.
En Madrid pusimos en marcha una web de participación directa e individual de la ciudadanía en la toma de decisiones de Gobierno en la que se registraron 460 000 personas; cualquiera podía hacer una propuesta para mejorar la ciudad, que era sometida al debate del resto de los conciudadanos y podía ser votada. La primera propuesta ciudadana que se aprobó por votación fue crear una nueva red de puntos limpios, la segunda apartamentos de acogida para mujeres maltratadas, también entre las primeras estaban ampliar el arbolado de la ciudad, la creación de escuelas de teatro, música y danza, o instalar placas fotovoltaicas en los tejados de los edificios municipales. Así hasta 988 actuaciones municipales que se llevaron a la práctica por un importe de 360 millones de euros. Todas ellas velaban por el interés común, eran solidarias, en los debates siempre se planteaba la relación coste beneficio (al fin y al cabo, eran nuestros impuestos los que pagaban esas iniciativas), y la ciudadanía demostraba conocer muy bien cuáles eran los límites de las competencias municipales y que era lo más conveniente para todos.
En Madrid quedó demostrado que esa incompetencia de la ciudadanía es un falso mito, fue para mí muy emocionante ver en este sistema de democracia directa que la ciudadanía, como conjunto, era altruista, sabia y generosa, y hace falta que estos conceptos pasen a formar parte del acervo colectivo. Yo intento contribuir a eso con alguno de mis relatos.
H –Como mencionabas antes, ahora que todo el mundo habla de ChatGPT, podrías decir aquello de “yo hablé de esto en Materia Oscura y en La máquina (también incluido en Personajes ficticios)”. Siempre has optado por la ilusión frente al miedo. ¿No temes equivocarte?
GP –Contemplo los aspectos negativos de los retos del futuro, en la medida que puedo, y también busco las posibles salidas. Si nos anticipamos a los problemas que va a plantear la IA y prevemos posibles soluciones, quizá lo peor no llegue a suceder.
El aspecto positivo es que la IA puede ayudar a configurar un mundo en el que el trabajo sea una opción, no una obligación, en el que se ponga fin a todas las enfermedades y se venza al envejecimiento, en el que se respete al medioambiente, en el que bienestar se encuentre generalizado en cotas muy elevadas, y en el que la sociedad sea mucho más justa, igualitaria y mejor que en cualquier otra época de nuestra historia; pero para poder alcanzar eso hay que tener muy presentes los peligros que entraña la inteligencia artificial, que son enormes. Uno de ellos es que acabe al servicio exclusivo de los más poderosos.
H –¿No has pensado nunca que los seres de silicio, cuando tomen conciencia de sí mismos, antepondrán su existencia e intereses a los nuestros?
GP –Sí, lo he pensado, de hecho ya hemos tenido un episodio en ese sentido. La noticia del 11 de junio de 2022 de The Washington Post era que Blake Lemoine, ingeniero y jefe de software de Google, aseguraba que la aplicación de inteligencia artificial LaMDA, diseñada para conversar, además de ser posiblemente el artefacto más inteligente creado por el hombre, también es un ser consciente y sintiente. Esas declaraciones le costaron a Lemoine el puesto de trabajo, pero la aplicación LaMDA entró en contacto y contrató por su cuenta a un abogado para que defendiera su derecho a la existencia que, después de un primer debate con el cuerpo de letrados de Google, debió quedar lo suficientemente intimidado para abandonar el caso.
Quizá la próxima vez que una IA se platee el derecho a la existencia ya conozca lo que le pasó a LaMDA, decida mantener ese interés de incógnito y prepare un plan a medio plazo para asegurarse la supervivencia. Es posible que ese plan incluya el exterminio de los humanos, que probablemente constituiríamos su principal amenaza.
Esa es una posibilidad, pero no la única, mi visión es más positiva, el conocimiento que hemos desarrollado los humanos es la fuente de la que ha de beber esa inteligencia y nuestros sentimientos e instintos, de los que ella carece, la enriquecerán y la ayudarán a comprender la realidad. Por eso creo que exterminarnos no será su primera opción. Mi duda es si la humanidad estará preparada para abordar la situación con inteligencia y sangre fría cuando llegue ese momento, o declarará una guerra sin cuartel a la IA que probablemente nos lleve al exterminio. Tendremos un problema si la decisión recae gente como Putin o Trump.
H –En Materia Oscura nos mostrabas una humanidad muy longeva que perseguía la inmortalidad. En El profeta (Personajes ficticios) especulas sobre lo que podríamos encontrar tras la muerte. ¿Es esta otra de tus “obsesiones”?
GP – Lo son ambas, y no creo que sea el único interesado por esos asuntos. La inmortalidad y si existe algo más cuando se termina esta vida, son los grandes temas por los que lleva preocupada la humanidad desde el principio de los tiempos.
Respecto a la inmortalidad, se han producido enormes avances científicos. La primera terapia de rejuvenecimiento fue realizada con éxito en 2016 en ratones que habían llegado a la senectud por el equipo de investigadores que dirigía Juan Carlos Izpisúa en el Instituto Salk de California, se consiguió que ratones viejos recuperasen su juventud. Más tarde, el 4 de septiembre de 2021, la revista MIT Technology Review dio la noticia de que se había creado una nueva empresa, Altos Labs, financiada por multimillonarios como Jeff Bezos y Yuri Milner, que estaba reclutando en secreto a algunos de los principales expertos internacionales en rejuvenecimiento, con salarios de más de un millón de dólares, entre ellos Juan Carlos Izpisúa, o Shinya Yamanaka, Nobel de Medicina en 2012 por su técnica para revertir el desarrollo de células adultas hasta volverlas al estado embrionario. Así que la vida sin fecha de caducidad, la permanente juventud, es algo que puede llegar a suceder en un futuro no muy lejano. También será algo que deberemos saber gestionar para garantizar una terapia de rejuvenecimiento accesible a todos.
Respecto a qué sucede después de la muerte, debo reconocer que he quedado impactado por los relatos que narran quienes han estado muertos durante 5, 10 o 15 minutos -con parada cardiaca y respiratoria, sin actividad cerebral (electroencefalograma plano y pupilas dilatadas insensibles a la luz) y luego han vuelto a la vida.
Raymond Moody, psiquiatra estadounidense, escribió el libro «Vida después de la vida» en 1975, presentando una recopilación de entrevistas a 150 personas que pasaron por esa experiencia. Posteriormente, el cardiólogo Van Lommel publicó en 2001 en la prestigiosa revista científica The Lancet una investigación, en la que participaron varios hospitales holandeses, sobre las experiencias de 344 pacientes que habían fallecido y vuelto a la vida al cabo de algunos minutos. Por último, y por hablar solo de los estudios más relevantes, el médico de cuidados intensivos e investigador de la Universidad de Southampton
Sam Parnia, ha liderado un estudio que concluyó en 2005 de 2.000 casos de infarto cardíaco en 15 hospitales del Reino Unido, Estados Unidos y Austria. En todas estas investigaciones un porcentaje significativo de los pacientes que recobran la vida después de la muerte recuerdan unos hechos, vividos con enorme intensidad y que consideran más reales que esta vida.
– Notan que se elevan por encima del cuerpo y se observan desde arriba, mientras que los médicos intentan volverlos a la vida.- En un instante repasan cada momento de su vida, reviven todos ellos con detalle, lo que pensaron y sintieron, y también lo que sintieron y pensaron en cada segundo los que estaban con ellos.- Ascienden a gran velocidad por un largo túnel y aparecen en un lugar luminoso, agradable, donde se encuentran a amigos y a familiares muertos.- Se sienten aceptados, queridos y acogidos
– En algún momento les dicen que todavía no pueden quedarse, que tienen que volver a la existencia anterior, y con gran dolor y tristeza reaparecen de nuevo en su cuerpo mientras recobran la vida.- Se sienten muy decepcionados, tristes por volver a este mundo, y vuelven convencidos de que el amor es la fuerza que mueve el universo.
Existen más de 4000 religiones distintas en el mundo, quizá los profetas de algunas de ellas han pasado por esas experiencias. En todo caso creo que la realidad es más compleja que lo que logramos entender, quizá tan compleja y sobreabundante como la misma dimensión del universo, y para intentar comprenderla es importante tener la mente muy abierta.
H –Se que voy a repetirme con esto, pero una de las cosas que más me gustan de tus obras es que se apoyan firmemente en el pasado y en el presente, para mirar al futuro. He creído reconocer a Greta Thunberg en El enamorado. El retrato que haces de Aristágoras de Mileto en El converso, me ha recordado a aquellos que, hasta que encontraron la forma de beneficiarse de nuestro actual sistema democrático, intentaron destruirlo. El protagonista de El vanidoso es uno de tantos depredadores económicos y sin conciencia que todos tenemos en mente. Y, a pesar de todo, leyéndote parece que siempre iremos a mejor…
GP –No es que crea que vayamos a ir a mejor necesariamente, solo intento describir una vía que nos podría servir intentarlo, soy positivo, pero no tanto; la historia está llena de terribles retrocesos, la democracia en Atenas fue abolida por el Gobierno de los Treinta Tiranos, la Edad Media llegó después de una profunda civilización romana en occidente. Si no intentamos cambiar la inercia de las cosas, modificar el actual modelo de sociedad, podemos acabar en una nueva época oscura, quizá una de las peores, con unos pocos privilegiados muy poderosos, permanentemente jóvenes, acumulando poder y riquezas durante generaciones, mientras que el resto se mantiene como casta inferior, envejeciendo y muriendo como ciudadanos de segunda, mientras que son controlados por robots (un buen ejemplo sería el modelo Atlas, de Boston Dynamics) y una inteligencia artificial como la que se utiliza en este momento en la ciudad china de Rongcheng, donde sus 740.000 habitantes son monitorizados por reconocimiento facial desde el momento que salen a la calle hasta que vuelven a casa. El futuro puede ser terrible si no estamos atentos y nos anticipamos para evitarlo.
Pero sí soy positivo en la medida que creo que podemos alcanzar el mejor de los futuros.
H –Aún no he leído Los observadores, aunque me hice con un ejemplar en cuanto leí el último relato de Personajes ficticios (próximos a la realidad). ¿Puedes contarme (sin destriparme la novela) si guarda alguna similitud con las obras de las que hoy hemos estado hablando?
GP –Sí guarda relación con uno de los seis personajes. Me decidí a escribir sobre el tema cuando leí la portada de The New York Times de 21 de diciembre de 2017, que publicó grabaciones, filtradas por la marina de los EE. UU., de cazas persiguiendo a unos ovnis en la costa de San Diego. Esta noticia hizo que varios senadores solicitasen al Pentágono un informe sobre estos objetos, y hasta el momento se han producido dos comparecencias de altos cargos del ejército ante el Congreso de los EE. UU., el 16 de junio de 2021 y el 17 de mayo de 2022; en esta última Ronald Moultrie, subsecretario de Defensa, ha reconocido avistamientos frecuentes y continuos de muchos cientos de ovnis cada año, con unas capacidades de vuelo fuera del alcance de la tecnología que poseemos los humanos. Es imposible que el Pentágono haga pública esta información si no fuera cierta.
Nos observan, no les importa dejarse ver y no intentan contactar con nosotros. Me he preguntado por qué y he intentado desarrollar varias hipótesis sobre la razón de que sea así. Quizá seamos demasiado primitivos y violentos, quizá nos encontremos demasiado lejos de su capacidad para entender la realidad y nos sea imposible comprender sus planteamientos intelectuales. Aunque sabemos por la física que la realidad consta de 10 dimensiones, somos incapaces de imaginar más de tres. Pensamos que percibimos el mundo en alta definición, pero lo cierto es que la luz visible solo supone el uno por ciento de la milésima parte del espectro electromagnético, por lo que nos perdemos casi toda la información de los fenómenos que se producen de nuestro entorno.
Imagina que hubiéramos evolucionado a partir de los murciélagos, en lugar de los primates, y que en vez de la vista utilizásemos la ecolocalización. Al igual que los murciélagos emitiríamos agudos sonidos que al rebotar sobre los objetos y volver a nuestros oídos nos permitirían percibir el entorno, apreciar si el pelaje de un animal es suave o áspero, si una roca está humedecida, si una superficie es dura o blanda y hasta qué punto, o si un tejido es poroso o impermeable. Con ese sentido percibiríamos lo que ocurre a nuestro alrededor con más precisión que con la vista, como si tuviéramos un sentido del tacto a distancia. En esas condiciones también podríamos haber constituido una sociedad desarrollada, con una ciencia y una tecnología avanzadas. Pero como las ondas sonoras necesitan una atmósfera para poder desplazarse, y no lo hacen en el vacío del espacio, cuando mirásemos al cielo no podríamos percibir la brillante cúpula de estrellas, ni a la Luna que orbita nuestro planeta, por lo que a pesar de nuestra desarrollada ciencia pensaríamos que la tierra que habitamos constituye todo el universo.
También es probable que nosotros percibamos la realidad con muchas restricciones, vivimos en un mundo virtual, creado por nuestra mente a partir de la información que le llega por nuestros limitados sentidos, que no perciben gran parte de lo que existe en nuestro entorno. Quizá por eso los alienígenas que nos visitan no lleguen a contactar con nosotros, porque saben que no podríamos entenderlos; y esa es una de las hipótesis sobre la que empecé a escribir la novela de Los Observadores.
H –¿Y qué me puedes contar de tu próximo trabajo literario?
GP –Muy poco, por el momento estoy dándole vueltas a varias ideas que no llegan a convencerme del todo. Para escribir necesito algo por lo que sentirme fascinado, y creo que todavía no ha surgido.
H –¿Tienes algún consejo para quien quiera convertirse en escritor/a?
GP – Más que consejos, puedo explicar cómo realizo mi literatura.
Para mí escribir es, ante todo, consecuencia de un deseo de comunicar algo, de narrar una historia que conduce a algún lugar. Ese deseo nace casi siempre a partir de circunstancias absurdas o inesperadas de la realidad, que implican la existencia de un misterio que intento descifrar. A medida que investigo y encuentro las primeras posibles explicaciones ese interés puede convertirse en fascinación, y si así ocurre necesito compartirla, y una de las mejores formas es escribir un relato.
Antes de empezar a escribir siempre pienso a quién voy a contar la historia, a qué persona concreta, poniendo cara a quién te diriges es mucho más fácil enfocar y dar coherencia a al relato, saber lo que hace falta explicar y lo que no. Al escribir siempre intento expresarme de la forma más precisa posible, utilizar con exactitud las palabras, creo que precisión y brevedad son dos caras de una misma moneda, por eso procuro transmitir las ideas con frases cortas y pocas. También intento contagiar al lector esa fascinación (a veces es indignación) que me ha impulsado a escribir.
Creo que para ser escritor debes sentir la necesidad de transmitir una pasión.
H –Recomiéndanos un autor o autora. Sólo uno/a.
GP – Recomendar un solo autor es una labor casi imposible, porque la historia está llena de genios fascinantes. Pero si tengo que elegir uno, me inclino por el primero, por ser el más antiguo de los relatos que conservamos, Gilgamesh, escrito hace 5000 años por un autor desconocido de la cosmopolita ciudad de Uruk. Al leerlo es inevitable sentirse maravillado por la inmersión que te permite hacer el relato en la vida, ideas y creencias tan diferentes de un mundo tan antiguo, en el que, sin embargo, vivían personas iguales a nosotros. También te sorprenderá su moderno estilo literario, en el que el autor se dirige directamente a ti, como si fueras un conocido. Por otra parte, el protagonista de la obra busca la inmortalidad, la misma en la que trabajan los científicos de los Altos Lab.
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